l 14 de agosto de 1921 quedó abierto el tercero de los puentes del centro de Donostia, el más cercano al mar y el que más ha sufrido por su posición. La puesta de largo de esta tercera pasarela se produjo pues hace un siglo y completó las posibilidades de conexión entre un lado y otro del Urumea en una ciudad que entonces tenía unos 62.000 habitantes y se hallaba en plena transformación urbana. A los carros y carretas que circulaban por las calles se sumaban ya los coches y autobuses. Los primeros cálculos estimaron que el puente costaría unas 847.000 pesetas.

La inauguración de la nueva pasarela se produjo con toda la pompa de la época. A las 11.00 horas de la víspera de la Virgen de la Asunción, el alcalde, Pedro Zaragüeta, acompañado de la Corporación municipal, acudió al lugar, al igual que los miembros de la Diputación de Gipuzkoa. Los curas de la iglesia de San Ignacio, del barrio de Gros, llevaron la cruz en procesión y el vicario bendijo la nueva pasarela sobre el Urumea. La Banda Municipal tocó la Marcha de San Sebastián y se cortó la cinta, un honor que el alcalde cedió a su esposa. Por la tarde, para rematar la jornada, se desarrollaron regatas de traineras en el río y otros festejos que organizó la sociedad Umore Ona.

El nuevo puente de la Zurriola, que muchos apodaron del Kursaal por la cercanía del nuevo palacio cultural que se inauguró un año después, destacó por sus seis originales farolas rematadas por una bola de vidrio y hierro y otras ocho, más pequeñas, de diseño más convencional. Las luminarias, así como la barandilla, fueron diseñadas por Víctor Arana en el estilo art déco de la época, totalmente diferente al de los dos puentes que ya existían, el de Santa Catalina y María Cristina.

También hizo el María Cristina

Optó por el hormigón

El ingeniero autor del puente, José Eugenio Ribera, había proyectado también el puente de María Cristina pero, en este caso, optó por la modernidad y eligió también un material del momento, como el hormigón. De hecho, Ribera era ya profesor de Puentes de Fábrica y Hormigón Armado en la Escuela de Caminos de Madrid cuando se encargó de proyectar el nuevo paso donostiarra. Tenía unas dimensiones de 110 metros de largo por 20 de ancho y así como dos apoyos en el río, un diseño definitivo que modificó otras propuestas anteriores, finalmente desechadas.

La creación de la tercera pasarela sobre el Urumea en el centro donostiarra comenzó a gestarse en los primeros años del siglo XX, de la mano de la transformación de la ciudad tras el derribo de las murallas. El proyecto arrancó en 1908 con la creación del ensanche y los bulevares. La compañía inglesa Vogel pidió permiso al Ayuntamiento para llevar a cabo la nueva planificación urbanística y un año después la ciudad otorgó los permisos, además de 12.000 metros cuadrados de terreno. Como contraprestación, exigió la construcción del puente como prolongación del Boulevard.

En 1910 entraron en escena inversores franceses, que propusieron hacerse cargo del proyecto, urbanizar lo que era el arrabal de Gros y construir chalets y hotelitos con vistas al mar, las primeras edificaciones de la zona. El Ayuntamiento aprobó la iniciativa y se creó la Sociedad Inmobiliaria y del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián para impulsar los trabajos. Hacia 1916 comenzaron las obras.

Ya desde sus primeros años, el puente de la Zurriola fue atacado por la fuerza del mar y en sus primeras etapas sufrió distintas reparaciones. En la década de 1980 se vio necesario llevar a cabo una reconstrucción prácticamente integral de la obra. Corrió a cargo del ingeniero Federico Fernández Cremades y finalizó en 1993, hace 28 años. El técnico se había ocupado también de la rehabilitación del puente de María Cristina. Los dos puentes creados por Eugenio Ribera fueron rehabilitados por el mismo especialista.

Veinte años después de la renovación total de la pasarela, quedó en evidencia que la fuerza del mar había seguido haciendo de las suyas y se hacía necesaria una nueva reparación, en este caso, en la zona que de debajo del tablero, que no se ve.

En 2015 el Ayuntamiento tuvo que llevar a cabo el último arreglo de importancia en esta infraestructura. En concreto, se repararon las dos galerías construidas bajo el tablero del puente, que aprovechan dos de las siete vigas en las que se posa, y por las que pasan todas las conexiones de agua, gas, electricidad etc... Los trabajos obligaron a mantener cerrado un lateral del puente primero y luego el otro con el fin de abordar la reconstrucción de estos pasadizos ocultos a la vista de los transeúntes y, sin embargo, imprescindibles para llevar de un lado a otro de la ciudad las conexiones.

La pasarela que une el barrio de Gros con la Parte Vieja ha sido cada vez más utilizada, especialmente desde que se amplió la playa de la Zurriola y se construyó el nuevo Kursaal, momento en el que las aceras, sobre todo la del lado del mar, se han quedado pequeñas en momentos de aglomeración. Incluso ha habido voces a favor de ampliarla hacia el mar.