- Dos viviendas de un edificio antiguo rehabilitado de Donostia son las primeras viviendas pasivas de la capital guipuzcoana, así denominadas porque no consumen apenas energía y cumplen los estándares de la certificación Passivhaus. El hecho de que los dos pisos se hayan habilitado en una inmueble de 1910, en la calle Urbieta 18, es un reto para sus impulsores, ya que la mayor parte de las viviendas pasivas existentes se concentran en edificios de nueva construcción.

En Gipuzkoa hay otras dos viviendas pasivas, en edificaciones de nueva construcción, mientras que en Navarra, donde hay mayor interés por este moderno tipo de construcciones, estos alojamientos ascienden a 18, tres de los cuales están en Pamplona. Ninguno se ha ejecutado en edificios antiguos, como sucede en las dos primeras de Donostia.

Este tipo de pisos o edificios tienen que contar con el certificado del instituto Passivhaus, que cuenta con sedes repartidas en todo el mundo y unos estándares más exigentes en eficiencia energética que las actuales normativas legales en vigor del Gobierno Vasco, competente en la materia.

El conjunto de fórmulas constructivas ideadas para que las viviendas consuman la mínima energía posible, sin perder confort, y su certificación como Passivhaus nació hace unos 40 años en Alemania y llegó al Estado español en 2009. Sin embargo, durante sus primeros años y hasta fechas recientes, las viviendas pasivas se han limitado a las de obras nuevas.

Desde hace una década, el interés por este tipo de construcción ha ido en aumento. Según los gráficos de tendencia de Google, Navarra es la comunidad autónoma con más interesados en este tipo de viviendas, seguida de Aragón, Castilla y León, Galicia, Asturias, Madrid y Cantabria. La Comunidad Autónoma Vasca ocupa el octavo lugar actualmente.

En el caso donostiarra, las dos primeras viviendas pasivas han nacido en un el antiguo inmueble que lleva 110 años en pie y que ha terminado recientemente su rehabilitación integral. La obra general se ha aprovechado para habilitar en sus plantas quinta y sexta las dos viviendas que han obtenido el certificado Passivhaus, que garantiza un consumo energético entre un 70% y un 90% inferior al habitual, tras sucesivos exámenes durante la ejecución de los trabajos.

El mayor aislamiento térmico de las estancias es uno de los rasgos principales de esta certificación internacional. Las viviendas pueden mantenerse a temperaturas constantes sin necesidad de usar la calefacción o el aire acondicionado o haciéndolo de modo muy restringido.

Otra de las características de las llamadas casas pasivas es la instalación de un sistema de renovación de aire que permite que en todo momento entre aire fresco del exterior al interior de la vivienda y adapte su temperatura. Para ello, cada apartamento está dotado de un mecanismo de ventilación mecánica cruzada con recuperación del calor que hace innecesaria la ventilación abriendo las ventanas, aunque puede llevarse a cabo si así lo desea el residente, lógicamente.

El sistema de renovación continua del aire también evita los malos olores y, según explican los responsables de Beraitur, empresa encargada de la transformación de los pisos de Urbieta en Passivhaus, también elimina virus y bacterias.

El aislamiento acústico es otra de las características de las viviendas certificadas como Passivhaus, ya que las paredes están dotadas de materiales especiales para ayudar a la insonorización.

La inversión para construir una casa pasiva es más elevada que el de una vivienda al uso. Los cálculos generales indican que puede ser un 10% superior. Sin embargo, en el caso de la calle Urbieta, el gasto ha sido aún superior por tratarse de un edificio antiguo que, además, se han transformado no solo energéticamente sino para ofrecer un resultado de lujo, con materiales de alta gama.

Todo ello da como resultado unos precios de venta de 1.100.000 euros para una vivienda exterior de 101 metros cuadrados útiles, en el caso del quinto piso, y 1.150.000 en el caso del sexto, dotado de terraza y con 94 metros cuadrados útiles.

Así lo explican responsables de la inmobiliaria Areizaga, que comercializa las viviendas y añaden que, además, "cuentan con materiales constructivos exclusivos como, por ejemplo, una placa que reduce las tensiones que se transmiten al suelo", la primera instalación de este tipo que se coloca en el Estado español, según añaden.

Las Passivhaus empezaron a construirse en Alemania en los años 1980 y tienen una ventilación constante por medio de un sistema mecánico