La Estrategia 2030 de Donostia pivota, fundamentalmente, en ocho retos transversales sobre los que se trabaja contando con la aportación de distintos agentes. Realizado el proceso de análisis y diagnóstico previo y fijados los objetivos, queda por delante dar pasos en firme en esa dirección. El director-coordinador de la Oficina de Estrategia, Kepa Korta, comparte con NOTICIAS DE GIPUZKOA lo hecho, lo que queda por hacer y lo que está en marcha en el Plan Estratégico 2030, que se ha marcado afrontar ocho retos: demográfico, cohesión social, transformación tecnológica, ambiental, calidad de vida, identidad o marca de ciudad, economía y hacer frente al covid y sus consecuencias.

¿Cómo está afectando la pandemia a la ciudad y al trabajo de la oficina de Estrategia 2030?

-En la ciudad ha afectado específicamente a algunos sectores. En el caso del comercio de proximidad, de forma positiva; se ha recuperado un poco el valor de la atención próxima. Por ejemplo, se recuperó la atención telefónica a las personas mayores en la primera fase del confinamiento. Pero, por contra, el sector turístico vive una situación crítica. Ha habido afecciones en la forma en la que interactuamos y también creo que hemos descubierto la importancia del duelo.

Una larga lista.

-Hemos reflexionado también sobre la importancia de la digitalización y de la colonización comercial. Este tsunamiha pasado por encima incluso de las grandes cadenas, que están cerrando en Donostia porque lo digital les supera. Defender el comercio local es importante.

Demasiados aspectos a atender.

-El Plan Estratégico se hace con los y las agentes, es un modelo de colaboración público-privada comunitaria. Habíamos acabado de definir los objetivos estratégicos y teníamos que desarrollar los proyectos, algo que habitualmente se hace con grupos de trabajo, que no hemos podido conformar físicamente. Lo virtual sí, pero la videconferencia no genera empatía. Por eso creo que la ciudad recuperará su vida de contacto social, porque lo necesitamos. El proceso se ha ido alargando y hemos decidido recuperar la dinámica de grupos cuando acabe la pandemia. Mientras, a través de entrevistas con agentes de todos los ámbitos estamos tratando de construir un documento inicial.

Ante esta situación, ¿es cuestión de aguantar o se puede ser proactivo?

-Claramente hay que ser proactivo. Hemos estado y estamos desde el punto de vista emocional inmersos en una situación que nos está pasando factura. Pero hay que ser proactivo y tratar de pensar más hacia dónde tenemos que ir que sobre lo que ha pasado. Hemos comprobado que estábamos bien alineados en lo que habíamos planteado como estrategia de ciudad. Cosas como la resilencia o la defensa del comercio de proximidad estaban ya planteadas. Ahora hace falta situarnos en mañana, y el mañana se construye desde hoy.

¿Y qué aprendemos?

-Por ejemplo, las personas en situación de vulnerabilidad ahora están en una situación más frágil. La necesidad de trabajar la inclusión social, la igualdad, es más evidente ahora que antes. Pero tenemos que poner el foco en el futuro, en lo que podemos hacer. Y podemos hacer muchas cosas.

Estrategia 2030. ¿De qué hablamos? ¿Y por qué 2030?

-Desde el año 2001-2002 hemos ido haciendo un Plan Estratégico, cara a 2010, 2020 y, ahora, 2030. Eso ayuda a prever hacia dónde hay que tirar. El futuro lo construimos, aunque nos afecten cosas que pasan. Aquí eso lo conocemos. La apuesta que se hizo por la ciencia y la innovación en el año 2002 ha dado resultados y fue producto de una decisión en el marco de un Plan Estratégico. Son decisiones que necesitan mucho proceso de maduración. Han pasado 20 años y ahora somos una ciudad atractiva para determinadas actividades relacionadas con la investigación en el ámbito bio. Estamos en primera línea mundial. Ha venido Viralgen, Bayer...

¿Y cara a 2030?

-En 2030 tenemos desafíos muy importantes, por ejemplo, en aras a obtener resultados en la disminución de emisiones de carbono. En los primeros cálculos que hicimos, fruto del Pacto de Alcaldes por el Clima, se reducían un 40% las emisiones. Ahora Europa dice que sea un 55%. Para llegar a eso hay que cambiar el modelo de movilidad, no hay otra. También hay que abogar por la rehabilitación energética, el modelo de alimentación Kilómetro 0, etc. En los próximos diez años hay que cambiar el modelo de movilidad y ya se ha comenzado.

¿De qué forma se puede luchar contra la amenaza del cambio climático desde la municipalidad?

-Básicamente de dos formas. Hay cada vez más temporales y más intensos. Tenemos inundaciones, vamos a tener olas de calor y la subida del nivel del mar nos va afectar directamente. Hay que trabajar en eso, tratar de buscar soluciones de forma conjunta con otras instituciones y logrando financiación. Necesitamos que todo el mundo acelere el proceso de reducción de emisiones de carbono, que otras ciudades que no están tan directamente afectadas por la subida del nivel del mar entren en este proceso. Donostia necesita liderar esos procesos de cambio de modelo para que otras ciudades entren. Nos interesa ser líderes para que nos sigan y se logren los objetivos para nosotros y para el mundo.

En una ciudad que aboga por la sostenibilidad, ¿cómo se trabaja con un turismo voraz?

-El turismo es un tema clave de la ciudad. El modelo de turismo tiene que ser sostenible, para que no desborde la forma de vivir de los habitantes de Donostia. Hay que construir ese modelo, no lo tenemos pero hay que trabajar el turismo con criterios de sostenibilidad. Hay que romper con lenguajes simplistas, porque el turismo ha hecho mucho por la ciudad. No tendríamos los festivales culturales que tenemos sin turismo. Hay que lograr que el turismo siga siendo fuente de ingresos y de ideas, pero hay que paliar el problema que surge si el modelo no es sostenible. En algunos barrios hay disfunciones sobre las que hay que trabajar.

Otro cambio más.

-El modelo comercial está cambiando profundamente. Habrá que atacar ese modelo comercial para que haya una igualdad de condiciones. Cuando Amazon distribuye en Donostia, no paga los impuestos en nuestra ciudad, pero sí contamina en ella. El comercio local, además de su labor social, permite que las personas mayores puedan vivir en sus casas y acudir a tiendas cercanas, cotiza aquí. Hay que construir futuro.

¿Sobre qué base?

-Por ejemplo, vamos a un escenario con un aumento de población mayor y sabemos que el sistema va a tener que absorber servicios públicos para atender los problemas que surgen con la edad. Habrá que desarrollar redes urbanas de apoyo para las personas que sigan viviendo en sus casas. Para eso hay que trabajar con tiempo e intentar buscar soluciones ya. Hay ciudades que no lo han hecho y no pueden remontar. Pasó en Detroit con la caída de la industria del automóvil.

En todo este diseño de futuro los jóvenes juegan un papel clave.

-Por eso en 2003 se decidió abrir nuevas vías económicas y de conocimiento. Un 60% de gente de entre 30 y 34 años tiene estudios universitarios y necesitamos actividades en las que puedan trabajar estas personas para que se queden aquí. Pero también vamos a necesitar más gente. Tenemos ya más de un 8% de inmigración, y subirá mucho en los próximos años. La ciudad se tiene que preparar para eso. Vamos a tener nuevas y nuevos donostiarras y tienen que ser donostiarras, tienen que pasar de ser a sentirse donostiarras. Eso es clave. ¿Cómo se construye? La interculturalidad es la base. Esas personas tienen que vivir aquí y, en cierta medida, aceptar las reglas de juego de esta sociedad, pero ellos van a aportar mucho dinamismo. La transformación podemos trabajarla con la distancia de diez años.

Esa integración requiere de un esfuerzo político y cultural.

-Lo primero que hay que hacer es reconocer que hay que actuar. Se está haciendo ya desde el ámbito educativo en algunos lugares con un alto índice de inmigración. Hay ciudades en Gipuzkoa con más de un 18%. Se necesita un modelo de integración y el que propone de la Comisión Europea es el intercultural. Es bienvenido/a, vamos a interactuar con su cultura pero quien viene tiene que saber que hay una serie de valores y condicionantes donde ha llegado. La propuesta del plan es trabajar en un modelo de integración que hay que construir. Hay que fijar cuáles son las claves de este modelo. El trabajo es grande pero nos podemos anticipar a muchas cuestiones. Vemos cómo las mujeres que llegan de países en conflicto trabajan para traer a sus hijas o hijos y hay que hacer las cosas bien para que tengan los mismos derechos y evitar situaciones derivadas de una integración no en condiciones. Esto se plantea en un Pacto para la Inclusión.

Atraer y conservar jóvenes en una ciudad con el precio medio de vivienda de Donostia es complejo, como lo es incentivar la natalidad con políticas de conciliación en un escenario de contratos precarios.

-Se pueden hacer bastantes cosas desde la ciudad y cuando hablamos de ciudad no hablamos solo del Ayuntamiento, porque en el plan participan distintas instituciones y la sociedad. Hace falta atraer y conservar jóvenes, y necesitan soluciones de vivienda y de empleo. La vivienda es uno de los temas más cruciales del paquete. Lo otro también, pero es probable que con la disminución de jóvenes que hay se dé una presión para que los salarios se adecúen a las nuevas circunstancias. La vivienda en Donostia no tiene soluciones mágicas. Se plantea trabajar el tema en profundidad, hay un Plan de Vivienda pero probablemente tengamos que darle una vuelta a cómo podemos buscar soluciones alternativas. Es un problema que no afecta solo a Donostia, aunque aquí el precio por metro cuadrado es de los más altos del Estado.

¿Y entonces?

-No podemos estar construyendo viviendas y viviendas. Habrá que ver otras fórmulas en la ciudad y en su entorno, trabajar la problemática en el área metropolitana. Es un tema complicado y hay que ser conscientes de que la capacidad de la ciudad es la que es. Hay que trabajar en viviendas no ocupadas, sí, pero no hay mucho margen. Es un tema estratégico en el que tenemos que entrar.

Para 2030 el porcentaje de personas en edad de jubilarse será inédito en la historia. ¿Es solo un problema o es también una oportunidad?

-Una persona mayor es un ciudadano o una ciudadana más. De partida, no se reconoce esta situación. Además, estas personas pueden hacer muchas cosas, se hayan formado o no. Es un valor enorme que hay que trabajar para que sigan conectadas a la sociedad. Es un filón. Son muchas personas con mucho tiempo libre. No podemos permitir que queden fuera de la discusión de los temas claves de la sociedad. El problema llega con los mayores de los mayores. Para ello hay que trabajar en el sistema de proximidad. Nos lo ha enseñado el covid. El contacto social te activa, si no lo tienes pasa lo opuesto y las consecuencias son demoledoras, y se ha visto con las personas mayores. Por eso, en la ciudad hay que tomar en cuenta, por ejemplo, el mobiliario urbano. Tener unos bancos en frente de casa a los que bajar para hablar con las personas ayuda, como tener cerca un comercio con comerciantes que hacen de antena ante una situación de soledad. Lo comunitario se convierte en algo esencial y lo ha puesto en evidencia el covid. El tema de la soledad hay que trabajarlo.

Se habla en el plan de la Marca Donostia. ¿Qué es?

-En los últimos años hemos visto que hay una identificación emocional con la ciudad muy poderosa. Hay gente que es de Donostia y gente que no lo es pero tiene una querencia por la ciudad. Eso es una herramienta poderosa. Es el momento de trabajar una identidad donostiarra que nos permita tener una visión común de la ciudad. Por ejemplo, somos una ciudad en la que en ciencia e innovación ocupamos un puesto muy alto en el ranking a nivel mundial. Preguntas a la gente y no lo tiene asumido. Necesitamos que se asuma y nos interesa para atraer a la ciudad a personas que vengan a trabajar en estos centros de investigación. Necesitamos que la ciudadanía se sienta parte del proyecto.

¿Solo en ese ámbito?

-También hay trabajar para que fuera se nos asocie con una ciudad identificada con la cultura. Necesitamos recuperar una identidad dinámica de la ciudad, con futuro. Necesitamos reinventarnos, ir más allá. Si queremos que Donostia sea una ciudad atractiva para los jóvenes, tenemos que asumir un modelo más moderno, asociado a valores. Hay que construir esa identidad propia y asumirla para transmitirla a nivel internacional. Tenemos que trabajar para construir una marca de ciudad asociada a cuestiones con las que no se nos identifica.

¿En todo este proceso qué interrelación se mantiene desde Donostia con la comarca y el territorio?

-Este es un tema que en planes estratégicos anteriores estaba más definido. Por distintas circunstancias que se han dado en la comarca quizá no se ha trabajado suficientemente en el actual. Ahora tenemos que trabajar la escala ciudad, metropolitana, del territorio, con Euskadi, con Iparralde... Por ejemplo, tenemos una centralidad con Bilbao, Baiona, Biarritz, Gasteiz e Iruñea, ciudad esta que está un poco olvidada. Tenemos que interactuar con estas ciudades pero, sobre todo, con nuestra área metropolitana, con la comunidad urbana de Donostialdea. Cada ciudad tiene su papel propio en un conjunto. Hay que trabajar eso desde el punto de vista estratégico, pero buscando nexos comunes desde el punto de vista social, económico, en la movilidad...Pero no se ha trabajando adecuadamente esto y es un tema clave. La alcaldía de Pasaia forma parte de la Comisión para el Plan Estratégico, pero hay mucho trabajo por hacer en esta materia.

Y los barrios, ¿qué papel juegan en este repensar la ciudad?

-Es necesario que haya una mirada desde los barrios. Hemos hecho encuestas de percepción para intentar detectar las claves de sus problemáticas. Pero debería haber una mirada propia de estos barrios, de cuál es su papel en la ciudad. El nuevo distrito Este podría ser escenario de una reflexión de este tipo y después extenderla a otros barrios. Hay que solucionar las problemáticas del día a día de los barrios, pero hay que tener también una perspectiva a medio-largo plazo, una mirada conjunta de ciudad. Hay que contar con la mirada de cada barrio y ser conscientes de sus problemas para romper posibles desequilibrios. No es fácil, pero quizá la creación del distrito ayude a trabajarlo.

En este debate en torno a la Donostia de 2030, ¿cómo se articula la participación de la ciudadanía?

-Este es un debate que se hace con la participación de diversos agentes. La participación la hemos planteado de otro modo. Por ejemplo, realizamos un encuentro con jóvenes para captar ideas, porque en estos procesos pasa que quien decide o los dirige se sitúa en una horquilla de edad de entre 35 y 65 años. Estos son los que están al mando de las cosas. Se quedan fuera los jóvenes y los mayores. En otros momentos realizamos planteamientos más abiertos con la ciudadanía, pasando cuestionarios. Se han hecho encuestas de percepción y nos planteamos hacer un proceso participativo para generar ideas.

¿Y el debate dónde se genera?

-El modelo de ciudad está ahí, el marco en el que se discute es la Comisión para Plan Estratégico, con una presidencia y una vicepresidencia (que no es municipal) y en el Consejo Social, con la representación de casi 80 entidades. Ahí se discute y ahí están representados distintos colectivos. En este marco se ha hecho el diagnóstico y el análisis de tendencias para tomar decisiones sobre hacia dónde ir. Todo se trabaja de forma conjunta con los agentes. En participación hemos hecho cosas distintas, como un concurso de ideas a través de la red, en el proceso 2020. Creemos que una orientación de ese tipo podría ser la adecuada.

¿Cuáles son los compañeros de viaje en este plan?

-En el Consejo Social, el marco donde se aprueba el plan, están el Ayuntamiento, la Diputación, el Gobierno Vasco, asociaciones de distinto ámbito, la Cámara de Comercio, Adegi, colegios profesionales, etc. Se recogen distintas miradas.