- La Casa de los Solteros ha solucionado por fin sus problemas de accesibilidad y cuenta ya con un elevador, a punto de empezar a funcionar, que salva los 13 peldaños que separan el portal del ascensor.

Las obras del edificio de la plaza Lapurdi 1, referente del racionalismo en Donostia y construido en 1936, fueron denunciadas el pasado mes de diciembre por Áncora, que las calificó de ilegales por modificar el interior del portal y ejecutarse dentro del periodo de moratoria sin licencias decidido para una serie de edificios de la ciudad cuya catalogación estaba revisando el Plan Especial de Patrimonio Urbanístico Construido (Peppuc). La asociación de defensa del patrimonio expuso públicamente que el edificio está catalogado en grado B y su Ordenanza Particular establece que se deben conservar “sin modificaciones, el portal y todos sus elementos originales”.

El Ayuntamiento respondió que la licencia estaba otorgada antes de la moratoria y, por tanto, tenía permiso legal de obras, además de añadir que no modificaba el aspecto del portal, un espacio llamativo en mármol negro con letras de la época.

La obra no ha consistido en eliminar parte de la escalera para llevar el ascensor a ras de calle, como se ha hecho en numerosos edificios del entorno, sino en colocar una silla elevadora, que permitirá a los residentes, algunos de avanzada edad, poder acceder hasta el ascensor sin subir a pie 13 peldaños.

Para ejecutar esta obra ha sido necesario eliminar primero medio lateral del tramo de escaleras del portal y luego el otro medio con el fin de crear 13 peldaños donde antes había 12 y así compensar el escalón eliminado que existía entre la calle y el portal, sustituido por un paso inclinado.

Los vecinos de la Casa de los Solteros están satisfechos de haber podido terminar la obra, que fue solicitada hace ya años por los residentes ante la necesidad de algunos de ellos de contar con elementos para mejorar la accesibilidad. “Hemos tenido que esperar a que acabasen las obras de la fachada, que han durado tres años, para poder iniciar las de accesibilidad”, explica un residente, que lamenta lo sucedido a un vecino. “Le dio un ictus y, como no podía acceder bien a casa, el matrimonio se fue hasta acabar la obra. En ese tiempo, la mujer falleció y el hombre volvió, ayudado por cuidadores para subir y bajar. Le hacía muchísima ilusión la obra de la silla elevadora pero, lamentablemente, ha fallecido justo antes de que comenzara la reforma para instalarla”, destaca.