a de ayer fue una jornada especialmente extraña para los vecinos de Irun. Durante primer lunes con las restricciones en materia de movilidad decretadas por el Gobierno central de Madrid funcionando a pleno rendimiento, las calles centrales de la localidad bidasotarra no parecían las mismas que las de hace apenas unos días; una imagen a la que más que previsiblemente habrá que acostumbrarse.

En el paseo Colón, principal arteria del municipio, el descenso de transeúntes era palpable. La leve llovizna que cayó durante buena parte de la mañana pudo tener que ver con la reducida afluencia de peatones, que en su mayoría portaban paraguas y no mascarillas, si bien la situación de confinamiento generalizada a causa del COVID-19 se evidenciaba de formas más sutiles.

A media mañana, la responsable del quiosco de la plaza Ensanche, Raquel Gonçalves, aseguró a este diario que el día estaba siendo "mucho más tranquilo de lo habitual", no tanto por la escasez en las ventas sino por la cantidad de viandantes. De hecho, la poca afluencia de personas en la calle no había afectado en demasía a la venta de prensa, que ayer estaba teniendo algo más de éxito que las revistas. Eso sí, de pararse a mantener una conversación, nada. "La gente viene a lo que viene: compra y se marcha", explicaba la quiosquera.

En cuanto a ventas, Gonçalves apuntó al domingo como el verdadero pico en la venta de prensa. Visto lo visto, la dependienta afirmó que para el día de ayer esperaba "bastante menos" actividad en las calles.

Por su parte, Elena Pérez, dependienta en la Tahona de la avenida Puiana, cerca de la plaza Embajador Aristegui, afirmó que si bien las mañanas estaban siendo muy buenas en cuanto a cantidad de trabajo, "las tardes son horribles". "Parece que la gente tenga miedo de que se agote el pan, cosa que no va a pasar, y se da prisa en venir cuanto antes", continuó narrando Pérez, que añadió que, de seguir así la tendencia, se plantearán cerrar el establecimiento por las tardes.

En el local, en el que había varios clientes, siempre respetando la distancia prudencial de un metro, ya habían dejado de servirse cafés el domingo, con la estancia de los clientes restringida a la zona del mostrador. Cuestionada por la venta de prensa, Pérez respondió que para las 12.00 horas de ayer ya se le habían agotado todos los periódicos: "Han volado".

En cuanto a la labor del Ayuntamiento, el equipo de Gobierno local se reunió de urgencia durante la mañana del domingo para establecer nuevas medidas frente a la atípica situación. Así, al cierre de todas las instalaciones públicas vigente desde el viernes, se le sumaron medidas como la suspensión del servicio de OTA, la reducción de la frecuencia de autobuses urbanos en las líneas 1 y 2 de Irunbus en un 50% y en un 30% respectivamente, o el aumento del plazo de limitación al aparcamiento en las zonas de carga y descarga durante las 24 horas para facilitar el abastecimiento de los establecimientos de alimentación.

Asimismo, el área de Bienestar Social anunció ayer que contactará próximamente con personas mayores de 75 años que viven solas en la ciudad para responder a sus necesidades si fuera necesario. Además, en colaboración con Protección Civil y Cruz Roja, se ha habilitado un formulario en irun.org para que los que lo deseen se apunten a una bolsa de voluntariado para, llegado el caso, prestar apoyo a la comunidad.

El Consistorio ha abierto un espacio en la web municipal para recabar voluntarios que, llegado el caso, puedan apoyar a la comunidad