Rostro familiar de 'Txoriene', el veterano programa gastronómico de 'ETB1' que comparte ante las cámaras con Zigor Iturrieta, Patrizia Vitelli se ha convertido en una de las voces más frescas y cercanas de la cocina vasca actual. Influencer gastronómica, presentadora y autora de los libros 'Cremas de verduras' y 'Cremas, recetas de cuchara para todas las estaciones', Vitelli lleva tiempo conquistando a su comunidad digital con platos coloridos y llenos de emoción. Apasionada de los fogones y de las historias que nacen alrededor de una mesa, esta arrasatearra de 34 años deslumbra con esa forma tan suya de transmitir que comer bien no tiene por qué ser complicado. Sus recetas están impregnadas de “alma casera”; son “sencillas y reales” como ella misma las define. “Cocino con lo que tengo y con lo que siento”, asegura.
¿En qué momento se dio cuenta que la cocina ocuparía un lugar más importante que el de una simple afición?
Creo que no fue un solo momento, sino una especie de hilo invisible que se fue tensando sin darme cuenta. Cocinar siempre había sido mi refugio, pero durante una época de muchos cambios personales me di cuenta de que me hacía feliz compartir lo que cocinaba. Y cuando ves que eso conecta con la gente, que hay emoción al otro lado, ya no puedes dejarlo en un rincón. Ahí entendí que la cocina podía ser también mi forma de contar historias.
¿Quién ha sido su mayor influencia?
Mis amamas: Juanita y Tere. Cocinan con lo que hay, sin recetas escritas, y todo les sale bien. De ellas aprendí que la cocina no es solo técnica, sino cariño, intuición y memoria. También me han influido mucho los viajes y la cocina vasca, esa forma tan nuestra de poner el producto en el centro y celebrar alrededor de una mesa.
¿Qué papel jugó el confinamiento en su evolución como cocinera y creadora de contenido?
Fue un punto de inflexión total. De repente, la cocina se convirtió en un refugio colectivo y las redes en una forma de acompañarnos. Cocinaba todos los días para distraerme y acabé creando una comunidad preciosa que creció de forma muy natural. En un momento tan incierto, cocinar fue mi manera de aportar algo bonito al caos.
¿De qué manera vivió el proceso en el que su cuenta @foodiario se estaba convirtiendo en algo grande?
Creo que me di cuenta cuando la gente empezó a escribirme para decirme que mis recetas les recordaban a su infancia, o que habían vuelto a cocinar gracias a ellas. Más que los números, lo que me hizo pensar “vale, esto va en serio” fue sentir esa conexión emocional con tantas personas.
"Cocinaba todos los días para distraerme y acabé creando una comunidad preciosa que creció de forma muy natural"
Usa el pseudónimo ‘Vitelli’ tomado de ‘El Padrino’. ¿Por qué lo eligió?
Me fascinó siempre la figura de Apollonia Vitelli, ese personaje tan breve pero tan potente de 'El Padrino', una de mis películas favoritas. Me apropié de ese apellido casi como un guiño: una forma de firmar con algo que mezclaba cine, raíces y carácter mediterráneo.
Estudió Liderazgo Emprendedor e Innovación. ¿Cómo le ha influido esa formación en su trayectoria?
Muchísimo. Me enseñó a pensar de manera creativa, a emprender sin miedo y a entender que los proyectos se construyen desde la autenticidad. Esa base me ha servido tanto para crear contenido como para emprender en gastronomía: detrás de cada receta o colaboración hay estrategia, valores y propósito.
En 2015 montó ‘Bilbao Food Tours’. ¿Cómo fue esa experiencia?
Fue mi primer proyecto serio y una escuela brutal. Aprendí de logística, de hospitalidad, de gestión… y, sobre todo, de personas. Guíar a viajeros por Bilbao a través de la comida me enseñó que cada pintxo, cada mercado y cada productor cuentan una historia. Esa mirada la sigo llevando conmigo.
De las redes a la tele
Lleva desde 2022 en ‘Txoriene’. ¿Qué vivencias o aprendizajes le ha dado la televisión que no había tenido con ‘Instagram’?
La televisión me ha enseñado a improvisar, a trabajar en equipo y a disfrutar del directo, donde no hay margen para repetir. En 'Txoriene' hay mucha naturalidad y mucha risa, y creo que eso me ha hecho crecer también como comunicadora. 'Instagram' es más íntimo; la tele, más coral. Y las dos cosas acaban complementándose.
"Un buen aceite, un caldo casero y unas verduras bien tratadas hacen magia”
Empezó con recetas saludables, pero ahora se das más libertad. ¿Cómo definiría su estilo culinario actual?
Cocina sencilla y real, con alma casera. No me interesa la perfección, me interesa el sabor y la emoción. Cocino con lo que tengo y con lo que siento. Un día es una crema suave, otro una lasaña contundente. La clave es disfrutar sin etiquetas.
¿Comemos bien los vascos y vascas?
Tenemos una cultura gastronómica impresionante, pero vivimos tiempos de mucha prisa. Comemos bien cuando tenemos tiempo, y mal cuando no. Creo que el reto está en reconciliar la tradición con el ritmo actual: cocinar más en casa, comprar local y recordar que comer bien no es complicado.
¿Cuál es el secreto para lograr platos deliciosos sin complicaciones?
Buena materia prima, cariño y equilibrio. No hace falta complicarse para comer bien: basta con conocer los básicos y jugar con ellos. Un buen aceite, un caldo casero o unas verduras bien tratadas hacen magia.
"Cocino con lo que tengo y con lo que siento. La clave es disfrutar sin etiquetas"
¿Qué opina del ‘boom’ gastronómico en redes? ¿Cómo distingue el contenido valioso del puramente viral?
Creo que las redes han democratizado la cocina: cualquiera puede inspirarse o aprender una receta en un minuto. Pero también hay mucho ruido. Para mí el contenido valioso es el que transmite conocimiento o emoción, el que tiene una historia detrás, aunque no sea perfecto. La comida sin alma se olvida rápido.
¿Tiene algún otro proyecto en mente?
Sí, varios. Acabo de publicar mi primer libro de cocina, centrado en cremas y sopas con historia, y preparando el lanzamiento de otros proyectos relacionados con gastronomía. Soy inquieta por naturaleza, así que seguro habrá más.
"Creo que las redes han democratizado la cocina: cualquiera puede inspirarse o aprender una receta en un minuto"
Por último, una receta.
Una de las más repetidas en mi perfil y que resume muy bien mi forma de cocinar: salchichas al horno con brócoli, boniato y cebolla morada. Solo hay que cortar todo en trozos de bocado, colocarlo en una bandeja, regar con un buen chorro de aceite de oliva, ajo en polvo y una pizca de sal. Media hora al horno a 180°C y la magia sucede sola. Es una receta sin pretensiones, pero con todo lo que busco en la cocina: sabor, sencillez y que deje la casa oliendo a hogar.