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Garikoitz Agirrezabal: pelotari, juez de pelota y fabricante de pelotas

Al urretxuarra Garikoitz Agirrezabal le apasiona la pelota: jugó a pelota a mano, en la actualidad juega a pala, es juez de pelota y, además, fabrica pelotas

Garikoitz Agirrezabal: pelotari, juez de pelota y fabricante de pelotasAsier Zaldua

Los padres de Agirrezabal regentaron el bar del frontón Ederrena de Urretxu cuando él era un niño y su padre juega a pala, por lo ha mamado la pelota desde niño y es normal que sea un apasionado de este deporte. Con solo 5 años, empezó a jugar a pelota a mano. “Jugué hasta los 18 años. Con 18 empecé a jugar a pala. Desde entonces he jugado a pala corta, pala larga y paleta. Participo en campeonatos. Juego con el club de Ordizia y hace poco perdimos la final del campeonato de Gipuzkoa de pala larga. Hace algunos años ganamos el campeonato de Gipuzkoa de paleta, pero he perdido las tres últimas finales que he disputado”.

Juega de zaguero. “Me costó habituarme a la pala. Había jugado a frontenis, pero la pala es distinta. Tienes que aprender a darle fuerza. Se aprende poco a poco. Los veteranos pierden fuerza, pero siguen dando guerra. Es porque saben jugar. He aprendido a entrar a la pelota y trabajar el tanto. Mi punto fuerte es el saque”.

Cuando jugaba a mano también era zaguero. “Fueron años muy bonitos. Además, tuve la oportunidad de participar en el Torneo Interpueblos. Urretxu ha jugado una sola vez en los últimos años y me tocó a mí. Pero mis manos dijeron basta y me pasé a la pala. De todos modos, para entonces estaba un poco cansado. Con 18 años algunos pegan un gran subidón y otros nos quedamos estancados. Decidí jugar a pala y resultó todo un descubrimiento”.

Además de jugar a pala, ejerce de juez. “Empecé en la época en la que trabajé en Gasteiz, por iniciativa propia. Tuve que pasar un examen. Después me llegó una convocatoria para ser juez en partidos entre profesionales y me presenté. Llevo siete años como juez. En verano solemos tener mucho trabajo”, explica.

En su día ejercía de juez en partidos de todas las modalidades, para la Federación. Hoy en día se dedica en exclusiva a los partidos de pelota a mano entre profesionales. “Todos los fines de semana tengo algún partido. Voy a todos los partidos de Gipuzkoa excepto los que se juegan en Eibar. He ejercido de juez en dos finales del campeonato por parejas: la de hace dos años y la última”.

Le gusta la labor de juez. “Al principio sentía un poco de presión, pues me veía con mis ídolos. Hoy en día, salgo a la cancha muy tranquilo. Hay jueces que lo pasan mal a causa del público, pero a mí no me afecta. Además, los pelotaris nos ayudan mucho. Con los de antes era más difícil. Te nemos buena relación con los pelotaris. A veces discutimos por alguna jugada en concreto, pero no sufro por ello”. Además, a algunos pelotaris les conoce desde que era un niño. “Altuna y compañía son de mi quinta. Fue una quinta muy buena”.

Pelotari, juez... y pelotero. “Empecé hace unos 15 años, en la clase de artesanía del colegio Ganzuri. Tengo guardada en casa la primera pelota que hice. Aquellas Navidades le pedí al aita que me regalara material para hacer pelotas. Es lo más difícil de conseguir que le he pedido, pero lo logró, con la ayuda de un amigo”.

Ha aprendido por su cuenta, viendo cómo trabajan los artesanos en las ferias y haciéndoles preguntas: cómo coser, con qué hilo, con qué aguja... “La primeras pelotas que hice no botaban como debían. Un pelotero me dijo que había que hacer 1.000 pelotas para que la 1.001 saliera bien. Al principio necesitaba dos horas para hacer una pelota mala y ahora necesito menos de una hora para hacer una buena. A estas alturas, me basta con coger una pelota en la mano para saber dónde poner más lana para que bote bien”, comenta.

Poco a poco, fue corriendo la voz y la gente empezó a pedirle pelotas. Ha participado en la feria de arte y artesanía Made in Urola de Zumarraga y en el torneo popular de Zumarraga de este año han utilizado sus pelotas.

Él hace pelotas goxuas y no tiene problemas, pero en los torneos de profesionales los que seleccionan el material siempre están expuestos a críticas. “Creo que el número de quejas ha bajado. En la época de Aimar Olaizola y Juan Martínez de Irujo solía haber más quejas. Puede pasar que algún día no se acierte con la pelota, pero hoy en día todo está muy bien medido y se acierta casi siempre. Suelen poner pelotas bastante adecuadas”.

Desgraciadamente, cada vez hay menos peloteros. “No hay mucha gente que sepa hacer pelotas y algunos se están haciendo mayores. Con las cestas pasa lo mismo. Hay que hacer labor de transmisión para que esos oficios no se pierdan”.