El sábado de las fiestas de Antzuola es el día dedicado a realzar la identidad como pueblo. Y, como marca la tradición, el Alarde ha cumplido esta tarde con este cometido, manteniendo el guión, aunque con una novedad significativa: el estreno de la nueva pieza musical que sustituye a la marcha real fusilera, de origen borbónico, que se ha venido interpretando durante el último siglo.
El acontecimiento en el que toman parte más de 170 vecinos y vecinas ha iniciado su representación al compás de los tambores. Los dos bandos, cada uno por separado, avanzan uno tras otro. Primero desfila el jefe de la compañía antzuolarra, papel que asume Lander Domínguez, y tras su séquito, hace su aparición Abderramán III, en cuya piel se mete Zishan Tariq. De esta forma se ha revivido el hecho que fusiona el recuerdo a las antiguas milicias forales y a la batalla que el rey navarro Sancho Garcés I libró el 26 de julio del año 920 contra los musulmanes en Valdejunquera (valle de Gesalatz); un enfrentamiento que, según narra esta escenificación, contó con la intervención de una compañía de vecinos de Antzuola.
En sustitución de la marcha de los Borbones
Este símbolo del patrimonio cultural se ha ido renovando y rejuveneciéndose. La última adaptación, que se ha presentado este sábado en sociedad, es fruto de un proceso de reflexión que ha suprimido la 'Marcha de Fusileros para pífanos y tambores' de la casa de los Borbones del siglo XVIII. El nuevo himno que ya acompaña los pasos del Antzuolako Alardea ha sido creado por el músico local Ion Gurutz Biteri con la colaboración de los txistularis.
La puesta en escena del acto más simbólico de las celebraciones festivas se ha cerrado envuelta en la emoción del homenaje que se ha rendido a Patxi Azkarate, director del coro durante los últimos 40 años, que se ha despedido del cargo.