“Me metí más de una vez en el río Deba para recuperar un balón”
Sergio González, 'Kuki', ya era recogepelotas en Lerun con 12 años. Luego fue el utillero del Haundi y, este sábado, 45 años después, ha recibido el homenaje del club de su vida
Los prolegómenos del partido entre el CD Elgoibar y el Mondragón en Mintxeta han acogido este sábado el homenaje a Sergio González, Kuki, en reconocimiento a sus 45 años como utillero del Haundi. El acto contó con la presencia de los presidentes con los que ha compartido su larga andadura en el seno del club. Prueba de esa dilatada relación es el hecho de que un año antes de que accediera al cargo de utillero, la selección Argentina de Menotti y Kempes se proclamó campeona del mundo bajo la sombra de los manejos de la dictadura de Videla y, en la Liga, la Real Sociedad de Arconada, Kortabarria, Zamora, López Ufarte y Satrustegi le plantaba cara al Real Madrid, anunciando los títulos que llegarían poco después.
¿Cómo recuerda aquellos primeros años trabajando para el club?
Lo cierto es que empecé a hacerlo antes de 1979. Con 12 años ya era recogepelotas en Lerun, a la vez que jugaba en el equipo infantil. Fue a los 14 años cuando me propusieron ser el utillero del primer equipo en lugar de Odilo Atrio. En aquel tiempo no había lavadora en Lerun y me tocaba coger la ropa y llevarla a la tintorería; como es natural, muchas veces totalmente embarrada. Una vez limpia, la guardaba y la preparaba para el siguiente partido. De allí al tiempo me tocó hacer la ‘mili’. Cuando me licencié, el utillero era Manolo, pero cuando se fue al Eibar, me llamaron desde el club y aquí he estado desde entonces hasta el final de la pasada campaña en la que llegó el momento del adiós.
Buena parte de su trayectoria estuvo ligada al campo de Lerun, un terreno de hierba natural que exigía muchos cuidados.
Me tocaba pasar el rodillo, cortar la hierba del campo y la del entorno, y marcar con cal el terreno de juego antes de cada partido. Cuando se produjo el traslado a Mintxeta dejé de preocuparme del terreno de juego, ya que es de hierba artificial. Pasé a atender más el cuidado de la ropa, lavando la de los partidos y los entrenamientos en las nuevas instalaciones, aprovechando que tenía lavadoras y secadoras. Tocó adaptarse a la nueva situación y acomodar mis nuevas responsabilidades al trabajo a relevos en la empresa.
¿Cómo afectó el cambio de la hierba natural de Lerun a la hierba artificial de Mintxeta a la forma de jugar al fútbol?
Antes era un fútbol más de fuerza; los campos como Lerun, que eran todos, lo exigían así. Había jugadores con calidad, pero muchas veces tocaba jugar en campos embarrados y la solución era el patadón. Ahora, la hierba artificial permite un juego más de toque que antes era imposible. Entre la lluvia y lo que se regaba el campo, muchos terrenos eran auténtico chocolate.
En estos 45 años el fútbol ha cambiado mucho, empezando por el calzado de los jugadores, que tiene poco que ver con las botas de diseño y las suelas multitacos de hoy.
Antes los tacos eran de aluminio. Cada bota tenía seis y su longitud variaba dependiendo del campo en el que se iba a jugar. Si había mucho barro se utilizaban los tacos más largos y si estaba duro, otros más cortos, lo que te obligaba a cambiarlos, bota a bota y de uno en uno, antes de cada partido. En Lerun siempre se ponían los largos.
El balón de fútbol sigue siendo redondo, pero me temo que me dirá que los de ahora tienen poco que ver con los que había cuando empezó a trabajar como utillero.
Pesaban mucho más y chupaban mucha agua si el campo estaba mojado. De hecho, los colgábamos de unas cuerdas en los vestuarios, como la ropa, para que se secaran de tanta agua que cogían. Había que cuidarlos mucho porque no había tantos como ahora. Lerun estaba al lado del Deba y más de una de una vez me tocó meterme al río para recuperar algún balón porque habían terminado en el agua durante un partido.
En una trayectoria de tantos años habrá momentos que le habrán marcado de una manera especial.
Ha habido de todo, alegrías y algunos disgustos, pero si hubo una época especial fue la de los años que ascendimos a Segunda B. Lo que se vivió en los play-offs de ascenso fue algo impresionante, y la experiencia en Segunda B fue muy bonita. Nos dio la oportunidad de viajar, pasar noches fuera y medirnos a rivales que estaban muy por encima de nosotros por su potencial económico. Pese a todo, una temporada llegamos pelear por el ascenso a Segunda División, algo impensable para un pueblo como Elgoibar. No creo que vuelva a vivir una situación similar. De hecho, subir a Tercera División ya sería un gran logro pero es muy complicado. Vivimos momentos inolvidables, pero también es cierto que hubo veces que llegué a casa el lunes a las 3:00 de la madrugada, después de un partido fuera, y entraba a trabajar en el relevo de las 6:00. De todos modos, sarna con gusto no pica.
45 años como utillero, además de su labor como delegado de campo durante varias temporadas, le permiten tener una visión privilegiada de la afición al fútbol en Elgoibar. ¿En qué momento está?
A día de hoy hay muchos más equipos, tanto masculinos como femeninos, y más de 500 jugadores en las diferentes categorías, pero el ambiente en el campo ha ido a menos. Lo que se vivía en Lerun tiene poco que ver con lo que sucede en Mintxeta. Los partidos se jugaban a las 15:30 y Lerun estaba a tope. En Mintxeta el ambiente ha bajado. Si se reúnen 200 espectadores para ver al Haundi ya es mucho. Curiosamente, buena parte de los que acuden son gente que ya solía ir a Lerun.