Rosita Maiztegi Markuleta nació en la casa Zapatarikua de Bergara, el 28 de agosto de 1924. “Mi madre (Eugenia) fue de Oñati a Bergara, a servir. Mi padre (Ventura) trabajaba en Eibar, haciendo escopetas. Cuando se casaron, pusieron un bar. Mi madre era muy buena cocinera. Los días de feria, todos los baserritarras iban al bar de mis padres. Los señoritos de Bergara también iban al bar de mis padres. Solían pedir los pollos de casa, preparados en la cazuelita negra. Cuando vine a Zumarraga, mi hermano (Antonio) siguió con el bar. Zapatarikua estaba en el cruce de Soraluze y Elgeta y en 1973 nos expropiaron la casa, para construir el polígono industrial. Echaron a 33 familias a la calle. Eran los tiempos de Franco y nos pagaron una miseria”, recuerda.
Para entonces, Maiztegi vivía en Zumarraga. “Mi marido (Bernardino Urtzelai) estuvo en la guerra y anduvo como estraperlista. Traía cosas de Francia, para su hermano. En Bergara no tenía trabajo y vino a Zumarraga, con un amigo. Pusieron un pequeño taller en la casa de Barreiros. Conocí a mi marido en Bergara, en el baile de la banda de música. No era muy hábil bailando, pero cantaba muy bien. Le encantaba cantar tangos y rancheras. Cuando nos casamos, compramos este piso (viven en la casa de Ramón Mendia, en la calle Piedad). Su amigo era de Durango y su novia también era de allí. La novia no quería venir a vivir a Zumarraga y, cuando se casaron, el amigo de mi marido se fue a Durango. Mi marido se quedó solo y se asoció con Faustino Espina”, cuenta.
A Maiztegi le costó mucho amoldarse a Zumarraga. “Nuestro primer hijo, José Ramón, nació al año de venir a Zumarraga. Durante aquel año fui mucho a Bergara. Zumarraga era tan triste en aquella época... Como no había autobuses para ir a Bergara, iba con los fruteros en sus camiones. Una vez llegué tarde a casa. Estaba embarazada y volvimos a Zumarraga por Udana, con la carretera nevada. Mi marido estaba esperándome en la puerta de casa. Me dijo que no fuera más a Bergara. Eran otros tiempos...”.
Su amiga Maite
Al final, consiguió amoldarse a Zumarraga. “Hoy en día, no iría a vivir a Bergara”. Tuvo tres hijos: José Ramón, María Eugenia y Amaia. En aquellos tiempos, las puertas de las casas estaban abiertas. “He tenido muy buenos vecinos. Maite San Miguel, por ejemplo, fue una gran amiga. Enviudó siendo muy joven y nos ayudábamos mucho mutuamente. Sus hijos vinieron a felicitarme por mi 100º cumpleaños. Josu Jon (el consejero delegado de Repsol Josu Jon Imaz) recordó que mi madre le llamaba porterito. De niño solía venir a nuestra casa. Mi madre no podía caminar y le solía decir: porterito, joan eta atea zabaldu (porterito, ve y abre la puerta)”.
La protagonista de este reportaje se encargó de la educación de sus hijos y, cuando estos crecieron, les ayudó en la tienda de electrodomésticos que regentó la familia. Le gusta mucho hacer ganchillo y punto y recientemente ha hecho una prenda para un bisnieto. También le gusta ver la televisión y leer. Sus hijos dicen que está al tanto de todo lo que sucede en el mundo. “Veo, sobre todo, ETB. Telecinco, nunca. Me gusta mucho la pelota. Mi pelotari favorito es Jokin Altuna. También me gustaba mucho viajar. En 1965 hicimos un crucero a Holanda, de la mano de la empresa Phillips. Visitamos la fábrica de Phillips. Recuerdo que Carmen Sevilla, su marido Augusto Algueró y la cantante Aretha Franklin también participaron en aquella visita. En otra ocasión fuimos a Nueva York, también de la mano de Phillips”.
Solo dos pastillas al día
Ya no viaja, pero no tiene motivos para quejarse de su salud. Solo toma dos pastillas al día: una para dormir y la otra para la tensión. Solo le fallan las piernas. “Afortunadamente, las calles de Zumarraga están de maravilla para aquellos que tenemos que movernos en silla de ruedas. Se lo dije al alcalde cuando vino a felicitarme con motivo de mi cumpleaños”.
Celebró su cumpleaños en el restaurante Etxeberri de Zumarraga, con cerca de 40 familiares: hijos, nietos, bisnietos... Tiene intención de celebrar muchos más cumpleaños. “Hace poco murió una mujer de 117 años y, cuando conoció la noticia, mi madre dijo si llego a esa edad... Yo le respondí que para entonces nosotros no estaremos aquí”, concluye su hijo.