Kostaldetik gertuko istorioak, dirigida y producida por Imanol Sistiaga (SistiStudio), dura una hora y treinta y cinco minutos y ha sido grabada en Pasaia, Donostia, Getaria, Sitges, Mallorca... En este proyecto destaca la belleza de las imágenes. Las entradas se venden a ocho euros en Xenpelar (Errenteria) y en Berezi (Donibane).

¿Qué podrán ver el próximo miércoles quienes se acerquen a Juanba Berasategi?

Podrán ver un documental con pinceladas de ficción con 24 cuentos o historias. Lo he desarrollado a modo de cineasta independiente; he hecho la producción, la dirección, todo. Me considero un filmmaker, como cuando los hermanos Lumière inventaron el cine hace más de 100 años en París y filmaron su primera obra que fue la salida de los trabajadores de una fábrica. Ellos hacían la filmación, el guion...

¿Cuánto tiempo le ha llevado elaborar este proyecto?

Lo he estado desarrollando durante cinco años, desde 2019 a 2024. He disfrutado, sufrido, llorado... Me ha sido muy difícil, porque lo he hecho sin ninguna financiación. Quería ser muy libre y hacerlo a mi modo. Mi amatxo, que era muy sabia, me dijo: “Lo vas a acabar, que tú eres muy tenaz y muy trabajador”. Y así ha sido.

¿Por qué ha decidido estrenar este trabajo en Pasaia?

–Es un honor para mí presentarlo en el Juanba Berasategi, puesto que sale mucha gente de San Juan. Filmé la kantujira, el coro, La Salve... Cuento también la historia de mi padre que era marino y pasaba seis meses en Terranova y lo felices que éramos cuado volvía y lo celebrábamos tomando una chocolatada en Donostia en la casa Otaegui.

¿Hay algún mensaje que se quiera transmitir con este trabajo?

Que lo local es lo más universal a la vez. He leído mucho, he visto mucho cine y teatro y cuando llegué aquí hace dos años, después de 37 años trabajando en Barcelona, ha sido redescubrir Euskal Herria con la mirada del emigrante que se fue, del guiri que ha aprendido otra cultura. Mezclo la cultura mediterránea con la atlántica y amo las dos culturas. Ha sido como un reencuentro con cosas cercanas. He filmado el alarde de Hondarribia, al Aita Mari... Esta remirada a lo que hay aquí ha sido hecha con amor, sin tapujos, de una forma sencilla.

En las 24 historias que hay en el documental siempre está presente el mar.

Sí, siempre busco el mar, llevo el salitre en el alma desde que nací. Me baño casi todos los días en el mar, lo hago aquí en mi rinconcito y en Ondarreta y lo hago también en Sitges, aunque el agua esté a diez u once grados.

Otro de los protagonistas es Pasaia, ya que varios de los capítulos están dedicados a ella.

Esa es la razón de haber decidido presentarla aquí. Sale un montón de gente de Pasaia. Creo que van a gozar al verse retratados en la película por una persona que han visto varios días filmando por su pueblo. Sobre San Juan se cuenta que en el siglo VII ya vivía gente y luego se habla sobre los apellidos importantes del pueblo que ya han desaparecido como fueron los Platain o los Arizabalo.

¿Por qué Pasaia es tan especial?

Aquí hay muchas historias, mucha tradición, mucha fuerza. Aquí estuvo la Compañía Guipuzcoana de Caracas operando. También están las bateleras que son como un mito. Hay algunos estudiosos que dicen que el matriarcado vasco nació en la bahía y es probable porque los pueblos se iban a las guerras, a ser corsarios para los reyes y a ser marinos de alta mar. Hay personajes ilustres en este pueblo como Blas de Lezo. Por tanto, hay historias brutales en Pasaia en las que incidí en un mediometraje titulado Kresala ariman que más de 7.000 personas han visto en Youtube.

¿Cómo le surgió la idea de grabar este documental, su primer largometraje?

Empecé a grabar sin tener un guion definido, sin saber muy bien qué estaba buscando. Lo escribí y lo reescribí y la película se me fue a más de dos horas. Pensé que era demasiado larga y que para eso hacía una serie. Así que conseguí recortarla a una hora y 35 minutos y no me aburre. Para mí tiene la longitud ideal. Hay algunas cosas mías personales que he metido en las historias, algunas fantaseadas, pero otras súper reales, por eso lo llamo documental con toques de ficción.

¿Después de Pasaia se podrá ver ‘Kostaldetik gertuko istorioak’ en algún otro lugar?

Quiero que tenga un recorrido; quiero ponerlo en cines muy concretos durante un periodo corto de tiempo y presentarlo en festivales. Finalmente, espero que pueda vendérselo a una plataforma. No sé al estreno cuánta gente vendrá, hay 180 plazas. Al fin y al cabo, las pelis se hacen para que la gente las vea.

¿Está inmerso en algún otro proyecto?

Soy muy inquieto y, al margen de mi trabajo como fotógrafo y diseñador, he pensado hacer algo en Filipinas, donde vive un amigo mío productor. También estoy escribiendo una película que quiero rodar en Sitges y en un caserío. Quiero hacer unos cinco o seis largometrajes más, hasta el día que me muera, que espero que sea dentro de 40 años. Durante mi vida he aprendido mucho y sigo todavía aprendiendo mucho.