Por suponer un respiro en la rutina diaria y, sobre todo, celebrarse en un ambiente que ya huele a vacaciones (las de Semana Santa), lo cierto es que Erramu Zapatua volvió a demostrar ayer que es uno de los encuentros con más tirón entre bergararras y visitantes. Desde el patio del Seminario hasta la plaza San Martín, pasando por Ibargarai, Fraiskozuri y Simón Arrieta, centenares de personas de todas las edades recorrieron, sin perder detalle, los distintos escenarios que acogieron una feria, con marcado sabor festivo, que puso de manifiesto que los clásicos no cansan y siguen siendo la esencia de una de las citas más queridas y esperadas en Bergara.

El día amaneció nublado; incluso la lluvia hizo algún tímido amago con pequeñas gotas, pero eso no mermó las ganas de fiesta en una mañana que arrancó pausada y que fue pisando el acelerador a medida que avanzaron las horas. Productos agrícolas, maquinaria, animales y artesanía volvieron a ser los ingredientes del menú de Erramu Zapatuko feria. Entre el ganado, las vacas fueron el centro de las miradas, aunque tampoco faltaron los ejemplares de raza caprina y caballar. Lo artesanal, lo propio, lo hecho a mano y lo tradicional tuvo su punto de encuentro en la plaza San Martín, mientras que en Fraiskozuri el público ojeaba, y también compraba, la variada oferta de productos de alimentación que ofrecieron medio centenar de puestos, donde la repostería y las conservas encabezaron la lista de delicias más demandadas.

Talos y pintxos a base de pollo de caserío para ir abriendo el apetito se sumaron a una jornada de feria en la que no faltó la banda sonora de los trikitilaris, las dantzas y la comida popular, entre otras actividades. No cabe duda: Erramu Zapatua está en plena forma.