Mutriku Ander Albizu regresó del Campeonato de España de Ciclismo en Pista Paralímpico disputado en la localidad madrileña de Galapagar con una notable cosecha de medallas. Albizu se hizo con el oro en la modalidad de persecución individual y en la prueba de scratch, así como con el bronce en la prueba de velocidad por equipos defendiendo los colores de Euskadi junto a Garro y Oleaga. Este bagaje de metales le hizo acreedor a la medalla de plata en el omniun final, en el que se computan los resultados globales de los corredores en las diferentes pruebas en las que toman parte. El joven mutrikuarra, de 21 años de edad, compite defendiendo los colores del Tolosa CF y está encuadrado en la categoría C5, que incluye a los ciclistas con un menor grado de discapacidad. Esta circunstancia le permite tomar parte en las pruebas de las categorías cadete y junior, tanto en las de pista como en las de carretera, que también forman parte de su calendario. La cita de Madrid ha puesto el punto final a la temporada de pista para Albizu y ha marcado el inicio de una temporada de carretera que para Albizu comenzó ayer con la participación en el XXXIX Premio Atxukale para corredores de la categoría junior que se disputó en su localidad natal, Mutriku, donde recibió el homenaje de sus vecinos. Albizu se muestra feliz por los resultados que ha obtenido en Madrid y, sobre todo agradecido a los que le han apoyado, como los componentes del Txiringi Team, su cuadrilla y la familia.

Los resultados de Madrid invitan a pensar que ha llegado a los campeonatos en un estado de forma óptimo. ¿Cómo ha sido la preparación?.

–Empecé a preparar la temporada a finales de octubre con la participación en la Gipuzkoa Challenge de pista para corredores de la categoría junior. Fuimos a Portugal a hacer una prueba para ver cómo estaba y el resultado fue positivo. Logré la segunda plaza y, además, las sensaciones fueron buenas. Mejoré trece segundos en la prueba de persecución con respecto al año pasado, lo que supone una rebaja de casi un segundo por cada una de las 16 vueltas de las que consta la prueba. Los cerca de dos meses que quedaban hasta los campeonatos de España los he aprovechado para llegar lo mejor posible a Galapagar.

Está encuadrado en la categoría C5, reservada a corredores con un menor grado de discapacidad, lo que le permite competir en pruebas de la categoría junior. ¿En qué medida le beneficia en su puesta a punto?

–Tener que participar en pruebas de ciclismo adaptado me obligaría a viajar a otras provincias y a pasar fines de semana fuera, con el coste que supone. Por otro lado, al competir con los júniors no tengo necesidad de salir fuera de aquí. Al cabo de la temporada compito en unas 20 carreras de pista de la categoría junior y en cuatro reservadas a ciclistas de la categoría de deporte adaptado. En júniors se corre a un ritmo más alto que en las prueba de ciclismo adaptado lo que me viene bien para mi puesta a punto.

Ni Mutriku ni Debabarrena cuentan con velódromos en los que entrenar. ¿Cómo resuelve este problema?

–Dos o tres veces a la semana tengo que desplazarme en coche al velódromo de San Sebastián para entrenar y competir. Salgo sobre las 17.30 y vuelvo en torno a las 21.00 o las 22.00. En Berriz también hay un velódromo. Está más cerca, pero la pista es descubierta y el invierno no es la mejor época del año para entrenar allí.

Como tantos otros chavales, sus inicios en el deporte estuvieron vinculados al fútbol ¿En qué momento decidió que se iba a dedicar a correr en bicicleta?

–Empecé a compatibilizar el fútbol y la bicicleta cuando era cadete de segundo año, pero no empecé a competir hasta 2020. La bicicleta siempre ha estado muy presente en casa ya que mi padre también fue ciclista. Fue él el que me llevó a un biomecánico para adaptar la bicicleta a mis condiciones. El biomecánico era Emaitz Izagirre, entrenador de la selección vasca de deporte adaptado y preparador también de un medallista olímpico. Él fue el que me animó a competir. A mi padre le pareció bien la idea, pero me dio un año de prueba para ver si dejaba el fútbol y me tomaba en serio la afición por la bicicleta. Pasado el año, vi que me gustaba y me animé a seguir.

¿Cómo recuerda su primera competición en pista? Un velódromo es un escenario que impone, con ese suelo de cemento y esos peraltes casi imposibles para andar en bicicleta por su verticalidad.

–Recuerdo que en septiembre le comenté a Emaitz que estaba dispuesto a competir y en enero ya estaba tomando parte en el Campeonato de España. Me presenté con hora y media de preparación en pista. Hasta ese momento nunca antes había corrido en un velódromo. Cuando vi cómo era, pensé que aquello no era lo mío. Estaba francamente asustado, pero lo cierto es que a día hoy me siento más a gusto corriendo en pista que haciéndolo en carretera.

Las medallas de Galapagar le sitúan en el grupo de elite de su categoría. Este año París será el escenario de los Juegos Paralímpicos. ¿Se ve tomando parte en esa cita?

–A día de hoy es un sueño imposible. El nivel del ciclismo adaptado en pista estatal, en especial en las categoría C4 y C5, es bajo si lo comparamos con el que hay a nivel internacional. Llevamos muchos años de retraso con respecto a otros países. Se puede decir que estamos empezando.

¿Cuáles son las causas de ese retraso del ciclismo adaptado en relación con otros países?

–Por un lado, el desconocimiento que hay de este deporte y, por el otro, la edad media es muy alta; hace falta que se incorpore más gente joven al ciclismo adaptado. Hay que tener en cuenta que la mitad de los ciclistas que compiten en ciclismo adaptado llegan a él como consecuencia de un accidente, aunque no es mi caso. Markel Alonso, que tiene 20 años, y yo, que tengo 21, somos los más jóvenes de la selección de Euskadi. El siguiente ciclista más joven puede tener unos 45 años. Hay un salto de edad muy grande y sería interesante que jóvenes con algún grado de discapacidad vieran en el ciclismo una alternativa para la práctica del deporte

¿Qué pasos deberían darse para que esa gente a la que se refiere y que tiene una discapacidad se acercara al ciclismo adaptado y lo conociera mejor?

–Es necesario dar visibilidad a este deporte, organizar pruebas para que la gente que tiene alguna discapacidad vea que también puede practicar el ciclismo. Hacen falta apoyos pero de momento no los hay. Este año hemos intentado crear un equipo de ciclismo adaptado con el fin de que sirviera de plataforma para que otros corredores con discapacidad se animaran a practica este deporte. Hemos buscado patrocinios, pero de momento no hemos encontrado ayuda para sacar adelante el equipo.

¿Qué argumento utilizaría para animar a personas con discapacidad a probarse con la bicicleta?.

–La bicicleta aporta muchas satisfacciones. Me despeja la mente y hace que un día que ha empezado mal, por lo que sea, termine siendo un buen día gracias a lo que he disfrutado pedaleando.