¿Cuándo abrió la tienda?

Fue en 1988, por iniciativa de las tres hermanas: Maite, Maria Eugenia y yo. Ellas se encargaban de la estética y los masajes y yo de la tienda. Hicimos varios cursos para trabajar en la herboristería. Diez años más tarde, abrimos la tienda de Legazpi. Allí trabajó nuestra cuñada Clotilde. Maite se jubiló y ahora soy yo la que se ha jubilado. Se quedan María Eugenia y mi hija Idoia.

¿Por qué decidieron abrir una herboristería?

A Maite le gustaba mucho el tema de las hierbas y fue ella la que propuso abrir una herboristería. Yo quería abrir una librería, pero no encontré un local adecuado. Los de la editorial Elkar me ofrecieron su ayuda, pero pregunté por dos locales de las calles Soraluze y Legazpi y me respondieron que no querían alquilarlos. Al final, nosotras abrimos la herboristería y la librería la abrió Jesús Udabe.

¿Había muchas herboristerías en Urretxu y Zumarraga?

El mismo año en el que nosotras abrimos nuestra heboristería, Mila Bosque abrió la suya. Antes que nosotras, solo estaba María Luisa, de Belarzain. Pero no hemos sido competencia, sino cómplices. Desde el primer día. Cuando abrimos la tienda éramos jóvenes y nuestros hijos eran muy pequeños. En agosto decidimos cerrar la tienda y le llamé a María Luisa para comentarle que iba a decir a mis clientes que fueran a su tienda. A muchos cursos íbamos juntas, si yo no tenía algún producto les decía a los clientes que lo traería o que fueran a las otras herboristerías del pueblo...

¿Ha trabajado a gusto?

Todas hemos trabajado a gusto y hemos disfrutado mucho. Estoy contenta porque he llegado a la jubilación con buena salud, pero no tengo ninguna queja del trabajo. Todos los de casa lo hemos hecho todo alrededor de la tienda.

¿Por qué decidieron establecerse en Bidezar?

–Somos de Eitza, pero estamos muy orgullosas de trabajar en Bidezar. Cuando fuimos a pedir el crédito, en Kutxa nos recomendaron abrir la tienda en Elizkale: los locales eran más bonitos, el espacio más abierto... Le dije que en Bidezar también conseguiríamos que alguien nos comprara algo. Hemos sido una tienda de barrio, pero hemos llegado a todo el pueblo.

Han tenido una relación muy buena con la gente.

Cuando la gente nos hablaba de hierbas que no conocíamos, les decíamos claramente que no las conocíamos. Hemos tenido muy buena relación con los clientes: nos hemos dado los unos a los otros y hemos recibido los unos de los otros. En el pueblo hay gente que sabe mucho de hierbas. Nos contaban cuándo recogían las hierbas, cómo hacían las pomadas... y nosotras lo apuntábamos todo.

¿Ha cambiado mucho su oficio?

Sí. Hoy en día hay muchos productos, se hace mucha propaganda, se habla de productos milagrosos... Los clientes también han cambiado mucho. Los que de niños venían con sus padres, hoy vienen con sus hijos. Me hace mucha ilusión. Recuerdo lo que la abuela daba a la madre y, por lo tanto, sé lo que la madre dará a su hija. Por otro lado, estos últimos años han llegado muchos inmigrantes: sudamericanos, árabes... Tienen mucha costumbre de utilizar hierbas y nos informan acerca de hierbas que no conocemos. Hemos creado una relación muy bonita con las marroquís y las sudamericanas y centroamericanas. Durante la primera gran crisis de Argentina vinieron muchos argentinos y pusimos paquetes de mate en el escaparate. ¡Qué ilusión les hizo! Una argentina me dijo hace poco que llegó aquí hace muchos años y que es mi clienta desde el segundo día.

Le habrá hecho ilusión que su hija Idoia le haya cogido el testigo.

María Eugenia se encargaba de los masajes y yo de la tienda. Cuando alguien llamaba por teléfono, teníamos problemas para atender a los que entraban a la tienda. Pensamos en contratar a alguien, pero antes decidí comentarlo en casa. Mis dos hijos me dijeron que no. Por aquel entonces Idoia vivía en Bilbao, pero me dijo que estaban pensando en volver al pueblo porque les parecía que aquí les resultaría más fácil educar a los niños. Idoia ha sido la salvación. Es profesora, pero le gusta este mundo y se ha preparado para trabajar en él. Por otro lado, nuestra cuñada Clotilde falleció y en la tienda de Legazpi también necesitábamos un relevo. Allí tenemos a otra Idoia. Es como de la familia. Las dos Idoias se arreglan de maravilla. En la tienda de Legazpi también trabaja nuestra sobrina Amaia, hija de Clotilde. Es bióloga de formación y trabaja en ese mundo: tiene una consulta de kinesiología y naturopatía.

Por lo tanto, se puede decir que sus tiendas tienen futuro.

Dicen que las tiendas pequeñas están abocadas a cerrar, pero no lo sabemos. Nuestros productos se pueden conseguir por Internet. En eso no somos especiales. Pero ofrecemos comunicación. Pensamos que nunca faltara gente a la que le guste salir a la calle y hablar con otras personas. En las grandes superficies también venden lentejas, nueces, pan o miel; pero aquí hablamos con nuestros clientes acerca de cómo preparar las lentejas, sabemos cómo elaboran su miel los de Aikur, sabemos dónde compran el trigo los panaderos de Itsaso, sabemos que las nueces de Agerre son muy buenas...