La Guerra Civil les queda lejos. Vinieron al mundo seis décadas más tarde de que el conflicto bélico desencadenara el infierno en una continua y violenta sucesión de episodios, que marcaron esta cruenta y oscura etapa de la historia reciente. Pero a pesar de la distancia generacional han querido desenterrar la memoria femenina. Las voces calladas con pesado silencio. “Aunque ha pasado mucho tiempo, hay que poner el foco en la parte desconocida de la historia, para que estas mujeres resistentes no sean olvidadas”, reivindican.

La eibartarra Irati Álvarez Malaxetxebarria, la galdakaotarra Lorea Elorriaga Garamendi y la bilbotarra Itziar Juaristi Bilbao han sido compañeras de pupitre en Mondragon Unibertsitatea. Las tres son las autoras del documental Beste aldea. Gizona ez den hori, que enhebra el relato a través de los ojos de las mujeres que vivieron el horror de la contienda en Elgeta y la pedanía bergaresa de Angiozar. El proyecto es parte del trabajo de fin de grado con el que estas jóvenes de 21 y 22 años redondearon sus estudios de Comunicación Audiovisual. Desde el principio quisieron abordar la Guerra Civil española, con el objetivo de “recuperar la memoria histórica y visibilizar los acontecimientos del pasado”, cuentan al unísono. “Comentando nuestra idea con las y los profesores, Ainhoa Larrañaga nos animó a hacer un documental centrado en su barrio, Angiozar, y en Elgeta. Hay que tener en cuenta que la línea del frente se detuvo justo en la frontera entre Gipuzkoa y Bizkaia, y que Angiozar y Elgeta fueron dos puntos importantes junto con los Intxortas, donde estaba la defensa republicana”, exponen.

Tenían claro, asimismo, que las protagonistas debían ser las mujeres, porque “su versión suele estar en un segundo plano”. “Mirando al frente de Intxorta podemos decir que en él también hubo milicianas defendiendo el bando republicano, aunque se conocen solo los nombres de unas pocas, entre las que se encuentran: Clara Morán, Isabel Berichinaga y Juanita Lefevre”, apunta Irati Álvarez.

La memoria histórica tiene nombre de mujer

Y si bien la mayoría no pelearon en las trincheras, fueron igualmente víctimas de la brutal represión franquista. “Asesinadas como Francisca Lamarain Aranzabal, Andresa Iriondo Etxabe y Francisca Ojanguren Iribekanpos; violadas (Anttoni Telleria Askasibar); encarceladas (Johana Gallastegui, Apolonia Laspiur y Antonia Askasibar Aranzabal); exiliadas (Pilar Gorrochategui Basauri) y deportadas (Carmen Goikoetxea Gorostarzu). Otras sufrieron robos, como es el caso de Benita Ojanguren y Juliana Askasibar; fueron obligadas a hacer trabajos forzados (Justa Askasibar), y formaron parte de la resistencia (María Concepción Arbulu)”, detallan.

La voz de los testigos

La fuerza testimonial del documental, que fue rodado durante el mes de abril, descansa en las recreaciones que cámara en ristre rescatan las vivencias de los protagonistas, aderezadas con las entrevistas a vecinas y vecinos de Angiozar y Elgeta. Las grabaciones más antiguas a mujeres ya fallecidas que vivieron la guerra en sus propias carnes, pertenecen a la asociación memorialista Intxorta 1937 Kultur Elkartea y se complementan con otras fuentes documentales –han echado mano de diferentes libros– para dar más peso y consistencia a la reconstrucción de los hechos.

En todo el proceso han tenido como compañeros de viaje a los miembros de Intxorta Elkartea, que han aportado sus ideas y revisado el trabajo audiovisual, además de brindar el soporte para su difusión. Agradecen, a su vez, el apoyo que han recibido por parte de Iñaki Arenaza. Documentación, rodaje, puesta en escena… para alumbrar una cinta que tuvo su puesta de largo hace unas semanas, y que ya forma parte del material que custodia el Centro vasco de Interpretación de la Guerra Civil situado en Elgeta. “La intención es divulgarlo también a través de la web de la asociación Intxorta y traducirlo al castellano”, adelanta Irati.

A pesar de la distancia en el tiempo, como mujeres que son, estas tres jóvenes se han empeñado en dejar constancia de un testimonio, en formato audiovisual, que es “un claro ejemplo de que todavía hay mucho camino por recorrer para recuperar nuestra memoria histórica”.

“Hemos visto cómo los hombres son considerados sujetos únicos y universales de la guerra, mientras que las mujeres se relegan a un segundo lugar y son olvidadas. Parece que se borran del mapa cuando queremos saber sobre nuestra historia. Pero fueron resistentes y sufrieron mucho”, recalcan estas graduadas en Comunicación Audiovisual, al tiempo que piden la implicación de las instituciones y asociaciones para “apoyar la memoria colectiva, más allá de exponer las vivencias de las mujeres de forma oral entre la ciudadanía y como anécdota”. “Hay que dar a conocer la historia en su conjunto: que las mujeres estuvieron en la guerra, el rol o papel que desempeñaron, y que sufrieron represión”, sentencia Irati Álvarez.