Es, sin duda, un actor clave de San Antonio. Motor de la vida cultural de este barrio bergarés. La sociedad Gure Ametsa ha alcanzado el medio siglo de andadura entre fogones, rindiendo culto a la buena mesa, pero impulsando, a su vez, numerosas iniciativas fuera de sus cuatro paredes.

Tras un primer aperitivo el miércoles de la mano del alpinista Alex Txikon, ayer, el mismo día en el que cumplía 50 años –se inauguró el 25 de marzo de 1973–, Gure Ametsa Elkartea celebró el grueso del programa conmemorativo de sus bodas de oro con una misa, el concierto de la orquesta de la Musika Eskola, y la asamblea de socios, donde se homenajeó a dos de los fundadores, Andrés Fernández y Miguel Ángel Ibarzabal, antes de dar paso a la comida, que sirvió un suculento menú, aderezado con un reguero de recuerdos y no pocas anécdotas.

Tras cinco décadas la sociedad continúa donde vio la luz, en los bajos del caserío Etxebarrikua, en la calle San Miguel. La iniciativa capitaneada por Martín Arriaran, el primer presidente, y secundada por Javier Ilzarbe reclutó a otras personas como Javier Manso, Javier Gabilondo, Juan Antonio Fernández, Florentino Laskurain, Pepe Pérez, Honorio Agirregabiria, y los citados Miguel Ángel Ibarzabal y Andrés Fernández, entre otros. Medio centenar de personas –ahora son 30– se embarcaron en esta aventura, que en sus inicios tuvo como socio de número al que fuera párroco de la ermita del barrio, don Serafín Esnaola, de cuyo espíritu dinamizador y organizativo se contagiaría la Sociedad Cultural Recreativa Gure Ametsa.

“Nuestro sueño”

Son muchas las iniciativas que han florecido bajo su caparazón. Las fiestas del 13 de junio y la Napar Feria de diciembre son sólo algunos de los ejemplos que siguen su curso. Y aunque en todo este tiempo han atravesado diferentes etapas, han sabido mantener encendida la llama que da nombre a la sociedad: Gure ametsa, nuestro sueño. Ayer volvieron hacer honor a ello.