Iñaki Beldarrain Solatxi ofrecerá este jueves la charla Don Bruno. Un agente nazi en Legazpi después de la Segunda Guerra Mundial. El acto será en la casa de cultura de Legazpi, a las 19.00 horas. La asociación Burdinola ha publicado un monográfico de la revista Txinpartak que recoge el trabajo de investigación realizado por Beldarrain.

Este hombre trabajó en la empresa Patricio Echeverría y supo de la existencia de Don Bruno cuando le encargaron fabricar una prensa. Era un trabajo complejo y dos compañeros le informaron de la existencia de un libro sobre prensas mecánicas, traducido del alemán. La traducción la había realizado Don Bruno.

A Beldarrain le picó la curiosidad y descubrió que el alemán vivió en Irun y nunca estuvo en nómina en la empresa Patricio Echeverría, pero el empresario legazpiarra le puso un piso en la casa del bar Txoko. Prestó servicios a la empresa, desde 1955 hasta 1966. Hacía vida social con los altos cargos de la empresa: iba al Casino con ellos. Se sospechaba que el alemán escondía algo, pero en Legazpi Beldarrain no logró más información.

Decidió investigar más a fondo, pero ni siquiera sabía cuál era el apellido del misterioso alemán. Como vivió en Irun, puso el foco allí. Se puso en contacto con Sagrario Arrizabalaga, archivera de Irun. Esta se implicó en el proyecto y descubrieron que Bruno Lesser estuvo empadronado en la villa Vallet del barrio Beraun de Irun desde 1937 hasta 1981, de manera intermitente. En 1981 abandonó Irun para volver a su país natal.

A Beldarrain le pareció llamativo que hubiese llegado a Irun a comienzos de la Guerra Civil y su estancia fuera tan prolongada e intermitente, pues durante aquellos años la frontera era un nido de espías y uno de los lugares donde se llevaba a cabo el contrabando de wolframio o tungsteno. Además, Patricio Echeverría utilizaba ese material en su fundición.

Buceando en el archivo de la CIA dio con el documento The factual list of nazis protected by Spain, de Eliah Meyer. En ese trabajo aparece que Don Bruno fue repatriado a Alemania en 1946, fue profesor de alemán, vivió entre Irun y Málaga (mantuvo dos villas en las dos ciudades) y tuvo dos hijos.

Y en 1947, el periódico La Vanguardia Española se hacía eco de la vuelta a España de Don Bruno. “Fue puesto en libertad porque no tenía delitos graves, pero había sido repatriado contra su voluntad y los repatriados contra su voluntad no podían volver a España. Él lo consiguió, por lo que se deduce que tenía contactos importantes. Y el deseo de volver a España hace pensar que tenía intereses en España y que se sentía más seguro que en Alemania”, comenta Beldarrain.

Pero seguía sin saber a qué se había dedicado don Bruno y se puso en contacto con Carlos Collado, especialista en las relaciones entre el franquismo y el Tercer Reich. De su mano, supo que Don Bruno se afilió al partido nazi en 1934 (muy temprano), fue agente nazi y pasó gran parte de la Segunda Guerra Mundial en la embajada de Lisboa (de Portugal también salió mucho wolframio).

Koldo Salinas, experto en la historia del Bidasoa, le informó de que Bruno y su esposa regentaron varios restaurantes en Irun y cuando abandonaron la ciudad no dejaron ni rastro.

Beldarrain estaba convencido de que Don Bruno fue algo más que hostelero y profesor de alemán y en los archivos de la CIA encontró, por fin, que se le consideraba cómplice de Johannes Bernhardt en el transporte y contrabando de wolframio. Bernhardt mantuvo una relación muy estrecha con Franco. Durante la Guerra Civil, desempeñó un importante papel en el envío de armas y suministros alemanes a las fuerzas sublevadas. Después, dirigió el conglomerado de empresas Sofindus.