Al margen de grandes proyectos y festivales, el 2022 deja en el País del Bidasoa una cruda tragedia que se vive pero escapa a Irun y Hondarribia:la migración que trata de alcanzar suelo francés con la esperanza de un futuro mejor.

Desde que ha resurgido este fenómeno habitual en la década de los 60 y 70 del siglo XX, cerca de una decena de personas ha muerto ahogada en el río, en sus inmediaciones o arrollada por un tren. Una realidad ante la que la ciudadanía bidasotarra clama cada vez con más fuerza, sin que los gobiernos de Madrid ni París, ni Bruselas amaguen con modificar su posición.

A las puertas de Navidad, y en lo que a grandes proyectos se refiere, el consejo de administración de Adif adjudicó la construcción de la nueva estación internacional a la UTE compuesta por OHL y Construcciones Adolfo Sobrino, que deberán tener listo el edificio en 30 meses. Uno de los primeros grandes pasos de la reordenación urbanística denominada Vía Irun. 

El crecimiento de Irun no va a parar en los próximos años después de que, por fin, el ámbito de Korrokoitz haya visto aprobado su Plan Especial. Cerca de 16.000 metros cuadrados que se sumarán a los planes a orillas del Bidasoa, tras el traslado de Brioche Pasquier desde el canal de Artia a Ventas. La demolición de la antigua Vertiz Ford permitirá ampliar el polideportivo de Azken Portu y desahogar en parte la acuciante falta de instalaciones deportivas.

Korrokoitz y el traslado de Pasquier abren nuevas opciones urbanísticas, que permitirán atender las demandas de vivienda y de zonas deportivas

En Hondarribia, la compra del Castillo de San Telmo ha sido una de las noticias del 2022, que se despide con la posibilidad de visitar la infraestructura que defendía el puerto hondarribiarra en el siglo XVI.

El Castillo de San Telmo pertenece ya al Ayuntamiento de Hondarribia. Iker Azurmendi

Una recuperación del patrimonio pensada en los y las hondarribiarras, pero también en el turismo, que ha cerrado el año en cifras de récord. Si miramos el verano de la ciudad costera, así lo ha sido, ya que tras la pandemia, la ocupación hotelera estival ha rondado el 98%, entre cinco y ocho puntos más que en 2019 y 2021. Unos datos que invitan al optimismo para el año entrante.