Mucha gente lo espera como agua de mayo. Es una vieja reivindicación compartida por los usuarios del transporte público, y los numerosos peatones y ciclistas que recalan en esta zona de paso y descanso que enlaza las localidades de Oñati, Bergara y Arrasate. La llegada de un baño público a San Prudencio-Elorregi está más cerca. Tras sus constantes idas y venidas, el anhelado proyecto ha cogido el rumbo adecuado y la instalación del aseo, que se alojará en una renovada parada de autobuses con nueva marquesina y aparcamiento para bicicletas, será una realidad el próximo año. La obra se sufragará a cuatro bandas: entre los ayuntamientos de los tres municipios, y la Diputación.

Las primeras peticiones ciudadanas se cursaron en 2017 desde Oñati y la alcaldía pedánea del barrio bergarés de Elorregi. Un par de años más tarde, con la apertura de la cafetería sobre ruedas Sanprubusa, la demanda del WC público volvió a la palestra gracias a una recogida de firmas que se remitió a los consistorios de Arrasate y Oñati. Este último ha asumido el liderazgo de desatascar y encaminar el proyecto que dotará a San Prudencio de una parada reformada, utilizada sobre todo por viajeros oñatiarras que tienen que hacer transbordos en este punto para dirigirse a localidades tan cercanas como Bergara.

Desde el Ayuntamiento de Oñati –el de Arrasate también reservó una partida de sus presupuestos participativos para este cometido– se ha buscado la implicación del resto de instituciones por ser San Prudencio frontera y parte de los tres pueblos, y del ente foral por tener la competencia del transitado cruce comarcal.

Ha sido un recorrido largo. Pero ya hay acuerdo. La actuación tiene un presupuesto estimado de 222.000 euros, de los que “la Diputación financiará el 60%, y el 40% restante lo aportaremos los tres ayuntamientos a partes iguales”, explica la alcaldesa oñatiarra, Izaro Elorza.

Baño químico

Primero ha habido que acercar posturas y después lidiar con el problema de la falta de infraestructuras urbanas de abastecimiento de agua y de una red de saneamiento de aguas fecales en la chopera de San Prudencio, cuyo despliegue elevaba la inversión a cerca de 800.000 euros. Un considerable coste que ha desembocado en una solución intermedia para no demorar aún más la ejecución de la obra. Se instalará, de este modo, un baño químico en lugar de autolimpiable, aunque este último no queda descartado. Será un tema, sin embargo, que habrá que “analizar de cara al futuro, involucrando a más instituciones”, exponen desde el Gobierno municipal oñatiarra.

El compromiso alcanzado por las cuatro partes hay que recogerlo en un convenio de colaboración que se espera firmar el próximo mes. A partir de ahí se abrirá la veda de la licitación de las obras que “nos gustaría poner en marcha este otoño”, señala Elorza. La idea es que los trabajos de la nueva parada salgan a concurso este año y se ejecuten en 2023.

Queda, no obstante, algún fleco suelto: el mantenimiento y limpieza; un tema que se está abordando con la Mancomunidad de Debagoiena para que esta asuma los gastos, al tratarse de un espacio mancomunado.

Cuatro meses de obra

En 2020 el Consistorio de Oñati encargó a Taper Arkitektura un anteproyecto, que en 2021 se redondeó con el de ejecución, y ahora da un paso más con la contracción de la mencionada empresa para la dirección de las obras, que una vez iniciadas se prevén acometer en unos cuatro meses.

Así, la nueva marquesina que sustituirá a la actual tendrá una superficie de 56 m2, con una anchura mínima de la acera de dos metros. En un extremo se ubicará el váter químico (en su construcción se dejarán preparadas las infraestructuras para conectar en un futuro el abastecimiento de agua a la red), y en el otro se adecuará el aparcamiento para bicis. En el centro de la instalación se proyecta un soporte para incorporar una pantalla o carteles informativos con los horarios de los autobuses.