Antaño en todas las casas había un hacha y muchas de esas hachas fueron fabricadas en Ezkio, por los hermanos Joxe y Agustín Iturbe. Se calcula que fabricaron cerca de 100.000, de forma prácticamente artesanal, en el taller Mitxenea de Ezkio. El fotógrafo Joseba Urretabizkaia y el escritor Álvaro Bermejo les han dedicado un libro.

El primer herrero de Mitxenea fue Juan Miguel Berasategi, abuelo de Joxe y Agustín. En Ezkio no había herrero y Berasategi aprendió el oficio en Zegama. Iba a pie hasta la localidad goierritarra y pasaba la semana allí. Cuando aprendió el oficio, abrió Mitxenea. Corría el año 1878.

Una hija de Berasategi se casó con el herrero Carlos Iturbe, con quien tuvo a Joxe y Agustín. La madre de los dos protagonistas de este reportaje quedó viuda y se volvió a casar, con Melchor Labartza. Este hombre era hermanastro de Iturbe. Él también era herrero y fue quien enseñó el oficio a Joxe y a Agustín.

Ocho al día

Se especializaron en fabricar hachas. Así, en su tarjeta de visita ponía Iturbe hermanos. Fábrica de hachas. Fabricaban unas ocho hachas al día y se calcula que llegaron a fabricar unas 100.000. Las vendían en las ferias de la zona y también las enviaban a Bizkaia, Nafarroa, Cantabria, Madrid... También trabajaron para los mejores aizkolaris del momento. Estaban entre los principales fabricantes de Euskadi.

Era tal su dominio del material, que se convirtieron en los hombres de confianza del empresario Legazpiarra Patricio Echeverría. Sus probadores. Cuando le llegaba un acero nuevo, enviaba una muestra a los hermanos Iturbe para que le dijeran si era suficientemente bueno o no.

Tal y como recuerda Bermejo, eran grandes profesionales. Cuando los aizkolaris australianos vinieron por vez primera a Euskadi, se impusieron en todas las pruebas. Cuando finalizó la competición, los Iturbe entraron a los vestuarios y pidieron permiso para ver las hachas de los australianos. Además de observarlas, compraron todas las que pudieron. En el siguiente campeonato, los vascos se impusieron a los australianos porque los Iturbe copiaron e incluso mejoraron las herramientas de los australianos.

El taller de los Iturbe es un templo del hacha y se conserva tal y como lo dejaron los dos hermanos. La fragua tiene más de 100 años y hay algunas máquinas inventadas por ellos mismos. Bermejo considera que se debería abrir un museo.