eberían dejar estas terrazas, al menos hasta que se recupere un poco la hostelería; sería una faena bien gorda quitarlas". Esta es la opinión de Marian Bañuelos, hostelera del bar Tita Lupe, de la calle Misericordia de Gros, el primero de Donostia que se acogió al permiso especial del Ayuntamiento para instalar una terraza con mesas y sillas ocupando varias plazas de aparcamiento en la calzada con motivo de la pandemia.

Aunque esta hostelera sabía que la medida era provisional, para ayudar a la actividad de los locales afectados por las restricciones de aforo, la probable retirada de estos apéndices no le resulta positiva, como tampoco a otros hosteleros consultados por este periódico, que desearían mantener las tarimas en las calzadas "al menos hasta que se recupere un poco la hostelería", como recalca Bañuelos. Las palabras del alcalde, Eneko Goia, que dijo el martes que habrá que volver a la normalidad "también en este ámbito" le hace temer la anulación de estos permisos especiales.

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Bañuelos recuerda que, tras la inauguración de su terraza el 7 de enero, muchos establecimientos acudieron al suyo para asesorarse sobre la tarima. Y recuerda que algunos hosteleros que han solicitado el permiso especial para instalar terrazas en la carretera lo han estrenado hace poco. "Solo en material nosotras nos gastamos unos 2.000 euros y eso que el aita nos construyó la tarima, pero otros, entre los materiales y la construcción, se han gastado mucho más", explica una de las socias del Tita Lupe, un local largo y estrecho, que ha ganado visibilidad con la terraza.

La pequeña calle que une el apeadero de Gros con la calle Miracruz tiene ahora "otro toque, otra calidez y otra estética", según señala la barera, que dice que si les obligan ahora a eliminar la tarima "se corta el negocio". "Estos últimos días, cuando ya parecía que se iban a suavizar las medidas en el interior de los bares, los clientes mostraban su preocupación por la posibilidad de que retirasen la terraza porque se han acostumbrado a ella", dice la profesional de la hostelería, que confía en que el Ayuntamiento comprenda la situación.

De la misma opinión es el hostelero Rafa Díaz, que lleva el bar Motoclub, en la calle Usandizaga, una vía en la que no solo ha instalado una tarima este local sino, también, el cercano Gure Txoko, el restaurante japonés Tatami, la pequeña taberna Bart y el restaurante vasco-mexicano Gatxupa. "Si nos quitan estas terrazas nos van a perjudicar mucho", dice el hostelero, que admite que sabía que la medida era provisional, aunque señala también que "la ciudad ha cambiado en este tiempo".

Según su experiencia, mientras en el verano de 2020 su bar estuvo "vacío, vacío, vacío", la puesta en marcha de la terrazas cogiendo plazas de aparcamiento acarreó "muchísima mejoría". "No es solo que haya unas mesas más para los clientes sino que ejerce como escaparate y llama también a que la gente, muy reticente en la pandemia a entrar en los bares, lo haga", dice. El hostelero recuerda que, cuando instalaron este tablado, "de estar hundidos pasamos a florecer y empezamos a ver la luz".

"era un aparcadero"

Rafa Díaz reconoce que el Ayuntamiento puede sufrir "presión" por parte de los vecinos, que han visto reducir sus plazas de aparcamiento en la calle Usandizaga, pero señala que la transformación urbana es uno de los objetivos de la institución local, que trabaja para "evitar la entrada de coches a la ciudad". "Esta calle se había convertido en un aparcadero y ahora tiene otro ambiente, al que han ayudados estas terrazas", señala. No obstante, sabe que estos añadidos nacieron como provisionales y pueden morir por ello mismo.

Estos locales y otros como el único bar de la calle Prim, el Izarraitz, que fue de los primeros en instalar terraza en la calzada, esperan ahora a que alguien les informe de su futuro más cercano, con la esperanza de poder aguantar.

Otros tienen menos miedo porque, a diferencia de los anteriores, no ubican sus tarimas en plazas de aparcamiento sino sobre el carril bus, sobre ampliaciones de acera o en lugares cercanos al bar, antes no autorizados por la ordenanza municipal, que quedó suspendida por la emergencia sanitaria con un decreto de Alcaldía.

Por ejemplo, los cuatro bares que comparten una gran tarima de 44 metros cuadrados en los primeros número de la calle Easo, confían en poder mantenerse más tiempo porque no ocupan plazas de estacionamiento. Así lo señala, por ejemplo, Carlos Enrique, dueño del bar Ciaboga, famoso por sus platillos de patatas, que recalca las cuatro mesas con sus sillas que tiene ahora sobre el tablado son la primera terraza que de la que ha podido disfrutar desde que el local tiene licencia, en 1965. Para este pequeño bar, la existencia de la terraza ha supuesto otra vida, que le ha ayudado también a diversificar sus especialidades centrándose en las tortillas.

En este tramo de la calle Easo, el Ciaboga y otros tres bares -el Lobo, el Juan Sebastián Bar y La Goleta- han optado por instalar una tarima conjunta para todos ellos. Enfrente, la panadería y cafetería Errotaundi también cuenta con una amplia zona exterior.

Enrique cree que suprimir esta terrazas en la actualidad sería muy injusto. "Ahora se empieza a respirar después de dos años y medio de obras del Topo con la consiguiente afección para todos los bares de la calle", dice. Y confía en poder mantener las mesas y sillas, sobre todo teniendo en cuenta que, en el futuro, se prevé que este tramo de calle sea peatonal o, como ahora, solo con un carril para autobuses.

"Deberían dejar estas terrazas, aunque sea hasta que se recupere un poco la hostelería"

Socia del Tita Lupe

"Estas terrazas han servido también para dar visibilidad al bar y mejorar la calle"

Responsable del Motoclub

"No estamos en zona de aparcamiento y respiramos un poco, tras dos años y medio de obras"

Responsable del bar Ciaboga