Las hay que solo vienen a un par de desfiles y regresan a casa -"que luego hay que volver a la rutina y algunos no tenemos día libre"-, las que empalman cuatro o cinco en tan solo 17 horas y hasta las que tocan hasta las 3.00 horas de la madrugada, vuelven a su puesto de trabajo a primera hora de la mañana y repiten a media tarde acompañando a dos más hasta la llegada del nuevo día.

La Tamborrada es un nicho de mercado para cualquier txaranga. La demanda el Día de San Sebastián de cualquier año es tal que no es extraño ver txarangas de otros puntos de Gipuzkoa, Navarra y hasta La Rioja por las calles donostiarras. La mayoría ya han cerrado el grifo de desfiles y no aceptan ni una Tamborrada más. "Casi lo hacemos como un favor", confiesan.

"Una vez que una tamborrada agarra una txaranga, no la suelta nunca", bromea Ricardo Navas, miembro de la pasaitarra Sastakai Txaranga. Las sociedades son conocedoras de lo difícil que es dar con una banda libre que conozca de primera mano las marchas de Raimundo Sarriegi y no quieren perder a sus fieles acompañantes: "La mayoría llevamos tantos años tocando con ellos que casi repetimos como un favor".

Reincidir cada año con las mismas tamborradas es algo que conocen muy bien en Sastakai. Desde hace 23 años, acompañan a Sansustene en la Izada de la fiesta, desde hace cinco a Irauli por las calles de Amara y desde hace aproximadamente tres años empalman las marchas de Ikasbide Kultur Elkartea y Arrano Elkartea hasta el final de la fiesta.

Un maratón "intenso", al que a base de repetición ya se han "acostumbrado". "Las tres últimas son las más duras, sobre todo si está lloviendo. Hay momentos incluso en los que estás pensando en cuánto tiempo falta para terminar", lamenta Navas.

Jon Alberro vive en Lesaka, pero desde hace ocho años cada 20 de enero está en Donostia como parte de la txaranga Los Incansables. La Izada la celebra en Añorga, el desayuno en la Parte Vieja, la merienda en Gros y la Arriada en el Centro. Es lo que tiene participar junto a cuatro formaciones.

"Casi no dormimos, menos mal que tenemos un par de horas libres a la tarde para descansar algo. Si en unas fiestas normales estamos tocando entre dos y tres horas, en Donostia estamos tres solo con una tamborrada", apunta.

A su juicio, encontrar txaranga solo es una dificultad para las nuevas sociedades. "Lo normal es que todas las tamborradas tengan ya su orquesta. El problema es cuando eres nuevo, porque no tienes ninguna txaranga libre para contratar y las que ya lo están no quieren sumar ni un desfile más", agrega.

Es el caso de la tolosarra Jainekin, que ha pasado de cuatro marchas en un día a solamente dos. "Antes éramos estudiantes y podíamos pasar todo el día en Donostia. Ahora trabajamos y es diferente. Ya no hacemos más de dos", cuenta el miembro de la txaranga Mikel Iraola, al tiempo que afirma haber tocado en su momento "hasta las 3.00 horas, regresar a casa, dormir dos o tres horas, levantarme para ir a trabajar a las 9.00 horas y salir a mediodía para volver corriendo a Donostia y salir en dos más".

¿Un negocio rentable?

Compensar tantas horas

"No es tan sencillo como se piensan"

Tanto esfuerzo, por lo tanto, ¿a qué se debe? ¿Las txarangas realmente viven la fiesta donostiarra o tal y como cuenta la leyenda urbana, la Tamborrada es un negocio inmejorable para los miembros de una orquesta? "La gente cree que nos forramos, pero 17 horas de 24 tocando no son pagables. No es tan sencillo como se piensan", responde Navas.

Iraola, por su parte, opina que la recaudación "depende de cada txaranga y de cada Tamborrada". "Nosotros somos un grupo de amigos y vamos por libre, pero es un día en el que las txarangas pueden hacer dinero fácil. Con cuatro o cinco tamborradas, cada persona puede ganar entre 500 y 600 euros", apunta.

No obstante, el miembro de Jainekin coincide con el de Sastakai y dice que "no siempre es rentable hacerlo": "Son muchas horas y es muy duro. A muchos no les compensa estar en tantas tamborradas".

"Yo terminaré la madrugada del lunes a las 2.00 horas y a la mañana trabajo en Iruñea. Allí no tenemos el día de fiesta para recuperarnos", relata, por su parte, Alberro. Según él, las ganancias de una txaranga el Día de San Sebastián son menores que las que detalla Iraola y no pasan de los 2.500 euros para repartir entre los miembros de la orquesta por cada uno de los desfiles.

A pesar de que son conscientes de que viven la fiesta trabajando, los tres "disfrutan" de la Tamborrada a su modo. "Para nosotros al final es ir contratados a una fiesta más de Euskal Herria, pero la forma en la que la viven los donostiarras, muy similar a la que nosotros lo hacemos con el carnaval, la hace especial y también emociona", indica el miembro de Jainekin.

"Personalmente, la Tamborrada me gusta mucho. Estamos trabajando, sí, y la vivimos desde otro punto de vista, pero nos lo pasamos muy bien, y es como si fuéramos unos donostiarras más", comenta Alberro, para quien esa es la clave de que quieran volver "cada año".

Por último, Navas afirma "no disfrutar como un tamborrero", pero sí "como una parte más de la fiesta". "A pesar de todo lo duro que es, te lo pasas muy bien", confiesa, añadiendo, eso sí, que la climatología adversa puede inclinar la balanza hacia uno u otro lado: "Como no pare de llover sí que cambia la historia y lo que es disfrutar...".