el oficio de pirata de Aste Nagusia tiene el futuro asegurado. Así quedó demostrado en el Abordatze txikia de ayer: a pesar de la lluvia, los grumetes y capitanes se lanzaron al abordaje atabiados con parches, pañuelos y espadas que ocultaban pistolas de agua. Unos 400 niños participaron en la fiesta de Donostiako Piratak con los nervios propios de un corsario que intenta conquistar la ciudad.

La lluvia no fue un problema para los piratillas. Todo lo contrario, algunos de ellos aprovecharon el tiempo de espera para mojarse sin necesidad de entrar en el agua y correteaban en bañador mientras los mayores se intentaban resguardar: “No os preocupéis, nos vamos a mojar más cuando nos metamos al agua”, tranquilizó uno de los niños a sus amigos.

Tampoco los sobrinos e hijos de Julen Urkia se pensaron dos veces lo de abordar Donostia bajo la lluvia. Él participó en los primeros abordajes, pero este ha sido el año de los niños. Para Urkia es importante que los piratas txikis se “involucren en la fiesta y tengan su propio abordaje”. “Cuando sean mayores queremos que formen parte de las fiestas populares, que lo que nosotros hemos hecho ellos lo sigan”, apuntó.

Aunque más tarde de lo previsto, la organización lanzó el chupín que dio inicio al abordaje en la rampa del puerto pasadas las 17.00 horas y los niños respondieron con gritos de emoción y nervios. En balsas organizadas con tres niños y un adulto, los grumetes tenían que superar, junto a su capitán, a los buzos que atacaban con pistolas desde el agua.

En las balsas se encontraron piratas llegados desde varios puntos de Gipuzkoa. Desde Astigarraga, los hijos de Marimar Pérez se prepararon para esta prueba junto a su prima Jone, convertida en “una pirata valiente” gracias a su parche. Ella sabe nadar “sin manguitos”, pero la organización lo tenía claro: la seguridad era lo primero y dispuso chalecos de todos los tamaños de uso obligatorio.

Llegados desde Hendaia, los piratillas de Jon Etxaniz participaban “encantados” por primera vez en el abordaje donostiarra como “adoptados”. También él fue ayer aprendiz. Se estrenó con los txikis pero no descarta participar otros años en el abordaje de los mayores. Al grito de “¿a qué hemos venido?” sus piratas respondieron alto y claro: “¡A mojarnos!”.