cada 8 de septiembre y cada Alarde tradicional de Hondarribia es único y distinto, aunque los ritos, momentos especiales y costumbres del día sean los mismos. Ysiempre, siempre, se vive con el mismo entusiasmo.
Si por algo será recordado el Alarde de este 2016, el de ayer, será sin duda alguna por la constante y abundante lluvia que cayó en la jornada, sobre todo por la mañana. Una lluvia que hizo que la imagen del desfile en las campas del santuario de Guadalupe, tras la misa con la que se da cumplimiento al voto a la virgen, que se viene celebrando cada año desde el fin del asedio de 1638, fuera no inédita pero sí distinta a la habitual.
Y es que, tras una mañana de intensa lluvia, fueron muchos menos que los de costumbre los hondarribiarras que subieron a disfrutar de la romería junto al santuario de su patrona. Tanto es así, que tras la misa celebrada a mediodía, en vez de desfilar allí las 21 unidades en orden, el desfile estuvo encabezado por la Escuadra de Hacheros, seguida de la Tamborrada (esto, como de costumbre) y después, las 20 cantineras de este año, en un único grupo, seguidas de los efectivos de todas las compañías, txibilitos, redobles, parches, escopetas y cuberos, integrando una sola y multicolor compañía.
Se trató de una imagen muy inusual pero no inédita, ya que se ha dado alguna que otra vez, también en algún que otro año en el que fuertes lluvias condicionaron la celebración del desfile.Ya por la tarde, por suerte para todos, amainó la lluvia.
puntual Un desfile el de ayer, que arrancó también puntual, encabezado por la Escuadra de Hacheros, que partió a las 8.55 horas de los jardines de Gernikako Arbola, para poner pie en la calle Mayor, atestada de gente (hubo cuadrillas de jóvenes cogiendo sitio desde el mediodía del mismo miércoles), justo cuando en el reloj de la parroquia de la Asunción y el Manzano dab an las 9.00 horas .
Tras los Hacheros desfilaron los alrededor de 5.000 integrantes de las 20 unidades restantes de este Alarde tradicional, cada una con su cantinera. Todos ellos, pero especialmente ellas y también los cuberos, niños de corta edad en algunos casos, recibieron el calor y el aplauso del público, quizá si cabe más que nunca, ya que llevaban sus trajes, camisas, pantalones, chaquetas, pañuelos y txapelas cada vez más y más mojadas por la persistente lluvia.
nuevo burgomaestre Al frente de la tropa fue ayer Iñaki Sagarzazu, que se estrenó como Burgomaestre, como lo hicieron también otros cargos, entre ellos, el segundo en relevancia, Lohitzun Gojenola, como Comandante.
Ya con todo el batallón en la plaza de Armas, y tras ser incorporada la bandera de la ciudad a las filas de la compañía del barrio de Arkoll, el Burgomaestre del Alarde tradicional ordenó sus primeras descargas de fusilería, un total de tres, y de artillería.
Un Sagarzazu que, al finalizar la primera parte del desfile, en la ermita de Saindua, antes de subir a Guadalupe, se mostraba "muy contento y emocionado" en su estreno al frente de un Alarde tradicional que "aunque en parte deslucido y marcado por la lluvia", estaba transcurriendo "muy bien y sin incidencias".
Sagarzazu señalaba que ayer habían sentido "más patente que nunca, por lo mojados que estaban todos los soldados y cantineras, el calor y el fervor de los hondarribiarras con el Alarde", ne forma de ánimos y aplausos.
El Burgomaestre confesó que estuvo, ayer y en los días previos, "no nervioso pero sí con algo de tensión, por la responsabilidad" que supone su cargo y destacó que "lo más importante, siempre, es el haber cumplido, un año más, con el voto que nuestros antepasados le hicieron a la virgen de Guadalupe".
mojadas y felices En la plaza de Armas, empapadas, las cantineras que este año han desfilado en el Alarde tradicional se mostraban "felices" en el que es para todas ellas uno de los mejores días de su vida.
"Esto es algo para lo que no hay palabras, un día único. Y si toca lluvia, qué le vamos a hacer. Me he llevantado a las 4.00 horas pero hoy no hay cansancio ni lluvia que vaya a fastidiarnos nada", decía Irene García, cantinera de la compañía del barrio de Semisarga, que confesaba también no haber podido "evitar las lágrimas" al subir la calle Mayor.
En la compañía Mixta, integrada desde por veraneantes que pasan sus vacaciones en Hondarribia desde hace generaciones, su cantinera era Mercedes Goñi, una madrileña de 24 años que decía, lleva "el Alarde y Hondarribia en la sangre, desde muy pequeña". "He vivido y disfrutado el Alarde toda mi vida y hacerlo ahora como cantinera es lo más especial. Llevo en pie desde las 2.40 horas pero hoy el día, con lluvia o sin ella, será largo y no hay cansancio", concluía Goñi.