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"Mi amona inventó la pantxineta en los tiempos de la guerra amoldándose a la poca materia prima que tenía"

La tercera generación de la familia Otaegui continúa elaborando postres como hace más de un siglo. Los merengues, los rusos y la pantxineta son sus especialidades más demandadas. María Otaegui, nieta del fundador, rescata del recuerdo anécdotas y vivencias de este obrador donostiarra

"Mi amona inventó la pantxineta en los tiempos de la guerra amoldándose a la poca materia prima que tenía"Foto: i. azurmendi

Donostia. Fundada en 1886, la pastelería Otaegui de Donostia ha recibido recientemente el Premio Bertan de Comercio Local de la mano de NOTICIAS DE GIPUZKOA por su larga y reconocida trayectoria. Pocos donostiarras se han resistido a probar la pantxineta que inventaron sus fundadores. Cuentan, a su vez, que su bizcocho de almendras era el preferido de la reina María Cristina.

Otaegui lleva más de 100 años como referente de la pastelería en Donostia. ¿Quién inauguró la tienda?

Se inauguró en 1886 en la calle Narrika de mano de mis abuelos, Pedro Otaegui y Emilia Malkorra. Tuvieron nueve hijos que, debido al prematuro fallecimiento del padre, tuvieron que hacerse cargo de la pastelería muy jóvenes: los chicos en el obrador y las chicas despachando. Después llegó la guerra y los chicos fueron llamados a filas. Franceses y suizos que quedaron atrapados en la ciudad entraron a trabajar en el obrador. De ahí viene la influencia francesa en nuestra pastelería.

¿Qué tipo de pastelería se hacía entonces?

Aunque parezca mentira se siguen elaborando las mismas especialidades que hace 100 años: bizcocho de almendras, merengues, rusos, trufas, y, por su puesto, pantxineta. No en vano, mi amona fue la que inventó este exquisito pastel. Eran los tiempos de la guerra y tenían que amoldarse a la escasa materia prima que tenían, en este caso, harina y almendras. Así logró crear este rico pastel, que además llenaba el estómago.

¿Han cambiado los gustos de los donostiarras?

Cada vez que hemos introducido alguna novedad ha tenido éxito al principio. Después, la gente ha vuelto a reclamar lo de siempre. Por otra parte, cada época del año se distingue por su postre tradicional. En Navidad, hacemos doce clases de turrones, anguilas de mazapán o rosco de Reyes. También trabajamos mucho por encargo y en alguna ocasión nos hemos quedado sorprendidos con las peticiones. Tenemos un cliente que siempre nos pide una Mascota, una tarta de bizcocho, moka y almendra, rellena de nata y mermelada de frambuesa. Para nuestra sorpresa a la gente le ha gustado mucho y se ha convertido en una especialidad más de la pastelería.

Como comerciantes de la Parte Vieja donostiarra de toda la vida, habrán vivido muchas anécdotas?

Un montón. ¡Cuántas veces se nos llenó la pastelería de manifestantes! Incluso, en más de una ocasión, llegó a entrar la Ertzaintza a sacarlos. También tenemos más de una pelota de goma guardada de recuerdo. Además, como estamos en el corazón de la ciudad, vivimos de cerca todas las fiestas: Regatas, Santo Tomás, San Sebastián, partidos de fútbol, Festival de Cine?

Hablando del Festival de Cine, ¿tienen clientes famosos?

A decir verdad vienen bastantes personas conocidas. Por ejemplo, Marisa Paredes viene todos los años y suele comprar dulces para regalar a amigos y familiares. Por otro lado, una anécdota que me contaba el aita es que éramos los proveedores la Familia Real en los tiempos de la reina María Cristina y que siempre nos encargaban bizcocho de almendras. Es por eso que en aquel entonces al bizcocho de almendras se le conocía como bizcocho real.

Tras superar una guerra, ¿afrontan con optimismo la crisis?

Lo cierto es que nuestro producto no es de necesidad y eso se nota en las ventas. De todas maneras, pienso que si nuestro aitona nos viera por un agujero se sentiría muy orgulloso de ver no solo que continuamos con lo que él emprendió, sino que además el negocio ha crecido. En cuanto a la crisis, tenemos que pensar que esto terminará pasando y mientras tanto, como a nadie le amarga un dulce, seguiremos vendiendo felicidad.