El tren de vapor de Azpeitia y el oficio de fogonero protagonizan los nuevos sellos de Correos

La locomotora de vapor de Euskotren de principios del siglo XIX, joya del Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia, protagoniza la imagen de un nuevo sello que ha emitido Correos, que también dedica otro timbre al oficio de fogonero, poco reconocido pero clave para dar potencia a estas antiguas máquinas.

El secretario de Estado de Transportes y Movilidad Sostenible, José Antonio Santano, y la consejera del mismo ramo del Gobierno Vasco, Susana García Chueca, han presidido el acto de presentación de la nueva emisión filatélica, celebrado este lunes en dependencias del museo de Azpeitia.

La consejera ha realizado el matasellado de honor junto a Santano, y al director del museo, Juanjo Olaizola, en un acto en el que han participado además representantes de Correos y Euskotren. En concreto, se han presentado dos timbres. Uno dedicado al oficio de fogonero, dentro de la serie Oficios antiguos, y otro sello dentro de la serie Trenes históricos que rinde homenaje al emblemático tren de vapor de Euskotren, joya del Museo Vasco del Ferrocarril, y a “la extensa tradición de los ferrocarriles vascos y su impacto social y cultural en nuestra comunidad”, según ha apuntado la consejera.

Este último sello reproduce la imagen del tren de vapor que a día de hoy se mantiene activo con salidas esporádicas durante los fines de semana y festivos con fines turísticos y didácticos. Concretamente, se trata de la locomotora Aurrera, un ejemplar de la última serie construida entre 1892 y 1898 y restaurada en 1991, que protagoniza los viajes en el tren de vapor entre Azpeitia y Lasao. Estos viajes ofrecen a los visitantes la oportunidad única de viajar en el tiempo a bordo de una auténtica máquina de vapor de carbón por un trayecto de 5 kilómetros que bordea el río Urola hasta la pintoresca estación de Lasao.

En la serie 'Oficios Antiguos' se enmarca la otra emisión, que evoca y pone en valor el trabajo artesanal del pasado, en este caso el que llevaban a cabo los fogoneros, de cuya técnica y destreza dependía que los trenes de vapor mantuvieran la potencia necesaria para que cubrieran el servicio sin retrasos. De hecho, se consideraba que el verdadero artífice de la potencia de las antiguas locomotoras, en lugar de ser el maquinista, era el fogonero, ya que sobre él recaía la responsabilidad de arrojar paladas de carbón al fuego. "En su trabajo debía combinar constantemente numerosos factores como las características técnicas de la locomotora, el peso del tren que remolcaban en ese momento, el trazado por el que circulaban, el nivel del agua o la calidad del combustible, para lograr en todo momento que la presión de la caldera se mantuviera siempre al máximo", recuerdan desde el Gobierno Vasco.