La ermita de Urbia celebra este sábado su 100 cumpleaños en las faldas de Aizkorri
Las crónicas señalan que unas 6.000 personas se congregaron cuando fue inaugurada en 1924
Este sábado, 28 de septiembre, la ermita de Urbia cumplirá un siglo en pie. La catedral de los pastores, que tuvo su puesta de largo en la víspera del día de San Miguel del año 1924, ha logrado desafiar el paso del tiempo, a pesar de haber tenido que reducir sus celebraciones religiosas a fechas concretas, debido a la cada vez menor afluencia de fieles, el decreciente número de sacerdotes (algunos incluso, de edad avanzada), y la necesidad de hacer un uso más eficiente de los recursos de Arantzazu.
Este sábado este pequeño templo erigido en las faldas del Aizkorri se vestirá de fiesta para soplar las velas de su 100 cumpleaños. Diferentes agentes, entre los que se encuentran la propia fonda de Urbia (en 2025 será también centenaria), la Diputación Foral de Gipuzkoa, el festival Azken Muga y los franciscanos de Arantzazu, han preparado un programa especial para celebrar la efemérides.
Así, tras la misa que se oficiará a las 11.00 horas, habrá ocasión de disfrutar del concierto de Et Incarnatus Orkestra, y Alaitz eta Maider (12.30). Y mientras reina el ambiente festivo, la música volverá a ser protagonista a partir de las 15.00 horas, en este caso de la mano de la romería de los trikitilaris Zabale y Lutxurdio.
En tiempo récord
Fueron necesarias 35.844 de las antiguas pesetas para levantar la ermita de Urbia, que vio la luz con la firme voluntad de ofrecer un servicio a los resignados pastores, la mayoría de ellos de profundas convicciones religiosas, que tenían que caminar durante horas para cumplir con el precepto dominical en Arantzazu. Detrás de su construcción hay un nombre propio: el de Adrián Lizarralde, franciscano e historiador que removió cielo y tierra para llevar a buen puerto este propósito.
El arquitecto azkoitiarra Marcelo Guibert firmó el proyecto del coqueto templo, cuyas obras, que se ejecutaron en un tiempo récord de cinco meses, fueron acometiéndose gracias a las aportaciones de diversas entidades públicas y privadas, además de a las colectas populares que se promovieron en los pueblos cercanos, donaciones de artistas, instituciones y particulares. Por ejemplo,la escultura de la Virgen fue tallada por el imaginero zumaiarra Julio Beobide, y el pintor Ignacio Zuloaga donó un cuadro de la Dolorosa que se conserva en la basílica de Arantzazu.
Inauguración por todo lo alto
La fecha de la inauguración de la ermita, con la que se volcaron Gipuzkoa, Araba y Bizkaia, no fue fruto de la casualidad. No en vano, el 28 de septiembre de 1924 fue el “único domingo en el que la dirección de Ferrocarriles Vascongados podía fletar un tres especial”, que según las crónicas de aquellos años llegó abarrotado de mendigoizales procedentes de la capital vizcaina.
La procesión inició su recorrido a las ocho de la mañana con la imagen de la virgen que se iba a entronizar en andas, precedida por los dantzaris y txistularis de Segura, y escoltada por cuatro miqueletes. Unas 2.000 personas dieron cuerpo a la comitiva, entre los que se encontraban los diputados de Gipuzkoa, Araba y Bizkaia. Una hora antes habían salido caminando hacia Urbia el prelado de Pamplona y los alcaldes de Segura y Oñati.
Las crónicas de la época relatan que la procesión llegó a las campas a las diez, donde se congregaron unas 6.000 personas. Una vez consagrada la ermita y oficiada una misa al aire libre, se bailó un aurresku, que concluyó con una biribilketa en la que formaron cuerda diputados, alcaldes y presidentes de clubes deportivos. A continuación, tuvo lugar la bendición de la primera piedra de la fonda y la inauguración del teléfono público. Tras la sobremesa, dieron comienzo los espectáculos de aizkolaris, pelea de carneros, carrera de caballos, bailes y bertsolaris.
Con mucho empeño y energía se erigió esta sencilla iglesia en un paraje natural único, a más de mil metros de altura. En un lugar de obligada visita para las y los amantes de la montaña.
Las misas han ido a menos
La misa en Urbia ha sido una tradición arraigada. Durante años los oficios arrancaban el primer domingo de mayo y finalizaban el Día de Todos los Santos. Sin embargo, la sociedad actual no tiene nada que ver con la de antaño, y con el tiempo la temporada de misas se redujo a julio y agosto y, actualmente, solo se organizan en días señalados.
Cien años más tarde las celebraciones no serán tan ostentosas como aquel 28 de septiembre de 1924, pero el emblemático templo festejará este sábado su aniversario a las puertas del Parque Natural de Aizkorri.
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