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Carteros rurales: mensajeros hacia lo más remoto de Gipuzkoa

Un total de 42 carteros rurales se encargan de las entregas a domicilio en las zonas más rurales de Gipuzkoa, donde se crea un vínculo “más cercano y familiar” con cada vecino

Carteros rurales: mensajeros hacia lo más remoto de GipuzkoaJavi Colmenero / Iker Azurmendi

Son los únicos que atraviesan a diario algunas de las carreteras más recónditas de Gipuzkoa, lo que les lleva a conocer casi de memoria el nombre de todos los caseríos que forman el paisaje rústico del territorio. Un total de 42 carteros rurales de Correos se encargan de entregar a domicilio las cartas y los paquetes que llegan a los núcleos de población más pequeños, en los que se crea un vínculo “más cercano y familiar” con estos mensajeros que da pie a prácticamente un servicio bajo demanda en el que les informan al momento de cualquier nueva.

Durante el pasado año, los carteros rurales del territorio realizaron casi 6.000 operaciones a domicilio y en las oficinas auxiliares que tiene Correos en el ámbito rural. “Normalmente, somos los únicos carteros que hay. En mi caso, hago el casco urbano, la zona industrial y los caseríos. A las zonas más aisladas voy en coche, porque es más rápido y andando sería imposible”, cuenta a este periódico Izaskun Gómez, que se encarga del servicio en Idiazabal.

Izaskun Gómez, cartera en Idiazabal.

Cada mañana, Izaskun recoge la bolsa de cartas y paquetes en Beasain y se dirige a la oficina rural situada en este enclave de poco más de 2.300 habitantes. “Hay bastante carga de trabajo, antes éramos dos carteras, pero una se jubiló y ahora estoy sola”, explica esta cartera, que lleva cuatro años trabajando en esta localidad. “Me conozco los nombres de todos los vecinos. Al final, los veo casi a diario. En los caseríos vive gente de todas las edades y se acaba teniendo una relación con ellos”, asegura.

Al igual que en Idiazabal, en Zaldibia, de 1.613 habitantes, también hay una oficina rural. En ella trabaja Arantxa Leoz, que igualmente presta servicio a Gaintza, de tan solo 129 personas. “Hay bastante trabajo, pero una vez que conoces el sitio es más fácil. El problema es cuando eres nuevo. Tenemos un mapa con todos los caseríos y la gente del pueblo me ayuda mucho”, señala esta cartera, natural de Zirauki, una localidad navarra de 490 habitantes. “Me gustan más los pueblos pequeños porque soy de uno”, añade entre risas.

“Me conozco los nombres de todos los vecinos. Los veo casi a diario y hay una relación”

Izaskun Gómez . Cartera en Idiazabal

Para facilitar el reparto, en la oficina de Zaldibia hay un cuarto en el que están la mayor parte de los buzones de los caseríos del pueblo, lo que permite a cada vecino pueda recoger sus correo cada vez que se acerque al centro urbano. En caso de recibir una carta notificada o un paquete, Arantxa llama al destinatario y le pregunta a qué hora estará en casa para hacérselo llegar, casi como si de un servicio a bajo demanda fuera. “Es una relación diferente. Muchos están más tranquilos porque saben que si les llega algo importante vamos a avisarles. Al final, no es lo mismo tener el buzón en la puerta de casa que a dos kilómetros”, observa.

“Me han dado botellas de sidra y fresas”

Esta relación más estrecha con los vecinos se traduce en muestras de cariño y regalos que no son tan habituales en las grandes urbes. “Algunas veces me invitan a sus casas y se muestran muy agradecidos por llevarles el correo. También me han dado fruta, botellas de sidra y hace poco fresas que habían cogido de la huerta”, rememora Izaskun.

Arantxa Leoz, cartera en Zaldibia y Gaintza.

Situaciones como estas también las ha vivido Arantxa, a la que los vecinos suelen querer invitarla a tomar alguna bebida durante su ruta. “Un hombre que hace zumo en casa me regaló dos botellas y hay otro que, como agradecimiento por guardarle las cartas, siempre me trae chocolate”, apunta, encantada con su trabajo.

“Es un pueblo con mucha vida y siempre hay gente en la calle dispuesta a ayudarme. Estoy muy contenta de estar aquí”, indica esta cartera, que antes de establecerse en Zaldibia y Gaintza dio servicio en varios pueblos de Gipuzkoa. “Vine de Navarra hace unos ocho años a aprender euskera y conocí a mi pareja, con la que me fui a vivir a Lazkao, así que me tiran más los pueblos pequeños”, señala con una sonrisa.

“Muchos están más tranquilos porque saben que si les llega algo importante vamos a avisarles”

Arantxa Leoz . Cartera en Zaldibia y Gaintza

Al igual que ella, Izaskun también se muestra muy agradecida por la acogida que ha tenido de los vecinos de Idiazabal. “Me gusta mi trabajo y me gusta estar con la gente. Creo que les agrada verme y a mí verles a ellos”, asegura, feliz de que su labor sirva en la lucha contra la despoblación de ciertas zonas rurales del territorio.