No sé qué pasa este mes, pero parece que es el Mes Internacional de las Cancelaciones en Hostelería o No Show, como se conoce en todo el mundo esta lamentable costumbre que tienen algunos de reservar mesa en un restaurante y no presentarse.
Creo que sonará a todos los que lean esto lo sucedido con el restaurante Amelia de Donostia que cobró justamente, según reconocieron hasta los tribunales, 510 euros a un notario bilbaíno que tuvo la descortesía de reservar tres plazas en un dos estrellas y no presentarse. O la gracia que hicieron al Bar Bergara unos sinvergüenzas que les encargaron nada menos que 100 pintxos y no pasaron a recogerlos... ni a pagarlos, claro.
Pues bien, la realidad siempre supera a la ficción, y la historia que me han contado mis amigos Demetrio e Itziar de la Sidrería Urbitarte de Ataun roza el surrealismo y uno no sabe al escucharla si reír, llorar...
El caso es que el pasado viernes 12 de mayo los responsables de Urbitarte recibieron una llamada. El Club Deportivo Tudelano acudía el domingo 14 a jugar a Beasain y preguntaban si sería posible reservar mesa para 44 personas ya que habían oído hablar muy bien de la sidrería de Ataun. Lógicamente, una reserva así a dos días de la fecha es complicada de ser satisfecha, pero casualmente las previsiones meteorológicas para ese día eran muy malas lo que hizo que se animara menos gente que en una semana normal (recordemos que estas previsiones finalmente se cumplieron y hubo inundaciones en Bera, el Herri Urrats casi no se celebra...) así que Demetrio e Itziar consideraron que tal vez sería posible encajar la reserva. Aun así pidieron a los miembros del Tudelano que llamaran al día siguiente, sábado, para confirmarlo.
El viernes, Demetrio e Itziar se volvieron locos calculando cómo optimizar el espacio, como reubicar las mesas, cómo organizar al equipo de trabajo... hablaron con sus trabajadores, con los extras que utilizan en días de afluencia extra de público... y tras mil vueltas y rompeduras de cabeza (la gente de hostelería sabe muy bien lo que esto significa), finalmente vieron que podían acoger a los futbolistas navarros.
Pero llegó el sábado y nadie llamó a la sidrería. Pasaron las horas y terminó la jornada con lo que Deme e Itziar llegaron a la conclusión de que el club deportivo de La Ribera había cambiado de idea.
Pues no fue así. Contra todo pronóstico, el domingo, alrededor de las 12 del mediodía, la persona que llamó el viernes volvió a llamar preguntando si podían ir a comer, confirmando la reserva. La respuesta por parte de la sidrería fue positiva, pues ya había sido pensada la fórmula para acogerles. De todas formas, el mediodía del domingo volvió a convertirse en una locura, pues Demetrio, Itziar y su equipo tuvieron que volver a replantear el comedor cuando éste ya se encontraba montado, mover todas las mesas bancos y sillas, preparar más vajilla, movilizar extras a última hora... y como los miembros del Club Deportivo Tudelano no querían menú de sidrería sino que encargaron un menú diferente, hubo que cortar jamón, descongelar calamares, preparar croquetas, atemperar más carne de la que se preveía para ese día... Una labor trepidante que hubo que completar en menos de tres horas que fueron, según me comentan Deme e Itziar, "de auténtico infarto". Eso sí, a las 14:30, hora en la que el grupo debía llegar a la sidrería, varias mesas que sumaban 44 plazas esperaban a sus clientes con los entrantes preparados y todo en orden para darles de comer.
La sorpresa llegó alrededor de las 15:00 horas, cuando ya en Urbitarte empezaba a sentirse cierto nerviosismo. A esa hora, la persona que llamó el viernes y confirmó la reserva el domingo volvió a llamar para comunicar que finalmente habían decidido no ir a comer. "Me quedé literalmente sin voz, planchada", comenta Itziar. La explicación que daba esa persona era que había habido un jaleo de última hora en los vestuarios, que había tenido que acudir la Ertzaintza y que por ello habían decidido no ir a comer a la sidrería. Cuando Itziar empezó a explicar al representante del club de Tudela que las cosas no son así y que alguien debería hacerse cargo de los perjuicios ocasionados, este se limitó a lavarse las manos como si la cosa no fuera con él y colgar el teléfono.
La imagen de la sidrería a lo largo del servicio del mediodía resultó de lo más curioso por no decir desolador: la mitad de la clientela ocupando la mitad del comedor bien juntitos unos a otros y, frente a ellos, 44 plazas vacías hasta el final de la comida. Eso sin contar que, como es habitual los domingos, hubo llamadas y clientes de última hora que fueron rechazados al estar el comedor teóricamente lleno. Como digo al principio, una situación surrealista.
Llamadas y amenazas
La cosa, además, no quedó ahí. Demetrio e Itziar no son de los que se quedan con los brazos cruzados cuando les torean, y a lo largo del lunes trataron de contactar con el Club Tudelano para que alguien se hiciera cargo de los gastos ocasionados por la cancelación del día anterior. Para empezar volvieron a llamar a la persona que había llamado tanto el viernes como el domingo que, de nuevo, se limitó a decir que el tema no iba con él. En cualquier caso, Itziar consiguió el nombre y el teléfono del presidente del club. Por supuesto, le llamó. Pero la respuesta fue que el tema no iba con ellos, que la reserva no la había efectuado el club sino una persona concreta y, básicamente, que no le molestara.
Itziar no es de las que se rinden, así que contactó incluso con la concejala de Deportes de Tudela. Esta, descompuesta, le explicó que el Ayuntamiento no tiene nada que ver con los clubs deportivos en polémicas como estas. Una respuesta, en este caso, lógica. Eso sí, Itziar dejó claro antes de colgar que al menos quería que constara en el Ayuntamiento lo que había sucedido, porque ella iba a seguir insistiendo e iba a tener que tomar alguna medida. Con su llamada consiguió, al menos, que en instancias municipales conocieran lo sucedido.
Finalmente, sin ceder en su empeño, Itziar volvió a llamar al presidente del club. Esta vez la llamada tuvo una respuesta mucho peor y más descortés que la anterior. El responsable del club amenazó a la sidrera de Ataun con "denunciarle por acoso" si volvía a llamarle. Vuelvo a recordar la palabra "surrealista" que he utilizado al inicio de este escrito.
Partido perdido, reserva cancelada
Reflexionando sobre lo sucedido, y mirando en la hemeroteca, nos encontramos con que el Club Deportivo Tudelano acudía a Beasain después de haberse comido una derrota en el encuentro anterior por parte del equipo de Beasain que les ganó 0-1 en su campo. Está claro que los de La Ribera venían a ganar, y ese fue su empeño en un partido que terminó la primera parte en empate a uno, pero que volvieron a perder en el último minuto de la segunda parte quedando un marcador de 2-1 favorable, una vez más, al Beasain.
Al parecer, el comerse dos derrotas seguidas contra el mismo equipo quitó a algunos el apetito, pero eso no justifica el que se cancele en el último segundo una reserva que ha ocasionado tantos dolores de cabeza a los responsables de una sidrería que no tiene absolutamente nada de ver ni con Beasain ni con la falta de capacidad de los jugadores del equipo o de la estrategia de sus preparadores. "El fútbol es así", pensarán algunos. Pero la vida no es así, y cuando se encarga algo se paga, o al menos se asumen los gastos ocasionados a terceros que nada tienen que ver con las frustraciones propias.
Lo hecho por los miembros del Club Deportivo Tudelano es una falta de respeto y educación impropia de una entidad que propugna la competición deportiva. Sin que los responsables de la sidrería hubieran tenido que molestarse el lunes en seguir perdiendo tiempo y energía en llamar a donde buenamente podían sin obtener ningún resultado, la directiva del club tenía que haber llamado personalmente a la sidrería para, primero, pedir disculpas en nombre de todo el club y, segundo, preguntar por el montante de los gastos y perjuicios para abonarlos religiosamente.
Acudo a menudo a Tudela y el comportamiento de los responsables y mandatarios de este club no concuerda, para nada, con el carácter noble, honrado y generoso de las gentes con las que yo trato en la capital de la Ribera. Tudela es una ciudad viva y dinámica con una gran oferta gastronómica y una vida social y cultural impresionante, llena de gentes dispuestas a trabajar por amor al arte para el disfrute de sus conciudadanos. Conocida por su apego a su tradición, sus multitudinarias fiestas, sus jornadas alrededor de la verdura, su tomate feo de Tudela... la gran ciudad del sur de Navarra está poblada de excelentes gentes que seguro que no comparten la bochornosa actitud de un reducido grupo de personas que no representan, para nada, su sentir. Es más, estoy convencido de que la mayoría de los tudelanos y tudelanas consideran el nefasto comportamiento de esos paisanos como un enorme feo para su pueblo, un feo más feo que el icónico tomate de la villa, un enorme "feo de Tudela".