ulia Alcalá quiere celebrar que Calzados Miracruz sigue plantando cara a una situación nada fácil para el pequeño comercio, con la venta online perfilándose como una opción preferente sobre todo para el público más jovenes, una pandemia que ha dejado su estela y una constante pelea desigual con las grandes marcas, con las que difícilmente pueden competir en precios. "Internet nos hace mucho daño, porque esos trabajan de noche. Nosotros no", destaca Alcalá.

Pero es que 2022 y 2023 son años de merecida celebración para Calzados Miracruz y su hermana más joven, Calzados Juli. La efemérides más sonada, por su singularidad, es la del 120 aniversario de la inauguración del primer comercio, situado en el número 28 de la calle del mismo nombre en el barrio de Gros.

Lo cumple en 2023, pero ya en el escaparate de esta tienda que mantiene toda su esencia y en la que el número de referencias de calzado es "incalculable", hace un tiempo que cuelga el cartel en el que se recuerda que están de enhorabuena.

Más que extraño es casi milagroso conseguir que un comercio sobreviva más de un siglo. Pero no es esta la única hazaña a cuya consecución ha contribuido el buen hacer de Julia Alcalá, que tomó las riendas del negocio donde ya trabajaba hace 25 años, en 1997. Otra cifra importante.

La tienda se abrió "cuando se hizo la casa", en 1903, cuando su titular, Pedro Ducló, inauguró una alpargatería con el modelo que trajo de San Francisco. Cuando falleció, hacia 1940, su viuda heredó el negocio que pasó a manos de una sobrina, ya que la pareja no tenía hijos.

En 1970 murió la sobrina y Calzados Miracruz pasó a manos de las hermanas de la misma, de apellido Echave. Cuando estas lideraban el negocio fue cuando Julia Alcalá comenzó a trabajar en este histórico comercio.

Lleva Julia Alcalá más de cuatro décadas dedicada a calzar con mimo los pies de las gentes del barrio y de otras muchas llegadas de diversos lugares. Así lleva 40 años y así seguirá "hasta que el cuerpo aguante".

"Esta tienda empezó como alpargatería y siempre ha sido de calzado", insiste Alcalá.

Entre las virtudes del comercio, situado en una de las principales arterias de Gros, subraya, se halla la "fidelidad" de su clientela, aunque las cosas han cambiado mucho.

"Ha habido mucho cambio en la forma de comprar. Antes venía la clientela más fijo, te pedía lo que quería y listo. Ahora somos más puntillosos", añade. Pese a todo, indica, "el 90% de las personas vienen a comprar y cuando no, te quedas con la idea de que volverá y le atiendes igual".

"El pequeño comercio mantiene al barrio, le da vida. Necesitaría que lo apoyaran un poco más", insiste Alcalá. "Aquí es donde se le va a atender bien, donde se está pendiente del cliente, donde te agachas a probar. Solo ver el pie sabemos el número", destaca esta profesional para poner en valor al comercio de proximidad frente a la venta online.

"Los que venían antes con sus abuelos, ahora vienen con sus hijos. ¡No sabes qué ilusión hace que te digan que aquí venían con su abuela! Eso te da vida.", asegura Alcalá, que explica que, además de la gente de la zona, tiene mucha clientela procedente de Navarra y de diversos municipios de Gipuzkoa. "Tengo unos clientes que son de aquí pero viven en Holanda y todos los años vienen a comprar calzado".

Entrar en Calzados Miracruz es entrar en un universo de cajas que se extienden más allá de lo que es propiamente el comercio y ocupa lo que en su tiempo fue una vivienda que se asomaba a un patio. "Es imposible saber cuántas referencias tenemos. Lo intentamos meter todo el ordenador y desistimos", explica.

Un breve paseo permite comprobar que en Miracruz hay mucho de todo, desde abarcas a alpargatas, zapatos, zapatillas de casa y mucho, mucho, calzado de trabajo, una de sus especialidades. "Vienen profesionales de la hostelería, sanitarios, etc.", añade. El calzado infantil es una línea que en su momento Julia Alcalá se vio obligada a dejar pero que, tras recuperar, quiere reforzar.

"Principalmente lo que ofrecemos es comodidad y buen género", destaca Alcalá, que constata que "sobre todo de diez años para acá" la forma de vender ha cambiado. "Tienes que sacar más y tener más surtido. Pese a todo, todavía hay gente que prefiere que le atiendas y le aconsejes. El tú a tú es más directo".

Durante la pandemia, hubo de todo. "No digo yo que tras cerrar dos meses todo se recuperara, pero sí que llegó una buena racha, ya que las personas no se movían del barrio. Ahora se va tirando, que es lo que cuenta", apunta.

Durante tantos años a Julia, y a su hermana con la que trabajó mucho tiempo, les ha tocado vivir todo tipo de situaciones como aquella en la que, a base de plantillas e imaginación, tuvieron que apañar el calzado de un hombre con una talla 38, que apenas existía para varones, tallaje que empezaba en el número 39.

"Anécdotas hemos tenido de todo tipo", abunda esta profesional que, reconoce, "para muchos somos casi de la familia".