Dejar de depender del coche particular o rebajar su uso resulta bastante complicado cuando se trata de la única alternativa que ha estado al alcance durante años. La histórica carrera de obstáculos para acceder a los servicios de comunicación en un entorno donde el transporte público brilla por su ausencia convierte el deseo de alcanzar la movilidad sostenible en todo un reto. Zarimutz, Marin, Marulanda, Mazmela, Apotzaga, Bolibar, Lete, Gellao y Mendiola, las nueve anteiglesias de Eskoriatza, participaron entre el 27 de septiembre y el 28 de noviembre de 2021 en un proyecto piloto que ofreció a los vecinos y vecinas de estos barrios rurales un servicio de taxi compartido a demanda con conexiones diarias al casco urbano eskoriatzarra, salvo los domingos y festivos.
La iniciativa impulsada por la Diputación Foral de Gipuzkoa, con el propósito de mejorar la movilidad rural, no terminó de cuajar. “De los resultados se saca la conclusión de lo difícil que resulta cambiar la cultura del vehículo privado en entornos rurales, pero también se extraen datos empíricos de servicios a demanda que abogan por la apuesta de aquellas opciones que redundan en mejoras en servicios complementarios de transporte público como el autobús”, responde la diputada de Movilidad y Ordenación del Territorio, Rafaela Romero, a las preguntas formuladas por escrito por la juntera de Elkarrekin Gipuzkoa, Arantza González.
Durante las nueve semanas en las que el taxi compartido funcionó a modo experimental se realizaron un total de 158 desplazamientos. Las mujeres, que solicitaron el 66,21% de estos viajes, fueron las mayores demandantes del servicio, sobre todo las menores de 18 años, que representaron al 52,70% de las usuarias, según los datos hechos públicos por el ente foral. La inversión, por su parte, ascendió a 18.000 euros.
“El proyecto no ha podido generar el perseguido cambio cultural, aunque se ha demostrado una mucha mejor respuesta como servicios a demanda, que han contribuido al derecho esencial a la movilidad en el entorno rural y la inclusión de colectivos de mayor vulnerabilidad, como son los menores de 18 años y las personas mayores; si bien no han permitido colectivizar la iniciativa”, admite Romero en su exposición.
La diputada socialista recalca que las “conclusiones provisionales” apuntan a “una dependencia prioritaria” del vehículo privado en el entorno rural donde se llevó a cabo la prueba piloto. Una costumbre completamente arraigada por “las históricas dificultades de los servicios de comunicación”, reconoce la titular de Movilidad y Ordenación del Territorio.
perseverar en las iniciativas
Disminuir el uso del coche implica un cambio de hábitos que, en palabras de Romero, “nos lleva a perseverar en este tipo de iniciativas”. “Proseguimos en nuestro objetivo de fomentar el derecho esencial a la movilidad para toda la ciudadanía del territorio, así como de establecer una cultura de uso del transporte público para todos los guipuzcoanos y guipuzcoanas, independientemente de su lugar de residencia”, insiste, a la vez que expresa el compromiso de la Diputación “de liderar este cambio cultural en todas las comarcas” para el que, tal y como defiende, es “necesaria la colaboración conjunta de todos los agentes políticos, institucionales y sociales, y la participación ciudadana”.
La experiencia que tuvo como escenario las anteiglesias eskoriatzarras se enmarca dentro de los programas de innovación que la institución foral promovió en 2021 y que, según indica Romero, seguirán marcando el rumbo del Departamento de Movilidad durante este año.