Estamos en agosto. El mes de vacaciones por excelencia. Miles de guipuzcoanos han colonizado las playas del Mediterráneo y los montes de los Pirineos, pero otros muchos acostumbran a pasar las vacaciones en Gipuzkoa, pues es aquí donde tienen su segunda vivienda. No solo en Donostia, Hondarribia, Zarautz, Zumaia o Deba, también en rincones del interior como Aztiria. Se trata de un barrio rural de Gabiria, en el que algunos vecinos de Urola Garaia (el municipio más cercano es Legazpi) y Goierri han construido su casa, bien para vivir o bien para disfrutar de los fines de semana y las vacaciones.

Una de las casas más bonitas de Aztiria es la de Javier Alustiza y Arantxa Iñurritegi. Este matrimonio de Legazpi se trasladó a Aztiria hace ya más de 40 años. "Vinimos en 1974. Llevo más de media vida en Aztiria", comenta Alustiza.

Su mujer es del caserío Zabaleta de Aztiria y él del barrio Elbarrena de Legazpi. "Nos gusta mucho el monte y un conocido me recomendó comprar un terreno en el monte y hacer una casita. Siempre que veníamos al caserío de mi mujer, no podía evitar echar un vistazo a este terreno. Era un pinar de Patricio Etxeberria. Fui a la fábrica y les dije que si alguna vez lo ponían en venta, yo estaba dispuesto a comprarlo. Hice la casa con la ayuda de dos albañiles. El arquitecto fue Rezabal, de Donostia, y el aparejador Mendiola, de Zumarraga. Yo fui peón y contratista", recuerda.

Vivían en el barrio San José de Legazpi y se trasladaron a Aztiria con sus dos hijos. "Vivimos muy a gusto aquí. Nuestro hijo vive con nosotros y hoy en día se encarga él del mantenimiento de la casa y el jardín. A nuestra edad, no es seguro vivir solos en un lugar como este. A partir de cierta edad, si no tienes quién te ayude, es mejor irse de aquí", reconoce.

Gracias a la ayuda de su hijo, pueden seguir viviendo en un lugar paradisíaco. "Aquí vivimos en paz. No somos los únicos legazpiarras que hemos venido aquí. Eugenio Agirre compró el terreno un poco después que nosotros, pero construyó antes la casa. Nosotros fuimos los segundos. En la actualidad, somos unos diez los que hemos venido de fuera. La mayoría somos de Legazpi, pero hay también alguno de Gabiria. Dos vienen los fines de semana. El resto vivimos aquí".

Tiene claro los motivos por los que tanta gente ha decidido ir a un lugar en el que apenas cuentan con servicios. "Es un lugar en el que hay mucha luz. Y es muy tranquilo. Además, tenemos muy buena relación entre los vecinos. Cuando vinimos nosotros, estaban otros en el poder, y estábamos peor atendidos. Ahora, cuando nieva, la máquina quitanieves pasa a diario. Además, tenemos agua del pantano de Barrendiola. Antes la cogíamos de un manantial y no era muy buena".

Su casa está en terrenos de Gabiria. "Cuando necesitamos algo, bajamos a Legazpi (está más cerca que Gabiria y tiene más servicios), pero el Ayuntamiento de Gabiria nos pidió que nos empadronáramos en Gabiria y así lo hicimos. El Ayuntamiento de Gabiria nos atiende muy bien a los que vivimos en Aztiria".

Ya no puede ir al monte tanto como antes, pero sigue disfrutando de Aztiria. "Me levanto a las ocho y, si hace buen tiempo, salgo al jardín. Si quieres tenerlo limpio, no puedes dejar de cuidarlo".

Aztiria, además de luminoso y tranquilo, es un lugar que permite protegerse del coronavirus. "Estos últimos meses apenas hemos salido de casa. Los encargos los hace nuestro hijo. No hemos tenido la impresión de estar viviendo una pandemia. No hemos sentido peligro. Eso sí, hemos echado en falta las salidas de los domingos a Liernia, a Arantzazu... Nos gustaba ir a tomar un café para estar con la gente. Ahora solemos bajar una vez a la semana a Legazpi. Todavía conduzco y no tengo intención de dejarlo".