A 7 kilómetros de La Concha
Los alojamientos que se localizan en los extremos más verdes de Donostia se benefician también del tirón turístico de la ciudad, aunque mirándola de lejos
Los hoteles y los pisos turísticos del centro de la ciudad no son la única modalidad de alojamiento que existe para quienes deseen conocer Donostia. En la variedad está el gusto y las opciones originales, aunque estén a varios kilómetros del cogollo urbano, también tiene un gran gancho en los últimos tiempos. El albergue Green Nest Hostel/Uba Aterpetxea, ubicado en el bosque de Ametzagaina, cerca de Loiola, ha ido aumentado su clientela y registra anualmente unos 30.000 clientes, según explican fuentes de Fomento de San Sebastián. La entidad municipal impulsó la construcción de este alojamiento, que abrió sus puertas en septiembre de 2012, con miras al mercado juvenil relacionado con el surf, y se ha convertido en un albergue con el encanto de situarse entre árboles. Se ubica a siete kilómetros del corazón de la ciudad, pero dispone de autobús, tren y bidegorri muy cerca.
El edificio está gestionado por una empresa privada y se une así a la oferta pública de los albergues de Ulia y Ondarreta, que lleva el propio Ayuntamiento. Uba Aterpetxea se ha consolidado en el mercado del alberguismo turístico, como lo atestigua su presencia en las distintas webs especializadas. En la actualidad, tiene una ocupación media del 40% en temporada baja. En verano, está casi completo continuamente.
El albergue tiene 44 habitaciones, para dos, cuatro y seis personas, con un total de 196 camas repartidas en cuatro plantas. Acceso wi-fi, lavandería, cocina, parking y una amplia zona común para el ocio y el descanso son algunas de sus señas de identidad. “Lo reservan grupos deportivos de toda edad a lo largo de todo el año para distintos eventos y competiciones, como la Donosti Cup o la Behobia”, explican sus responsables. En verano, el albergue también acoge grupos escolares y de otro tipo que participan en circuitos turísticos así como a personas jóvenes, parejas y familias que buscan un precio asequible para dormir en Donostia. El precio por noche ronda los 20 euros y la estancia media de sus asistentes es de 1,6 días.
Casi la mitad de la clientela de Uba Aterpetxea es extranjera, con un 47% del total. Los franceses suponen un tercio de todos ellos. Además, Alemania, Italia y, en los últimos tiempos, Estados Unidos son los países que más clientela aportan al hostal. Dentro del Estado, son los catalanes, madrileños y vascos los más asiduos al espacio.
Añorga
El hotel Heredad de Unanue es otra de las perlas escondidas de la periferia donostiarra, un establecimiento ubicado en el antiguo caserío gótico Unanue Zar, datado entre los siglo XV y XVI, y a siete kilómetros de La Concha, en la zona natural de Añorga. El hotel ha cumplido su primer año el pasado mes de septiembre y en estos meses ha conseguido la mejor puntuación de la ciudad en la web Booking, donde tiene ahora un 9,7 de calificación otorgada por quienes han sido sus clientes. Destacan el trato cercano y familiar, así como la ayuda que proporcionan los responsables del lugar, de la propia familia que ha vivido históricamente en el edificio.
El caserío que acoge el hotel, de once habitaciones, sufrió un incendio en 2003. Hasta su reapertura como alojamiento estaba sin uso. Pero en el pasado, la casa solariega de los Unanue había sido siempre una referencia en la zona. La familia Olaizola, heredera del caserón de cinco siglos, se lanzó al mundo de la hotelería y ha transformado el edificio de piedra en un espacio acogedor. “Hace poco, entró un niño ruso y lo primero que hizo fue quitarse los zapatos; su padre le dijo que no lo hiciera y me explicó que lo había hecho porque al entrar se sintió como en casa”. Así lo explica Arantxa Liceaga, una de las integrantes del equipo familiar que lleva las riendas de un hotel al que llegan personas de distintos puntos del Estado y, en verano, numerosos extranjeros. Suizos, mexicanos, egipcios e israelitas solo son algunos de los huéspedes que han estado en el coqueto hotel esta misma semana.
La hospitalidad familiar que muchos buscan en sus viajes es natural en este establecimiento, ya que sus trabajadores, en realidad, reciben a los viajeros en su casa. En cuestión alimentaria, la autenticidad es una característica que en Heredad de Unanue no deben buscar muy lejos. Algunos de los productos de Kilómetro Cero que ofrecen en sus desayunos -como los yogures o el zumo de manzana- se elaboran en tierras el propio barrio de Añorga.
Un espacio en la pared del hotel está dedicado a los antepasados de la familia que vivieron en el edificio. Un guiño a la diáspora vasca, tanto en la decoración interior del hotel como en la organización de encuentros culturales abiertos a todos el mundo, es otra de las señas de identidad del viejo caserío.
Desde la terraza del Heredad de Unanue se contempla la torre del museo Eureka de Miramon, zona en la que se asienta el hotel Arima, que cumplirá sus dos primeros años de vida en noviembre. Tampoco está en el centro de Donostia, lo que no evita que su éxito haya ido en aumento desde su nacimiento. Una de las particularidades del conjunto es que se halla pegado al bosque de Miramon y las vistas desde la cafetería, así como desde parte de las habitaciones, no dan a la bahía pero sí a una masa verde de árboles que da la sensación de situarse dentro de un mar vegetal.
El establecimiento cuenta con 73 habitaciones, siete de ellas con salón y dos de ellas adaptadas. También cuenta con una residencia de estudiantes, vinculada al Basque Culinary Center, con otras 73 habitaciones, que se usan también como alojamiento turístico en verano, cuando no hay clases.
Las terrazas de la cafetería se han convertido ya en un punto de encuentro para los residentes en la zona, así como para los visitantes de la Policlínica, pero también los partidos políticos han sabido aprovechar el paisaje que se puede ver desde las salas del hotel para algunas de sus convocatorias públicas y tanto el alcalde de Donostia, Eneko Goia, como el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, han comparecido en el hotel con los árboles como telón de fondo.
Los más de ocho kilómetros de distancia que lo separan del centro de la ciudad se pueden cubrir con el autobús, que está a pocos pasos de la puerta del hotel. La pasarela peatonal construida sobre la vaguada cercana permite también acercarse andando a la zona central del parque tecnológico de Miramon.
El establecimiento ha abierto recientemente un gimnasio y zona de bienestar, también con vistas al bosque, creado de acuerdo con los estándares de edificios Passivhaus, que reducen en torno al 70% el consumo energético habitual.