Existen muchos tópicos sobre los jubilados y uno de ellos es que les encanta ver obras. Viendo una de la fotografía de arriba, está claro que algo de cierto hay en ello. Entre las personas que trabajan en el mundo de la construcción, habrá de todo:a algunos no les importará ser observados mientras trabajan y otros se sentirán como monos de feria. Ahora, con las huertas urbanas, tienen oportunidad de tomarse cumplida venganza:muchos de los usuarios de estas huertas son jubilados y se les puede ver trabajando con la azada y sudando la gota gorda. Eso sí, ellos ni se inmutan. Disfrutan como niños en sus huertas.
En Zumarraga las huertas urbanas están en Urtubi, por lo que todos los usuarios de este nuevo parque tienen ocasión de ver cómo trabajan los jubilados y qué aspecto están cogiendo sus huertas.
Uno de los jubilados que está disfrutando de su huerta es José Antonio Lizarazu. Nació en Altza, posteriormente vivió en Beasain y lleva 13 años en Zumarraga. Trabajando de electricista, le cayó encima un armario eléctrico y lo dejó incapacitado para seguir ejerciendo la profesión. Desde entonces hasta que se jubiló, hace año y medio, trabajó en Gureak. Este mismo mes va a cumplir 67 años.
Siempre le ha gustado la huerta. "Viví durante casi 40 años en Beasain. Allí, mis padres tenían una huerta. Me gustaba mucho trabajarla. Además, estuve diez años de cooperante en Nicaragua y allí también trabajé en el campo", comenta.
Cuando supo que en Zumarraga iban a montar huertas urbanas, no lo pensó dos veces. "Reservaron dos bancadas para discapacitados y me han otorgado una de ellas. He puesto unas siete lechugas, cinco plantas de tomate, puerros y vainas. Están cogiendo buen aspecto", indica.
Lizarazu tiene un hijo y un nieto de 15 meses. Como es lógico, está loco de contento con el niño. Seguro que en cuanto pueda, le enseñará la huerta. De momento, es su hijo el que le está echando un cable.
Le encanta trabajar en la huerta. "En vez de ir al mercado, cultivo mis propias hortalizas. Es mucho más satisfactorio. Trabajar la tierra y ver cómo madura todo lo plantado es muy bonito".
El matrimonio formado por Pedro García y Virginia Gorospe es de la misma opinión. Él nació en Zumarraga hace 82 años y ella en Olazagutia hace 79. García trabajó de electricista y montando máquinas, mientras que su esposa trabajó en una fábrica de chapas.
Hasta hace unos pocos años tuvieron huerta en Olazagutia. Cuando supieron que en Zumarraga se iban a hacer huertas urbanas, decidieron inscribirse. "Mientras me aguanten los riñones, seguiré en ello", comenta García.
No en vano, le gusta mucho la horticultura. "Trabajar en la huerta me da alegría. Cuando vengo aquí, se me pasan las horas volando". Gorospe añade que su marido no sabe estar sin hacer nada. "Tiene que estar siempre ocupado en algo".
A ella también le gusta la huerta. De hecho, le acompaña muchas veces. Va a por agua, le asesora... Han plantado tomates, lechugas, cebollas, pimientos, vainas, puerros, calabacines, pepinos... De todo un poco.
Además de trabajar la tierra, les gusta el ambiente que se ha creado en la huertas urbanas. "Es muy bonito ver cómo los abuelos les enseñan a los nietos y estos trabajan con sus pequeñas azadas. Hay muy buen ambiente. A los de los chalets de Urtubi también les ha dado mucha vida".
La huerta de esta pareja es una de las más bonitas. La experiencia es una grado. No les molesta que los paseantes u otros usuarios se paren a ver su huerta. Todo lo contrario. De hecho, están dispuestos a ofrecer consejo a todos los que lo necesiten.
Los jóvenes, como debe ser, intentan aprender de los mayores y agradecen sus consejos. Entre los adjudicatarios hay muchos jóvenes que nunca habían pisado una huerta. Por ejemplo, Oskar Martín. Este zumarragarra ha conocido algún que otro patatal (ha jugado en una docena de equipos de Segunda B y Tercera y actualmente milita en el Sestao), pero nunca había cogido una azada. "Nos apuntamos toda la cuadrilla. Solemos cenar juntos todos los jueves y decidimos pedir una huerta para compartir una actividad más y comer productos cultivados por nosotros mismos. Dimos la vuelta a la tierra, sembramos algo y parece que la cosa va para adelante. Hemos puesto lechugas, tomates, guindillas, pimientos y calabazas".
No tienen ningún experto en la cuadrilla, por lo que tirán de los consejos que les dan sus padres y los compañeros de huerta más veteranos. "Cuando tenemos alguna duda, preguntamos a los expertos y nos ayudan encantados. Esto está muy bien".
De hecho, uno de los objetivos de las huertas urbanas es reforzar la comunidad. El de Zumarraga es el 21º parque público de huertas ecológicas de la red Baratze Parke Sarea y el primero de Urola Garaia. Los municipios que forman parte de la red son Alegi, Anoeta, Azkoitia, Azpeitia, Beasain, Berrobi, Donostia, Elgeta, Errenteria, Hernani, Ikaztegieta, Irun, Lezo, Ordizia, Tolosa, Urnieta, Usurbil, Villabona, Zegama, Zumaia y Zumarraga.
El objetivo de estos parques de huertas es incrementar el consumo de productos ecológicos y locales, impulsar un ocio activo, promover el respeto por la naturaleza, propiciar la relación entre los diferentes grupos sociales y las personas de distintas generaciones, apoyar el euskera y la cultura vasca y poner en valor la diversidad lingüística.
Kutxa Ekogunea pone a disposición de los usuarios las herramientas necesarias para trabajar la tierra y organiza cursos de horticultura básica para ellos. Además, los usuarios pueden participar en las jornadas que organiza la red Baratze Parke Sarea y tienen a su disposición una web y un boletín informativo. Las huertas tienen unos 30 metros cuadrados y los productos que se cultivan en ellas son para consumo propio.
Entorno privilegiado Las huertas de Zumarraga están en un entorno privilegiado: un parque de 17.000 metros cuadrados con mirador, estanques, juegos infantiles, paseos y parque para perros, al que se accede desde la calle Txurruka, por el paso situado bajo la variante.
Además de pasear y disfrutar de la naturaleza, se puede ver cómo trabajan los jubilados en sus huertas y aprender de ellos. ¡La experiencia es un grado!