bergara - Todo empezó hace un año cuando Maider Jorge, alumna de Bachillerato de la ikastola Aranzadi de Bergara, vio en la televisión cómo el colegio Summa Aldapeta de Donostia iba a conectarse con un astronauta a través de las ondas. Le picó el gusanillo de vivir la misma experiencia con sus compañeros de pupitre, y así se lo comunicó al profesor de física, matemáticas y astronomía Manu Arregi. Maider contagió a todo el centro escolar de sus ganas de embarcarse en esta aventura espacial y, de este modo, floreció un ilusionante proyecto que ayer tuvo su plato fuerte: la charla en directo, vía radio, con el astronauta estadounidense Nick Hague, miembro de la actual tripulación de la Estación Espacial Internacional (ISS, en sus siglas en inglés).

En el momento de la conexión, Hague se encontraba circulando a 27.608 kilómetros por hora, a una altura de más de 400 kilómetros por encima de Australia. Así que el subidón para el alumnado, y también para el profesorado que presenció el encuentro, fue mayúsculo.

¿Cuál es la tarea más complicada de un astronauta? ¿Qué sensación se tiene cuando sales fuera de la Estación Espacial para hacer reparaciones o dar un paseo? ¿El espacio es como lo imaginabas de niño? ¿Qué sientes al despertarte y ver la Tierra tan lejos? fueron algunas de las preguntas que le trasladaron en inglés los alumnos y alumnas de entre 6 y 17 años de la ikastola Aranzadi. Cada uno de ellos, por turnos, cerraba la interrogación con un over, la señal para que el tripulante supiera que ya podía responder.

Entre otras cosas, Hague contestó que el espacio es “un lugar asombroso” y que con los avances tecnológicos el hombre llegará a “vivir en Marte”. Se refirió, asimismo, al reto de hacer frente a la ingravidez en el espacio y a las tareas diarias que deben ser reconsideradas en el cosmos como beber agua y comer. A la pregunta de qué es lo que más echa de menos en su ausencia de la Tierra, el astronauta de la agencia espacial norteamericana Nasa señaló a la familia.

La conexión arrancó alrededor de las 10.50 horas. A bordo de la Estación Espacial Internacional, justo cuando se encontraba en la vertical de Australia, Hague respondió a 17 de las 20 preguntas -no dio tiempo a formularlas todas- que había preparado el alumnado del centro bergararra. Fueron diez minutos que pasaron volando, pero que dejaron un muy buen sabor de boca.

14 en el estado Aranzadi ikastola se presentó al proyecto ARISS (Amateur Radio on the International Space Station), que dependiente de la Nasa y la Agencia Estatal Europa ESA, pone en contacto a escuelas de diferentes partes del mundo con uno de los astronautas de la ISS mediante emisoras de radioaficionados.

Desde que en 2001 la iniciativa desembarcara en Europa, se han producido 526 contactos de centros escolares, de los que solo 14 corresponden al Estado Español, los tres últimos, además, han tenido lugar este mismo año: en marzo en un colegio sevillano, en abril en dos mallorquines, y ayer en Bergara, que ha seguido el ejemplo del centro donostiarra Summa Aldapeta que mantuvo su conversación radiofónica con la ISS a finales de 2018.

Para afrontar esta aventura Aranzadi ha contado con la inestimable ayuda de los radioaficionados Felipe Uriarte, Alex Escartín y Jon Sistiaga, que ayer estuvieron una vez más al pie del cañón.

Desde australia La conexión -pudo verse en directo vía streaming- se realizó de un modo analógico a través de un cableado de unos 15.000 kilómetros que comunicó a Bergara con Australia, concretamente con uno de los catorce radioaficionados de la red mundial que están homologados para establecer este tipo de conexiones con la ISS, el australiano Martin Diggens. Este fue el encargado de hacer de intermediario entre los alumnos bergararras y el astronauta estadounidense cuando la Estación Espacial Internacional sobrevolaba Australia (el contacto directo desde Bergara se descartó debido a las limitaciones orográficas del municipio).

La ISS gira en torno a la Tierra a una altitud de unos 400 kilómetros y orbita alrededor de ella 15 veces al día. Aranzadi ikastola cumplió un sueño y, ¿quién sabe?, a más de uno tal vez se le despertó la curiosidad por las ciencias espaciales.