Klink, medio siglo haciendo ciudad
El pasado martes Hondarribia despidió a Juan Mari Bello en la parroquia de la Asunción y del Manzano, pero su legado continua a través de Klink Elkartea, la sociedad de la que fue fundador y primer presidente, con 49 años de historia
Fundada en 1970, la sociedad Klink Elkartea lleva casi medio siglo siendo una parte fundamental de la vida social de Hondarribia, algo que puede verse reflejado en algunas de las iniciativas que organizan, como la carroza de las cantineras del día 6 de septiembre, con un gran arraigo histórico en la ciudad. A lo largo de sus 49 años de actividad han sido muchos los hondarribiarras que durante algún tiempo han querido formar parte de Klink, cuyas instalaciones, ubicadas en el número 10 de Uria Harresia kalea, son un lugar de reunión y encuentro entre amigos, como bien indica el mural que preside el comedor principal.
José Manuel Nogueras, presidente de la sociedad en 1994 y su tesorero durante muchos años, recuerda el origen de Klink en una antigua taberna situada en Arma Plaza, en el local en el que ahora se encuentra la cafetería Ttopara. “La idea de establecer una asociación surgió entre un grupo de jóvenes que solía reunirse en el bar Klink, con la intención de hacer cosas buenas por Hondarribia”, explica Nogueras. Uno de esos jóvenes era Juan Mari Bello, el primer presidente de la sociedad, fallecido el pasado fin de semana. Esas primeras conversaciones datan de “años antes de fundar Klink”, tal y como cuenta Nogueras, que añade como curiosidad que ‘Klink’ es la onomatopeya que describe el sonido de dos copas al chocar, que era lo que se veía en el logo de aquel bar y que ahora se preserva en el escudo de la sociedad.
La oferta cultural y los equipamientos de ocio en las décadas de los 60 y 70 eran bastante limitados en la ciudad. Las opciones se reducían a “un frontón, un par de salas de cine con muy pocas proyecciones y música los domingos en la Alameda”. Por ello, en ese grupo de jóvenes “sentían que había que organizar cosas para los niños, los jóvenes y las personas mayores”, y así, dieron el paso en 1970, originalmente como Peña Klink -“eso de ‘sociedad’ estaba prohibido”-.
Aquellos primeros años fueron muy productivos. “Montamos un cross infantil, organizamos la carroza de las cantineras, el concurso infantil de pintura del día 6 de septiembre que todavía se mantiene e hicimos durante varios años la Cabalgata de Reyes”, enumera Nogueras. Algunas de aquellas iniciativas cuajaron entre los hondarribitarras y se han convertido en tradiciones anuales, aunque otras han ido desapareciendo con el tiempo, algo que Nogueras considera normal, ya que “los tiempos van cambiando y hay actividades que dejan de hacer su función”.
En ese mismo sentido, desde la dirección de Klink se ha observado un cambio de tendencia en la popularidad de las sociedades gastronómicas, tan típicos en nuestro territorio. “Nos mantenemos pero cuesta más que antes”, declara Alberto Seco, actual presidente de Klink, que advierte que el descenso de socios es generalizado en las sociedades del territorio. En estos momentos 305 personas pagan la cuota mensual de 20 euros que permite utilizar las instalaciones de Klink. A pesar de que la tarifa es más barata para los menores de 40 años, a mitad de precio, acercarse a la juventud no es tarea fácil. “Hace unos años se puso de moda el alquiler de locales entre las cuadrillas de chavales, pero ahora va todo tan rápido que incluso ese modelo parece que ya está agotado”, continúa Seco.
Labor desinteresada Klink siempre ha tenido la vocación de ayudar, en la medida de lo posible, a colectivos desfavorecidos o minoritarios de Hondarribia. Parte de sus fondos se destina anualmente a preparar la cena de Nochebuena de la residencia San Gabriel, una labor que anteriormente realizaban los propios socios, personándose en la residencia para cocinar.
Una de las principales iniciativas que siguen desarrollando es la de las comidas solidarias. En los últimos cuatro años Klink ha recaudado más de 100.000 euros para diversas asociaciones. En solo tres años, de 2015 a 2018, la recaudación anual de la campaña de comidas se ha duplicado de 15.000 a más de 30.000 euros. “Tenemos la suerte de contar con un gran equipo de voluntarios que se vuelcan con esta iniciativa”, destaca Seco.
En ese sentido, Klink se dispone a dar inicio a su campaña solidaria de 2019, que arrancará mañana, con una comida benéfica en favor del trabajo en Etiopía del misionero hernaniarra Ángel Olarán, que estará presente en el local de la sociedad. Los tickets están a la venta en Jamones Alzaga, Pastelería Kai Alde, Hondarribiako Ba-tzokia, Kofradiako Denda y en el local de la sociedad.
Además de esta primera cita, se realizarán otras cinco comidas este año. En marzo la entidad beneficiada será la sección inclusiva del Hernani Club de Rugby, en mayo le tocará a Munduko Begiak, que trabaja en proyectos de salud oftalmológica en el Sáhara, Mozambique y Bolivia, lo recaudado en julio será para la Asociación Contra el Cáncer de Gipuzkoa y en noviembre para la VI Beñat Elzo Mendi Lasterketa. La sexta comida se celebraría en diciembre, aunque todavía no se ha definido a qué entidad se va a destinar lo que se colecte.