Cuando uno se escabulle de las callejuelas y del bullicio de la parte vieja tolosarra, bien cerca, a pocos metros, uno descubre un lugar para el reposo. El que hoy se conoce como el palacio inacabado de Tolosa deja ver los cimientos del que iba a ser un imponente palacio, el más importante de la época, que mandó construir Alonso Idiakez en 1530. Convertido hoy en parque arqueológico, el solar en el que se encuentran los restos de la obra es un precioso enclave bautizado como Euskal Pizkundea plaza que hace reencontrarnos con la historia de Tolosa.
El palacio inacabado comenzó a construirse en el siglo XVI a la orilla del Oria, entre la iglesia de Santa María y el molino de Elizaldea. Es, precisamente, la zona del casco histórico donde mejor puede observarse la evolución y el desarrollo del poblamiento en Tolosa. Cuando se fundó la villa en 1256 aprovecharon el curso del Oria y rodearon la población con una muralla que, además de defenderla de los posibles ataques, la protegía de las crecidas del río Oria. En el borde del río se observa el tramo mejor conservado de la muralla medieval sobre la que en 1322 adosaron un molino harinero que abasteció del alimento básico a la población hasta 1898. También dentro del actual edificio se pueden observar lienzos de la muralla, los arcos de las estoldas del molino y la maquinaria de las compuertas del canal de la fábrica de Boinas Elósegui.
Entre la concurrida callejuela que comunicaba el molino con el resto del casco urbano y la iglesia parroquial, en este lugar tan céntrico, Alonso de Idiakez , siguiendo los planos de Luis de Vega, arquitecto del emperador Carlos V, de quien Alonso Idiakez era secretario, mandó construir -entre los años 1531 y 1540- el que iba a ser uno de los principales palacios renacentistas de la época. Los Idiakez eran originarios del caserío Idiakaitz de Anoeta y semejante obra arquitectónica debía realzar la importancia de su linaje.
Según detalla el escritor tolosarra Mikel Telleria en su Enciclopedia General de Tolosa, “estaba proyectado para que fuera de grandes proporciones y se sabe que cuando en 1539 el emperador Carlos V pasó por Tolosa, el edificio ya había alcanzado una altura de 6,50 metros sobre el terreno”.
Posteriormente, se pierden las noticias de su construcción. “Solamente se sabe que en 1563, era la villa la que efectuó varias obras en el lugar y que el palacio de Aranburu se edificó, en el siglo siguiente, sobre parte del solar destinado al palacio de Idiakez”, indica en su publicación Mikel Telleria.
De criado a secretario de Carlos V
Tan solo la figura de Alonso de Idiakez, nacido en 1497 en Anoeta, merece mención aparte. De ser criado pasó a ser secretario y consejero del emperador Carlos V desde el año 1520. Pero su lista de méritos no acaba ahí: participó en 1535 en la conquista de Túnez, fue negociador del matrimonio de Felipe II y María de Portugal y también del Tratado de Crespy; afecto a la corriente humanista hasta el punto de procurarse la amistad de Vives; fue fundador del convento de San Telmo de Donostia, donde aún puede verse su estatua yacente junto a la de su esposa doña Gracia de Olazábal. Además, fue caballero de las órdenes de Santiago, Alcántara y Calatrava, Comendador de la Extremera, del Consejo del Estado y secretario primero del emperador. Alonso de Idiakez murió en el año 1547 en las guerras de Alemania.