Aprendices no fue casualidad
La legendaria escuela de la unión cerrajera, que sembró los frutos que han convertido a Arrasate en “avanzadilla de la industrialización y bienestar”, es el eje de la exposición que la Asociación Aze acerca este mes al claustro de Kulturate
“Lo que pretendemos mostrar es un pequeño fragmento de la historia de nuestro pueblo representado por un testimonio que, con el desvelo de muchas personas e instituciones locales, ha podido ser salvado de la piqueta destructora”. Con estas palabras presentan los miembros de la asociación Arrasate Zientzia Elkartea (AZE) su último proyecto, el que tiene como protagonista a la legendaria Escuela de Aprendices de la Unión Cerrajera, semillero de aquellas personas que en décadas posteriores conducirían a Mondragón a su esplendor industrial y prosperidad económica.
El emblemático edificio, un claro exponente de la arquitectura racionalista de posguerra, ha desafiado el paso del tiempo para a sus 74 años ?su actual aspecto es fruto de la reforma a la que se sometió en 1944? mantenerse en pie y perpetuarse como un elemento representativo del patrimonio industrial arrasatearra. Ahora, mientras afronta una nueva etapa, la de rehabilitar sus instalaciones para convertirse en la sede de Juan Arzamendi Musika Etxea, la labor educativa, exclusivamente masculina, que se ejerció entre las cuatro paredes del histórico inmueble vuelve a renacer gracias a la exposición que hasta el 29 de junio cuelga del claustro de Kulturate. Escuela de Aprendices. ¡No fue casualidad!/ Ez da kasualitatea izan! es la carta de presentación de la muestra con la que AZE invita a hurgar en las raíces de este vestigio de la actividad fabril que alimentó la mítica Unión Cerrajera.
Un centenar de fotos, en su mayoría cedidas por colecciones particulares, que se distribuyen en diecisiete paneles y seis lonas con imágenes de gran tamaño, hablan del nacimiento, el desarrollo, el deporte y los oficios espirituales, así como de las excursiones, el profesorado y alumnado, y otras muchas curiosidades que envuelven el recorrido de algo más de tres décadas que labró la Escuela. La edad de ingreso era entre los 14 y 18 años, y el acceso estaba restringido a los hijos de los trabajadores de la antigua UCEM. Para 1945 el número de alumnos que había salido de la Escuela se elevaba a 92, una cifra que en el 25º aniversario se situó en 438.
los inicios El título de la exposición no es casualidad, como tampoco lo es el surgimiento de Aprendices en un ambiente educativo auspiciado por las Escuelas Viteri, que despertó en la juventud arrasatearra el ansia de formarse, además de contribuir a fomentar su conciencia política y social. Tal y como relató Javier Bengoa, las primeras referencias sobre la intención de crear una Escuela Laboral datan del 8 de mayo de 1908 cuando en el Consejo de Administración de UCEM el jefe de talleres, Alfredo Lafitte, propuso poner en marcha una Escuela Particular para preparar a contramaestres y jefes de sección.
Tres años más tarde, Toribio Aguirre, entonces director de la compañía, le dio un nuevo impulso al proyecto, sin embargo, y a pesar de que en los años 40 el Ayuntamiento estaba comprometido en la labor de convertir la Escuela Viteri en un centro laboral profesional, no se pudo hacer nada, “según algunos, porque el entonces presidente de la Unión Cerrajera, Marcelino Oreja (yerno de Aguirre) estaba en contra”, precisó Bengoa.
Después de la guerra, el sucesor de Marcelino, su hermano Ricardo Oreja, hizo suya la iniciativa y en 1939 echaba a andar la Escuela de Aprendices. Abría sus puertas en un antiguo almacén de los tiempos de la sociedad Vergarajáuregui, Resusta y Cía, un edificio que quedó disponible al construirse un moderno almacén justo a su izquierda, en paralelo a la orilla del río Deba. Los primeros 40 alumnos comenzaron su andadura entre pupitres en octubre de 1939, y tras asistir a clase por la mañana, en horario de tarde trabajan primero en el taller de la escuela, y luego en el resto de instalaciones fabriles de Zaldibar, el extenso solar que ocupó hasta el traslado de su actividad al polígono Kataide de Musakola, la empresa más señera, puntera y rentable de Arrasate durante buena parte del siglo XX, la madre Cerrajera.
El objetivo era formar oficiales y maestros industriales en las especialidades de Ajuste, Máquina-Herramienta y Electricidad, sin olvidar las disciplinas humanistas que eran impartidas por los frailes de San Viator. “A partir del segundo curso el alumnado recibía la mitad de su sueldo en mano y la cantidad restante se les ingresaba en la Caja de Ahorros”, detallaron los miembros de AZE, José Ángel Barrutiabengoa y Alfonso Donnay.
los fundadores de ulgor Después de 35 años de andadura, en julio de 1974 Aprendices echó definitivamente la persiana. Su maquinaría y utillajes de talleres se llevaron a la Escuela Profesional, embrión de la actual Mondragon Unibertsitatea, impulsada por el sacerdote y alma del movimiento cooperativo, José María Arizmendiarrieta, que no cejó en su empeñó por democratizar la formación técnica en la localidad. Arizmendiarrieta, de hecho, formó parte de la plantilla de profesores de la escuela surgida al calor de UCEM, y en sus aulas conoció a los cinco jóvenes que bajo su égida fundarían la primera cooperativa industrial con las siglas de Ulgor en 1956, el germen de Fagor y posterior Corporación Mondragón.
En Aprendices, por tanto, se forjaron “maestros especialistas y capitanes de novedosas iniciativas empresariales”, recordaron los integrantes de AZE. Su faceta educativa continuó, pero con otra vertiente, la musical. Así, en 1974 Arrasate Musikal pasó a ocupar estas dependencias que tuvo que desalojar en 2007 por los problemas estructurales que presentaban. En este tiempo, al histórico edificio no solo le ha llovido más de un pretendiente, sino que ha tenido que cargar con la amenaza de su posible desaparición, hasta que en la presente legislatura el Consistorio ha recuperado la propiedad del inmueble tras el acuerdo alcanzado con su anterior dueña, la sociedad Spri dependiente del Gobierno Vasco. Ahora encara una nueva etapa con el nombre de Juan Arzamendi Musika Etxea, la futura sede de Arrasate Musikal y Goikobalu abesbatza.
“Con esta exposición sobre Aprendices queremos rendir un tributo de reconocimiento a sus fundadores, profesores y alumnos que, a lo largo de una difícil posguerra y al comienzo del desarrollismo, sembraron una semilla cuyos frutos han convertido a nuestro pueblo en avanzadilla de la industrialización y del bienestar”, sentenció AZE. Puede visitarse de lunes a sábado de 17.30 a 20.30 horas. l