El verano no sería lo mismo en Zarautz sin Teodoro Malo y sus churros. Del mismo modo, este churrero nacido en Rincón del Soto (La Rioja) no entiende la época estival sin venir a la localidad costera. Y es que ya son más de 40 años estableciéndose en Zarautz una vez que finalizan las fiestas de San Fermin hasta pasado el día de Euskal Jaiak.
“Vinimos mi mujer y yo, recién casados, por primera vez hacía el año 72, por lo que llevamos unos 45 años viniendo verano tras verano. Los primeros años estuvimos por la zona de la estación del tren, donde antes había un descampado, pero después hemos pasado por Munoa y el malecón, y ya llevamos unos seis o siete años en este lugar, en Duke Enea, por lo que podemos decir que somos unos zarauztarras más”, comenta este riojano afincado en Pamplona desde hace 55 años.
Los años no han pasado en vano y Malo afirma que se sienten muy queridos en Zarautz: “La gente nos aprecia mucho y nos tiene mucho cariño, y la verdad que es un cariño mutuo. Mucha gente viene a saludarme en cuanto llegamos al pueblo y nos sentimos muy queridos. Tengo que agradecer al público el recibimiento que nos hace año a año, y nosotros estamos encantados de venir aquí”. Asimismo, se emociona al recordar que conoció a muchos de sus clientes cuando eran niños. “Hay muchas personas que venían cuando eran niños con sus padres, y hoy en día son padres de una criatura. El año pasado, por ejemplo, una mujer vino con su niña y le decía: Cuando era como tú compraba churros aquí. Son muchos años viniendo a Zarautz y la verdad que con esos temas te emocionas”, señala.
Transformación de Zarautz Del mismo modo, y como no podía ser de otra manera después de más de 40 años, la villa también ha cambiado mucho. Así lo afirma Malo: “Zarautz ha vivido una transformación increíble. Antes había solares en la estación de tren y en la zona de Salbide también había huertas y hoy en día hay muchas viviendas y está todo edificado. En todos estos años Zarautz se ha convertido en un pueblo fabuloso”. No obstante, la gente consume churros tanto antes como ahora. “Todo depende del tiempo. Si hace mucho calor no se vende, pero si hace una temperatura agradable la gente se anima a comprar churros”, comenta.
Teodoro estará en Zarautz hasta el 9 de septiembre con su mujer, su hija y un empleado más, y después, como todos los años, se irán a Pamplona a pasar el invierno. “Por supuesto que seguiremos viniendo a Zarautz, hasta que el cuerpo aguante”, concluye.