Miguel Urteaga es el panderojole de Zumarragako Trikitixa. Este grupo lo fundó su tío Joxe Oria y va a cumplir 100 años en 2020. Urteaga lleva toda la vida tocando el pandero, por lo que le conocen en todos los pueblos de Euskal Herria. Tiene tres hijos y los tres son músicos, pero solo uno toca trikitixa. Los otros dos son rockeros. ¿Cómo ha podido suceder eso? ¿Qué piensa él acerca de ello? ¿Preferiría que fueran trikitilaris? ¿Cómo se sienten dos rockeros en una familia con tradición trikitilari?

Zumarragako Trikitixa es toda institución en el mundo de la trikitixa. De hecho, fueron los primeros en grabar un disco. “Lo grabaron en 1922, con la casa Columbia. Nuestro tío tocaba con Itsasakorta y para entonces ya se hacían llamar Zumarragako Trikitixa. El nombre se lo puso Secundino Esnaola (el director que transformó el Orfeón Donostiarra en una coral de voces mixtas). Grabaron el disco en Donostia y Esnaola fue de visita al estudio. Nuestro tío no sabía qué nombre poner a la pareja de trikitilaris y Esnaola le propuso Zumarragako Trikitixa”, cuenta Miguel.

Después, los sobrinos de Joxe siguieron los pasos de su tío. Con semejante tradición familiar, no es de extrañar que los hijos de Miguel también sean músicos. Pero Kepa, el más joven, es el único que toca trikitixa. Además de en Zumarragako Trikitixa, toca en el grupo folk Sei pistols eta trabuko bat. Aitor e Ibon, en cambio, se dedican al rock. Los dos han tocado en varios grupos. En la actualidad, forman parte de los grupos Fits y Memphis Mafia. Aitor toca el bajo e Ibon es cantante. Además, sabe tocar la guitarra, el piano y el acordeón diatónico.

En casa, de todo un poco En realidad, todo tiene una explicación. Urteaga es trikitilari, pero le gusta todo tipo de música. Inculcó a sus hijos su amor por la trikitixa, pero nunca les presionó para que fueran trikitilaris y en su casa se escuchaba música de todos los estilos. “En casa siempre hemos escuchado de todo, por influencia del aita y la ama: trikitixa, rock, folk... No ha habido ningún tabú”, comenta Aitor. “Cuando éramos niños teníamos un Seat 127 y siempre íbamos cantando: Nat King Cole, Los Panchos, habaneras...”, recuerda Ibon. “Los aitas compraron una torre de alta fidelidad. Solía estar encendida las 24 horas del día y teníamos unas peleas terribles: cada uno quería poner sus discos favoritos”, añade Kepa.

En aquellos tiempos, Miguel pasaba mucho tiempo fuera de casa. “Los fines de semana los pasábamos en casa con la ama, pues el aita andaba de romería en romería”, comenta Aitor. “Cuando estaba en casa, se dedicaba a arreglar panderos. Solía tener la mesa de la cocina llena de panderos y nosotros solíamos andar salseando”, añade Kepa.

Zumarragako Trikitixa es muy conocida en toda Euskal Herria, pero ellos no eran conscientes de ello. “Fue en el homenaje del Trikitilari Eguna de 1982 cuando nos dimos cuenta de que el aita y el tío Joxe eran famosos. Cuando crecimos, nos dimos cuenta de que por la cocina de casa habían pasado trikitilaris de primer nivel: Kepa Junkera, Tapia, Leturia...”, cuenta Aitor.

A los tres hijos les gusta la trikitixa, pero solo Kepa siguió los pasos de su padre. “Me gustaba la trikitixa, pero huí de ese mundo. Sabía que la trikitixa era una cosa seria en nuestra familia y que si empezaba en ello tendría que darlo todo. Cuando Ibon y Kepa empezaron a aprender a tocar el acordeón, comprobé que estaba en lo cierto”, indica Aitor.

Ibon fue trikitilari de joven, pero lo dejó enseguida. “Tenía muchas ganas de tocar trikitixa, pero sabía que no aguantaría mucho. Aprendió enseguida y tocaba muy bien, pero tenía la guitarra y otros ritmos en la cabeza. A los tres les dejé hacer lo que quisieran. Lo único que les pedí es que aquello que hicieran, lo hicieran en serio”, comenta Miguel.

Eso sí, nunca ha aguantado hasta el final en un concierto de Aitor o Ibon. La madre de los dos rockeros, en cambio, ha estado en muchos conciertos. Ibon dice que su madre tiene mucho mérito. “Sacó a tres hijos adelante casi en solitario. Además, ella ha sido siempre quien más nos ha animado. Es la que nos escucha más a gusto. En casa, si tocábamos mal, se daba cuenta”.

Los ensayos de Kepa Kepa aprendió primero a tocar el pandero y hoy en día toca el acordeón diatónico. “Cuando Ibon se cansó, aprendí a tocar el acordeón. Empecé con Azkonabieta y seguí con Epelarre”. Aitor recuerda que no pegaba ojo por culpa de los ensayos de su hermano. “Trabajaba en el bar Avenida y llegaba a las casa a las 7.00. A las 10.00, Kepa empezaba los ensayos. Ensayaba mucho, pues tenía que sustituir al tío Joxe”. Kepa reconoce que fue muy duro. “El tío tenía intención de dejarlo y en aquella época yo era el único de la familia que tocaba el acordeón. Si no cogía el testigo, adiós a Zumarragako Trikitixa. Metí muchas horas, para tocar bien y para hacerlo al estilo de Zumarragako Trikitixa”.

En las primeras kalejiras y romerías sintió una gran responsabilidad. “Ocupar el lugar del tío Joxe fue una gran responsabilidad. La gente estaba muy atenta, era joven... Los primeros años fueron duros, pero me acostumbré”.

La cuarta generación La cuarta generación también pisa fuerte. “Mi hija tiene ocho años y toca el pandero y el piano. No sé si algún día tocará con nosotros, pero el año que viene empezará a aprender a tocar el acordeón. El hijo tiene doce años y toca la guitarra y la percusión. A él, al igual que a Aitor, le parece que en nuestra casa la trikitixa es una cosa demasiado seria. Se han dado cuenta de que para mí la trikitixa es un trabajo”, cuenta Kepa.

Los hijos de Aitor todavía no se han iniciado en el mundo de la música. “Saben que sus primos son músicos y, si nos lo piden, les daremos la oportunidad de aprender, por supuesto”, comenta. “Zumarragako Trikitixa no acabará con nosotros, pero no solo porque puedan seguir nuestros hijos, también porque otros muchos miembros de la familia saben tocar trikitixa y pueden tocar con nosotros”, concluye Kepa.