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El Miramar busca nuevas vías de ingresos

Uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad afronta su futuro con el hueco que dejó la salida de Musikene y sin descartar opciones, desde visitas guiadas a alquiler de oficinas y salas, y con nueva cafetería.

El Miramar busca nuevas vías de ingresos

Bodas, banquetes y también despedidas a personas y familiares queridos. Todo ello ¿en qué lugar?, en uno de los enclaves más emblemáticos de la ciudad, el palacio de Miramar, donde se puede elegir entre las más de dos decenas de salas de distinto tamaño existentes en el edificio.

El palacio de Miramar quiere abrir sus puertas y lo necesita, ya que después de que Musikene pasara a ocupar sus nuevas instalaciones en Benta Berri el hueco que ha dejado libre ha sido grande y es necesario buscar actividades que lo llenen. Al Ayuntamiento le gustaría que la sede de Basquetour se instalase en el edificio, por ejemplo.

En el piso superior, de los cuatro de los que se compone el palacio, todavía se mantiene la estructura que se configuró para albergar las aulas de estudio, salas de profesores y oficinas de Musikene, mientras que la planta a pie de calle continúa, majestuosa, mirando al mar desde sus grandes salas, que se alquilan para eventos varios.

Vicente Gascón, coordinador de la instalación que depende del Ayuntamiento de Donostia, la Diputación de Gipuzkoa y el Gobierno Vasco, tiene claro que este es el momento de tomar decisiones mirando al futuro: la primera, reducir gastos. Afirma que son “muy austeros” y que lo único que no pueden hacer es “comprar luz más barata”. Por ello consiguen mantener el presupuesto anual en 450.000 euros, con cuatro personas en nómina. Hasta de las pequeñas reformas se encarga el personal de mantenimiento.

Pero hasta que se dé con una “solución más continuada”, hay que “sobrevivir”. Para garantizar esa supervivencia el palacio de Miramar quiere hacerse “más social”. No renuncia, ni mucho menos, a acoger congresos o encuentros profesionales de un tamaño medio o reducido -una necesidad que Gascón considera que existe en la ciudad- pero también quiere ser “centro de referencia para la sociedad”.

Estaríamos hablando de contar con este singular edificio para la celebración de eventos varios, desde bodas que no superen los 90 invitados a funerales civiles, homenajes, presentaciones de libros o empresas. En definitiva, Miramar está preparado para sea un lugar de encuentro y celebración, siempre que estas celebraciones no sean “masivas”.

En congresos, encuentros profesionales o muestras, la capacidad puede llegar a las 350 personas, aunque haya salas de todos los tamaños y características, para 60 personas, 90, 120, 180, 200...

Los precios también varían. Afirma Gascón que usar el Miramar resulta “barato”. La sala más cara, montada para 200 personas -con sillas y megafonía- cuesta 929 euros el día, 1.068 en sábados y festivos. De ahí para abajo, hasta los 69 euros del alquiler del despacho de menor tamaño. El palacio se arrienda “por metros”, según la necesidad de espacio del cliente, y también están disponibles desde mesas a micrófonos o pantallas de plasma.

La ubicación, sin duda, es inmejorable y la disponibilidad absoluta: “abrimos a cualquier hora y cualquier día del año”. Incluso para los saraos nocturnos ve Gascón ventajas ya que “aquí se puede estar hasta las dos de la mañana sin molestar a nadie”.

Cada cual puede engalanar la sala a su gusto, siempre que “nos la devuelvan tal y como estaba”, o pedir asesoría al equipo incluso cuando se quiere solicitar los servicios de un catering, ya que cuentan con una lista de empresas de este sector.

Mucha gente interesada se ha acercado hasta las instalaciones desde que comenzó a promocionarse el recinto como lugar de celebraciones varias. La semilla está echada, pero todavía falta recoger lo sembrado. Todo es bienvenido pese a que “siempre es mejor tener un congreso que nos ocupe todas las salas que tres bodas”.

Hasta cuando acoge la programación de los Cursos de Verano de la UPV es posible hacerse con un hueco en el Miramar, ya que siempre ha sido premisa de quienes lo gestionan el garantizar espacios libres para cuando hay necesidad. Además, en horario de tarde la actividad de los cursos se reduce de forma sustancial y la noche ahí queda.

El nombre de Miramar en la historia más reciente ha sonado para acoger diversos proyectos, aunque finalmente no hayan llegado a buen puerto. Pero, a futuro, Gascón no renuncia a que se consiga un cliente “fiel” a la instalación, que ocupe buena parte de la misma de forma más o menos continuada.

Museo, hotel, hotel con museo y cafetería dedicando la planta noble para realizar actividades hacia el exterior. Todo podría tener cabida en el palacio que mira al mar. Y no tiene por qué sonar descabellado, dado que fueron destinos que “sonaron” en su día, aunque fuera a modo de rumor.

CAFETERÍA Hasta Miramar se acercan a diario cientos de personas que quieren ver de cerca el edificio, disfrutar de los jardines -de cuyo mantenimiento se encarga el Ayuntamiento de Donostia- y de unas vistas difícilmente superables.

Para atender a estos visitantes el palacio pretende incorporar, en breve, una cafetería a la que se accedería por la parte trasera, la orientada a Pío Baroja. El proyecto ya está realizado y falta la luz verde de las instituciones competentes. Se ha tratado de que el impacto sea el menor posible, aprovechando la existencia de una ventana para habilitar una entrada en una parte del edificio que no pertenece al cuerpo principal.

Se incluirían también urinarios abiertos al público, servicio que Gascón considera que sería muy bien valorado por donostiarras y turistas. Además se baraja redecorar, con los muebles originales que Patrimonio Nacional retiró del palacio y que podría ceder para tal fin, una sala que contribuiría a incrementar el atractivo o activar algún sistema de visitas guiadas por los cuatro pisos del palacio, accesibles para las personas con movilidad gracias a un ascensor oportunamente escondido entre paneles de madera.