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La Tolosa de Francisco Elósegui Limousin

El Palacio Aranburu rescata la colección fotográfica del tolosarra con imágenes inéditas que pasan a formar parte del archivo municipal

La Tolosa de Francisco Elósegui LimousinFoto: Francisco Elósegui Limousin

Paisajes deliciosos que ofrecen nuevas visiones de Tolosa y Tolosaldea, bodegones, y retratos sinceros forman parte del conjunto artístico recuperado del fondo fotográfico de Francisco Elósegui Limousin. El Palacio Aranburu muestra imágenes desconocidas, que han sido rescatadas del álbum familiar y digitalizadas para pasar a formar parte del archivo municipal y enriquecer así el patrimonio histórico y artístico de Tolosa.

Las fotografías de Elósegui, captadas entre los años 30 y los 50, es decir, antes y después de la guerra, hablan en primer lugar de su autor. Farmacéutico, fotógrafo aficionado y natural de Tolosa, así lo atestiguan las imágenes de la calle Solana, el mercado del Tinglado, Aralar y los retratos de su familia y amigos. Sin embargo, en palabras de Elisa Querejeta, especialista en Historia de la Fotografía, miembro de Aranzadi e impulsora del proyecto, es el estilo de Elósegui lo que las hace particulares. “Provenía de una familia acomodada y se podía permitir tener aficiones, entre las que destacaban la caza, la pesca y la fotografía. No obstante, a pesar de ser una afición para él, estas fotografías tienen una calidad artística evidente”, sostiene Querejeta.

Los paisajes y los retratos son el mejor regalo de la colección, a juicio de Querejeta. “Hay fotografías que nunca han visto la luz y me parecía que una muestra tenía que ser expuesta en Tolosa”, defiende. El visitante del Palacio Aranburu puede encontrar vistas de Azkarate con la luz arrojada del sol, Ibarra con el río como protagonista, Tolosa visto desde Uzturre, Txindoki, las Malloas, Abaltzisketa, la fábrica de la Tolosana o la calle Solana, fotografiada muchas veces desde su casa.

Instantáneas como Maleta o Marmitas en la fuente recuerdan mucho a su estilo fotográfico. “Con pocos elementos y ligeramente descentradas, el efecto de rotundidad y limpieza que nos ofrecen se debe a la clara elección del tema. No hay ruido. Son sencillas, directas, elocuentes”, resume Querejeta. Hay imágenes inéditas del Tinglado y una fotografía muestra el arco emblemático de los Escolapios unido al muro y al fondo el centro escolar ya desaparecido.

Destaca el bloque de retratos hechos a su entorno más cercano; a sus hermanas menores, Mañu y Euxeni, su familia, y sus amigos de la botica, Pepe Oiarbide, Gregorio Garín, y Ramón Labayen, que aparecen en repetidas ocasiones.

Para Elisa Querejeta la exposición tiene la importancia y el valor de ser el punto final de un proceso: “el del encuentro con un conjunto de fotografías, el proceso de digitalización y documentación de las mismas, y el de su donación a una institución pública”.