El Cristo de Bergara ya está en Sevilla
Bien protegida, la obra maestra de juan de mesa se trasladó ayer para ser restaurada y después expuesta
Practicándole todos los cuidados y mimos que una obra de sus características merece, el Cristo de la Agonía de Bergara partió ayer rumbo a Sevilla. La hermosa pieza que el escultor barroco Juan de Mesa talló en 1622 recorrió los 860 kilómetros que separan la villa mahonera de la capital hispalense, para pasar primero por el quirófano y someterse a una cura de rejuvenecimiento, y después protagonizar la exposición que se llevará a cabo en la iglesia del Santo Ángel del convento de los Carmelistas Descalzos. En esta muestra, que está prevista para el mes de marzo, aunque "podría retrasarse un poco" dependiendo de cómo se desarrollen las labores de restauración de la imagen bergararra, también se exhibirán otras dos grandes efigies de la imaginería andaluza: el Cristo de los Desamparados de Juan Martínez Montañés, maestro de Mesa y, a su vez, alumno de Pablo de Rojas, que es el autor del Crucificado del Seminario Mayor de Granada, la tercera joya que podrá contemplarse.
Las labores para descolgar al Cristo del retablo sobre el que yace en la parroquia de San Pedro arrancaron a las 8.30 horas. Cinco profesionales de la galería de arte sevillana Garduño soltaron cuidadosamente la imagen del siglo XVII, que con sus 2,10 metros de alto y 110 kilos, colocaron, montada sobre su cruz, en el cajón de madera construido ex profeso para transportarla hasta tierras andaluzas. "Es un tablero ignífugo e hidrófugo, acolchado térmicamente para evitar cambios bruscos de temperatura en la pieza. Va perfectamente sujeta y envuelta en papel tissue que previene cualquier tipo de adherencia y roces", detallaba el responsable de la citada galería, Luis Garduño, mientras admiraba la obra que tenía frente a sus ojos. "Es magnífica", añadía.
La caja especial diseñada en forma de cruz en la que viajó el Cristo de la Agonía tenía cuatro metros de largo, 2,10 de ancho y uno de altura. Siguiendo con el protocolo, el rostro del Crucificado se tapó bajo la supervisión del responsable de patrimonio de la Diócesis guipuzcoana, Koldo Apeztegi, que hoy se desplazará hasta Sevilla para corroborar que la imagen que ha llegado a la capital hispalense es la que tiene su morada en el templo bergararra (será en su presencia cuando se abrirá el embalaje).
Una obra como la del Cristo de la Agonía, considerada la cumbre de la trayectoria del cordobés Mesa y uno de los mejores crucificados del Barroco, partió a su aventura andaluza protegida con un seguro especial. No quiso revelarse su cuantía, aunque por tratarse de una exposición organizada por una orden religiosa, en este caso los Carmelistas Descalzos, las cifras no alcanzan lo que podría implicar un préstamo a cualquier museo. Tanto Apeztegi como el párroco de San Pedro, Jon Molina, se mostraron " contentos" con la oportunidad brindada por los Carmelitas para restaurar la pieza sin ningún coste para la parroquia, que de otro modo, dado su gran valor, hubiera implicado un importante desembolso.
La capilla Devolverle el lustre a la imponente talla permitirá quitar el ennegrecido por el humo que presenta, en especial en el rostro, como consecuencia de un incendió que sufrió la capilla. El lifting se le realizará en el Instituto andaluz de Patrimonio Histórico, donde ya se encuentra, y servirá, asimismo, para darle un tratamiento contra los parásitos.
La parroquia bergararra, por su parte, quiere aprovechar la ocasión para restaurar el retablo y adecentar la capilla del Santo Cristo (no se tocará el cuadro que firma Juan de Valdés Leal), una intervención para la que se están explorando vías de financiación.
La joya del barroco universal, que llegó a Bergara en 1626, fue un encargo del bergararra Juan Pérez de Irazabal, contador real, para que presidiera la capilla que había destinado a su enterramiento en San Pedro, que nunca llegó a albergar su cadáver. Ayer, 35 años más tarde de su última salida (en 1982 también a Sevilla), el Cristo de la Agonía viajó montado en un adecuado camión y con todas las medidas de precaución necesarias. "No superaremos los 90 kilómetros/hora", avanzaba Garduño antes de afrontar un viaje de más de diez horas con el Crucificado, que por unos meses estará fuera de casa.