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La cerda ‘potxola’ hace honor a su nombre con un récord de peso

El animal rosado que se cría en el caserío Arro de Leitza pesa 398 kilos por lo que se espera que alcance los 410 para el día de Santo TomásUna vez exhibida en la feria del 21, se dedicará a ser madre

La cerda ‘potxola’ hace honor a su nombre con un récord de peso

donostia - La cerda de Santo Tomás, bautizada como Potxola, hace honor a su nombre en esta ocasión. Los 398 kilos que pesa en la actualidad la convierten en la más oronda de cuantas ha criado la ganadera de Leitza, Kristina Saralegi, en su caserío Arro, el hotel de lujo en el que pasan las semanas previas a la feria los animales que simbolizan la fiesta donostiarra del 21 de diciembre.

Para la citada fecha, el animal habrá engordado aún más y sus kilos se acercarán a los 408 o 410, según aventura la ganadera, que destaca que el animal ya era hermoso cuando lo adquirió, hace mes y medio, en Baztan. Una buena alimentación natural, a base de bellotas, maíz, nabos, habas y berzas, entre otros ingredientes, le ha ido aportando más peso y así continuará, según las previsiones, hasta que llegue el día de su exhibición, el arranque de las fiestas de Navidad en la capital guipuzcoana.

Ayer, los fotógrafos y cámaras de televisión pudieron inmortalizar a Potxola en el caserío Arro. La hembra, poco acostumbra a ser el centro de atención, “se pasó el tiempo morreando el suelo”, según explicó su criadora, que recalcó que está acostumbrada a estar en el monte y a hozar sin descanso para sacar gusanos y otros bichos de la tierra, que suponen una golosina para ella.

Potxola es una animal rosado, sin manchas en forma de antifaz como su predecesora del pasado año, Engraxi, que pesó 335 kilos el día de Santo Tomás. A pesar de su tamaño, la puerca es ágil y tiene un carácter es un poco “rebelde”, según su criadora, que reconoce que también ha dado muestras de su “genio”.

A sus tres años de edad, Potxola no será sacrificada para carne, como sucede en algunas ocasiones, sino que se reservará para convertirse en madre, siguiendo el mismo destino que Engraxi, esta sí de una estirpe de gorrines que han presidido la feria de Santo Tomás.

décadas de tradición La presencia de un cerdo de gran tamaño en la plaza de la Constitución durante la feria de diciembre es una tradición de décadas. La visita al animal ha sido, y aún es, uno de los pasos obligados de todos cuantos acuden a disfrutar de la txistorra, especialmente de los niños, que se quedan boquiabiertos al ver a un animal de gran tamaño en vivo. Las fotografías a la cerda con el móvil han pasado a convertirse en un rito más de la feria de Santo Tomás que, por lo demás, sigue el mismo patrón tradicional de los últimos años, aunque con pequeñas variaciones.

La cerda, ahora, solo sirve para ser contemplada. En el pasado, los asistentes a la feria compraban un boleto y el txerri se rifaba. Los beneficios iban a centros de beneficencia. Más adelante, se sorteaba pero era costumbre que el ganador cediese el animal a esos mismos asilos. Desde el año 2001, la rifa ha quedado prohibida por la Ley de Protección de Animales de Euskadi. Tampoco se coloca en un alto, como en el pasado, sino que está en su corral en el suelo, rodeada de quienes desean verla.

La feria de Santo Tomás tiene su origen en el siglo XIX cuando muchos baserritarras llegaban a la capital guipuzcoana el día de Santo Tomás para pagar las rentas a los propietarios. Era costumbre que trajeran el dinero y obsequios como capones y otras aves. Por su parte, los propietarios les gratificaban con alimentos como bacalao o chocolate.