¡Merengue al cuerpo!
Más de 300 niños y adultos participaron ayer en la quinta edición de la Merengeguda, la batalla más multitudinaria hasta ahora. Entre todos, lanzaron 600 litros de merengue elaborado por Barrenetxe.
El merengue dio ayer mucha guerra en la V edición de la Merengeguda de Aste Nagusia. En el evento “más gamberro” de las fiestas donostiarras participaron más de 300 niños y adultos, quienes se tiraron por encima unos 600 litros de este dulce blanco elaborado por la pastelería Barrenetxe, organizadora del acto de la mano de Grupo Delta.
A las 12.00 horas el terreno estaba preparado en la explanada de Sagüés, en Gros. Unas vallas delimitaron el campo de juego y protegieron también a los curiosos que se acercaron para presenciar la divertida batalla. Hasta el último minuto, los pequeños aguardaron la cola para apuntarse a esta fiesta y no perder la oportunidad de mancharse por gusto. Así, esta edición superó “todas las expectativas” con una mayor participación que en las anteriores, consolidándose. De esta forma, requirió de 100 litros más de merengue que otros años para el disfrute de todos.
La primera de las tres categorías en enfrentarse fueron los niños de entre cuatro y ocho años, que estrenaron el campo de batalla todavía inmaculado. A pesar de las nubes y de unas tímidas gotas de lluvia, los pequeños estaban preparados con su traje de combate: el bañador, las chancletas y las gafas de bucear, para no correr el riesgo de recibir un bolazo en el ojo. Con el pistoletazo de salida, se vieron las primeras caras de velocidad. Los pequeños se apresuraron en correr hasta los recipientes de merengue y se pusieron perdidos en escasos minutos.
A los concursantes más limpios
Una vez que se acabó la dulce munición, el jurado seleccionó al ganador, el niño menos manchado de todos, quien recibió un obsequio de Barrenetxe. Los padres recuperaron entonces a sus hijos teñidos de blanco y los lavaron bien bajo las duchas ubicadas en un costado del recinto. Para amenizar la espera entre unos y otros, la organización repartió entre el público vasitos de merengue para que todos pudieran catarlo.
Era el turno de la segunda categoría, chavales de entre 9 y 16 años. Con el suelo ya blanco y resbaladizo, muchos decidían descalzarse para no deslizarse. Los adultos que se refugiaban tras las barreras observaron un espectáculo algo más breve, pues estos jóvenes se dieron prisa en pringarse entre gritos, a pesar de que tenían el doble de merengue que la tanda anterior. Algunas concursantes se protegieron el cabello con gorros de natación, pero nadie se libró.
“Lo que más me gusta es que acabemos todos pringados”, dijo una niña, mientras que la pequeña que estaba a su lado la contradecía al afirmar que ella no soportaba estar pegajosa. Para otro chaval, su parte favorita era comerse el “delicioso” merengue y jugar con sus amigos. “Nos lo hemos pasado muy bien y nos hemos manchado bastante. Es nuestra primera vez y vamos a repetir. Además, hemos conocido a mucha gente al echar el merengue”, apuntaba otra joven recubierta de esta masa.
Una vez que estos terminaron, se dio paso a los mayores de 17 años, entre los que había algunos padres de los pequeños que participaron anteriormente. Y como niños, también disfrutaron de la guerra de merengue. Los concursantes de mayor edad acabaron con las existencias del dulce, que quedó esparcido por el suelo. Un año más la Merengeguda resultó un éxito en el que imperó la diversión.
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