"No sé de nadie que quisiera ser vocacionalmente papelero, pero cuando lo conoces, este mundo te acaba enamorando"
Tras recorrer medio mundo en busca de técnicas y fibras para elaborar papel, ahora Barbé, villabonatarra, compagina su trabajo con sus otros amores: enseñar, viajar y escribir
Villabona. Juan Barbé fundó hace más de 30 años en Zizurkil el taller de elaboración artesanal de papel Eskulan, uno de los últimos que quedan en Europa a día de hoy.
¿Qué fue lo que le impulsó a elaborar papel hecho a mano?
Estudié en la escuela de papel y me puse a trabajar en fábricas, primero en Barcelona y después en Hernani. No me encontraba a gusto con el trabajo en la empresa y empecé a buscar más salidas. Por suerte, trabajaba a tiempo parcial, y eso me dejaba mucho tiempo libre. Entonces conocí a mi mujer, que era grabadora, y me habló de una empresa en Madrid que fabricaba papel hecho a mano que era de una calidad pésima: me trajo algunas muestras y vi que sí eran pésimas. Creo que ese fue el punto de inflexión, me pareció ver que mis estudios podían tener salida por otro lado.
¿En qué año fundó el taller?
Por aquel entonces rondaba el año 1980, pero no me puse directamente con ello. Digamos que la idea se me quedó en la cabeza por un tiempo. En ese momento trabajaba conmigo en la fábrica el que ha sido mi socio toda la vida, Javier, y poco a poco empezamos a hablar del asunto y a madurar la historia. Estuvimos visitando el museo del Molino de Papel en Capellades, Barcelona, y nos fuimos calentando. Abrimos el taller en el 83 y desde entonces hemos ido salvando dificultades y subiendo escalones.
¿Cómo se da a conocer un taller de papel artesano?
Mayormente a través de ferias de arte. El taller de elaboración de papel es un lugar cerrado, allí la gente tiene que venir a buscarte y para eso lo primero es hacerles saber que existes. Es un trabajo sin grandes recursos económicos, ni pequeños, y por tanto no tienes capacidad de publicitarte. Además, hay que tener en cuenta que nuestros clientes están muy dispersos.
¿Quién compra este tipo de papel?
Tras la crisis de 2008 el arte no se vende, así que ya apenas trabajamos con serigrafía y grabados calcográficos, que suponían en torno al 90% de nuestras ventas. Ahora, por suerte, han aparecido los fotógrafos y, curiosamente, los cocineros. Los tres estrellas Michelin cuidan mucho la estética y trabajo con ellos elaborando cartas y decoraciones, por ejemplo de postres que se envuelven en papel. Por suerte, tengo una trayectoria larga en esto y cuento con clientes fijos de papeles que importo. Cada vez trabajo menos en el taller, y más con cosas que he ido trayendo de fuera, dando cursos, escribiendo y un poco de todo.
¿Prefiere el trabajo de taller o la enseñanza?
Compaginar está bien. Ahora me siento más a gusto trabajando y dando talleres como el que di este fin de semana en Tolosa, en el que enseñé a crear papel a partir de fibras, sin nada más que un martillo. Lo que más me cansa es la repetición, pero cuando tengo pedidos de diferentes papeles los disfruto mucho.
¿Qué lugares ha visitado con la excusa del trabajo?
Siempre tuve claro que si iba a dedicarme a esto, tenía que visitar lugares emblemáticos del papel. Japón es un país que tengo pendiente, porque el terremoto de Fukushima me impidió ir cuando lo tenía planeado, pero he tenido la suerte de conocer japoneses con los que he podido compartir conocimientos. El lugar que más he visitado ha sido Nepal, que no es que tenga una gran calidad en el papel, sino en la materia prima y sobre todo en el método de elaboración, siempre a partir de elementos mínimos, y eso me gusta. Trabajé en una ONG que ya cerró llamada Artsur dedicada al mundo del arte y con ellos estuve sobre todo en Nicaragua, pero también en México, Casablanca, Tánger y alguno más que se me debe haber olvidado.
¿Se considera un enamorado del papel?
Yo no sé si existe eso de las vocaciones, pero en esto del papel yo no sé de nadie que quisiera ser vocacionalmente papelero. Puede que lo veas como una salida laboral al principio, pero poco más. Es cierto que cuando yo me dedico a algo, ya sea la bicicleta, la fotografía o un trabajo, me involucro por completo. Y es que cuando entras en una cosa y empiezas a conocer gente que trabaja en ello, las técnicas, el pasado, etcétera, acabas enamorándote de esa historia. Empieza a ser tu mundo. Por tanto, sí, podría decirse que soy un enamorado del papel, aunque estoy seguro de que no conozco ni un 20% de lo que se puede conocer en torno a él.
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