Urretxu es el pueblo del bardo Joxe Mari Iparragirre y de edificios señoriales como el palacio Ipeñarrieta, pero para muchos guipuzcoanos hablar de Urretxu es hablar de la sala de fiestas Golden. Este local se abrió en diciembre de 1969 y enseguida se puso de moda. Causó furor y jóvenes de toda Gipuzkoa acudían a Urretxu a bailar y ligar. Nuestro territorio está repleto de parejas que se conocieron en el Golden. Pero los tiempos cambian: este tipo de locales pasaron de moda y en 2013 la sala de fiestas de Urretxu echó la persiana. La gente que conoció la discoteca no puede evitar sentir un pequeño pinchazo en el corazón cuando pasa por allí y ve el cartel de Se vende.
Para la familia que abrió la sala de fiestas, propietaria del local, y para el hostelero que regentó la discoteca en sus últimos años también es duro ver cerrado el Golden. Esta discoteca la abrió el matrimonio formado por José Miguel Ormazabal y Gregoria Otaegi. Sus cinco hijos y sus parejas también trabajaron duramente en el negocio familiar.
Ormazabal y Otaegi eran de Zegama. El trabajó para Renfe y antes de abrir la discoteca regentaron otro mítico establecimiento de Urretxu: el bar Isabel. El contratista que hizo la casa del Golden, Angel Elorza, era amigo del matrimonio y les vendió a buen precio el local porque no parecía tener gran utilidad. Pero un cuñado de Elorza tenía una discoteca en Arrasate y les convenció de que aquél era un buen negocio.
Diseño italiano El local lo diseñó un italiano. La decoración era muy moderna y atrajo a los jóvenes, pues los locales que habían conocido hasta entonces no eran tan grandes. La sala de fiestas tuvo un gran éxito. Cada semana traían una orquesta. Por Urretxu pasaron, entre otros, Dúo Dinámico, Rudi Ventura y Fórmula Quinta. Al poco de abrir, tuvieron que hacer una ampliación: de 500 metros cuadrados a 700. Venía gente de todo Goierri y Debagoiena, e incluso de Bizkaia. En el Golden llegaron a trabajar 20 personas.
Gabina Garmendia, nuera de los fundadores, recuerda que la gente venía “en procesión” a la sala de fiestas Golden. “Había gente que en la estación de trenes pedía billete al Golden en vez de pedir billete a Urretxu. Solíamos abrir tres taquillas y los clientes necesitaban un cuarto de hora para ir de una barra a la otra”.
En 1997 decidieron traspasar el negocio. Lo cogió el oñatiarra Antton Galdos. “Para entonces el negocio había bajado y, además, éramos mayores para una sala de fiestas. Dábamos mala imagen”, comenta.
16 años después, el Golden cerró sus puertas. Seguramente para siempre. Las salas de fiestas han pasado a mejor vida. “Me da pena verlo cerrado, pero qué le vamos a hacer. Se han cerrado todas las discotecas. La nuestra fue la última en cerrarse. El local está ya vacío y todo está envejeciendo. Ha venido gente a preguntar por el local, pero todos eran muy jóvenes y para volver a abrir aquello hace falta mucho dinero”, explica Garmendia.
Tiene claro por qué se han cerrado las discotecas. “Ahora se puede bailar en todos los bares y además están abiertos hasta muy tarde. Si sacar adelante un bar ya es difícil, imagínate lo difícil que es sacar adelante un local de 700 metros cuadrados. La verdad es que no sabemos ni para qué se podría utilizar ese local. Además, no hay más que locales vacíos. Pero bueno, nosotros hemos trabajado muy a gusto allí y hemos juntado más parejas que San Antonio”, dice satisfecha.
Galdos también fue testigo de muchos enamoramientos durante durante los 16 años en los que regentó el local. Antes tuvo una discoteca en Lakuntza y se siente afortunado por haber podido regentar el mítico Golden. “En aquellos tiempos trabajaba como distribuidor de bebidas y Gabina me comentó que andaban buscando alguien como yo para traspasarle el negocio. En los 16 años en los que trabajé allí, cambiaron mucho las cosas. Quería seguir, pero no era posible. Los bares abrían hasta muy tarde, por lo que la discoteca estaba de sobra. Al principio mis clientes eran del pueblo, pero después empezó a venir gente de fuera que espantó a los vecinos de Urretxu y Zumarraga. Poco a poco, la clientela bajó”.
A Galdos también le da pena ver cerrado un local tan mítico. No solo porque tuvo el honor de regentarlo: fue el último en salir, pero también uno de los primeros en entrar. “Recuerdo que estuve el día de la inauguración, con 17 años. Aquellos primeros años, venía mucha gente a Urretxu. De todas partes. Las discotecas estaban de moda. En Urretxu y Zumarraga había tres, en Arrasate otras tres, en Bergara una... El Golden solía estar a tope. Tengo entendido que un día entraron 1.800 personas. No sé ni cómo cabíamos... Media hora antes de que se abrieran las puertas, ya había gente haciendo cola. Venían chicas de todos los pueblos de alrededores y, como todo el mundo puede imaginar, íbamos encantados. Se ligaba y se bebía mucho. Recuerdo que en la barra grande había ocho camareros”, recuerda el hostelero oñatiarra.
Adiós a las discotecas El ya ha dejado el mundo de la noche, que considera que ha bajado mucho. “Los más jóvenes se reúnen en sus locales, los que son un poco mayores no tienen dinero, los tragos son caros, hay mucho donde elegir... Me da mucha pena ver el Golden cerrado, pero en los pueblos ya no hay sitio para las discotecas”, sentencia.