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Segunda vida para los viveros

Tras siete años cerrados, los antiguos viveros de Ulia han reabierto sus puertas de la mano de los vecinos de la zona, que han asumido la gestión del parque y llevan meses trabajando de forma voluntaria para convertirlo en un espacio abierto y lleno de vida

Segunda vida para los viveros

Durante más de un siglo los 14.500 metros cuadrados de los viveros de Ulia, ubicados en la esquina de José Elosegi y el inicio del paseo de Ulia, han surtido de plantas y flores los jardines de toda la ciudad. En el año 2008 el Consistorio trasladó los viveros municipales a Lau Haizeta y cerró las puertas de esta gran parcela. Desde entonces, los vecinos de Ulia han peleado para que se reabra como un parque público para el disfrute de los vecinos. También, para paralizar los planes urbanísticos previstos en la zona y reivindicar el valor de los antiguos depósitos de agua ubicados bajo la parcela.

En 2013 dieron un paso más y presentaron el proyecto Uliako Lore Baratzak, un plan para gestionar los viveros y crear en ellos un jardín comunitario, abierto a los ciudadanos y autogestionado. El proyecto no siguió adelante entonces, aunque la asociación de vecinos empezó a organizar jornadas de puertas abiertas en los jardines de forma puntual y a preparar, además, visitas guiadas a los depósitos de agua. “El primer día vino mucha gente, se corrió la voz y más ciudadanos se apuntaban para próximas visitas guiadas”, cuenta Leire Rodríguez, miembro de la asociación de vecinos de Ulia y una de las impulsoras del proyecto Lore Baratzak. Finalmente, llamaron la atención del Consistorio, que en diciembre de 2014 les otorgó la cesión de la gestión de los viveros por un plazo de cuatro años. Eso sí: el contrato se suspenderá si en ese periodo se inicia de la construcción de las viviendas previstas.

Los uliatarras no piensan en eso. “Si no, no haríamos nada”, cuenta Beatriz Barinaga, otra de las impulsoras del proyecto. Desde marzo son principalmente seis personas de la asociación las que han asumido la gestión del proyecto, ayudadas por una veintena de vecinos más. Todos trabajan de forma voluntaria. Su primer objetivo era abrir el parque: empezaron haciéndolo uno o dos días por semana y convocando jornadas de auzolan para adecentar y limpiar toda la parcela, como la que tendrá lugar hoy mismo a partir de las 16.30 horas. Poco a poco empezaron, además, a organizar distintas actividades, como la de las huertas urbanas, “que empiezan a dar algunos frutos”, cuenta sonriendo Rodríguez: las plantaciones crecen fácilmente en una tierra habituada a ser sembrada tras décadas funcionando como vivero.

Seis meses después de tomar las riendas, los uliatarras garantizan que los jardines están abiertos todas las tardes entre semana y confían en poder abrirlos los fines de semana en breve. También próximamente esperan tener lista una nueva página web sobre el parque para darlo más a conocer. En los dos accesos a la finca (desde Jose Elosegi y desde el paseo de Ulia) han colocado carteles en los que anuncian, además, las actividades de cada día.

Por ejemplo, organizan recorridos guiados por el parque para que quienes entren conozcan su pasado como vivero o curiosidades, como que la verja que lo rodea es la que se colocó originariamente en la plaza de Gipuzkoa.

Los jueves por la tarde, asimismo, la británica y uliatarra Anna Valentina imparte un taller gratuito y abierto para niños y sus padres de lo que denomina land art o arte relacionado con la naturaleza: un día los chavales hacen casas para las abejas y aprenden, así, “que los insectos son buenos”; otro día el material son las hojas secas del parque y otro hacen caras con arcilla para decorar los árboles. Lo hacen, además, mientras aprenden inglés. “Este es un espacio totalmente natural y se trata de que desarrollen su imaginación en él, aprendan a jugar en la naturaleza y salgan de casa”, cuenta Valentina.

Un árbol paraguayo y un bosque de bambú

Y es que una de las cosas que destacan los impulsores del proyecto es todo lo que ofrecen los jardines, precisamente, para los más pequeños que, además de jugar al aire libre, pueden subirse a los árboles o recorrer el “misterioso y mágico” bosque de bambú. Los distintos txokos de los jardines también esconden pequeños tesoros y ejemplares raros como un Ceibo, un árbol de Paraguay que creció en el vivero probablemente con intención de trasplantarlo a algún rincón de la ciudad y que, sin embargo, se quedó en los jardines de Ulia, al igual que el árbol de Júpiter o ejemplares de origen asiático. Para darlos a conocer, los responsables del proyecto Uliako Lore Baratzak han hecho un inventario del arbolado de la finca que se puede consultar en Internet. En breve, a este inventario se sumará el censo de las aves del parque que realizará SEO Bird Life, como cuenta Barinaga.

Poco a poco, los promotores de la iniciativa Uliako Lore Baratzak van avanzando y desarrollando su programa que, como cuenta Leire Rodríguez, tiene cuatro objetivos claros: abrir el parque a la población, recibir a los visitantes para que lo sientan como propio, fomentar las huertas urbanas y colaborar con otros agentes en iniciativas que tengan que ver con la naturaleza o estén relacionadas con el parque. Por ejemplo, con Haziera, la iniciativa para intercambiar semillas que organiza la Fundación Cristina Enea, o con los citados SEO Bird Life.

En ese mismo camino, en breve inaugurarán un punto de compostaje comunitario, como los que ya funcionan en otros puntos de la ciudad: una pequeña caseta de madera en la que se situarán los depósitos en los que arrojarán los residuos orgánicos hasta convertirse en compost. Ese material se utilizará en el mismo parque, de manera que completarán todo el ciclo de transformación. También quieren acondicionar los grandes invernaderos de los viveros, “que podrían acoger talleres, exposiciones o cursos de pintura”, augura Barinaga. También les gustaría colaborar con los centros escolares de la zona y que los chavales conozcan el parque.

Mientras trabajan en desarrollar éstas y otras ideas, además de gestionar las campas de la superficie, los vecinos de Ulia continuarán organizando visitas guiadas a los depósitos subterráneos de agua de manera periódica, conscientes de la curiosidad que han despertado las últimas citas y con intención de ponerlos en valor. Quien quiera participar puede contactar con los vecinos de Ulia en el e-mail uliakolorebaratzak@gmail.com.

La próxima visita tendrá lugar el día 25, coincidiendo con una jornada festiva que preparan para dar la bienvenida al otoño y dar a conocer el parque a los donostiarras que todavía no han cruzado las puertas ahora reabiertas de este rincón de la ciudad.