Donostia - Adolfo Lumbreras, presidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Gipuzkoa, confía en que las instituciones les permitan utilizar la sala del gasomotor de la vieja Fábrica de Gas de Donostia, cerrada a cal y canto desde que se creó y amenazada por humedades. Lumbreras cree que su asociación podría instalar en el espacio su sede y, además, dinamizar la sala con una exposición y visitas guiadas a las reliquias industriales ocultas, así como a las nuevas piezas que podrían instalarse en el exterior.

¿Cómo se les ocurrió que la sala del gasomotor de Morlans pudiera servir como sede de su asociación?

-No somos el perfil de asociación que necesita apoyo público y estamos pagando el alquiler de un local en Amara porque Renfe nos retiró la cesión de una sala en la estación. Pasando un día junto a Morlans vi que la sala que se creó para albergar el gasomotor de la Fábrica de Gas, situada dentro del edificio reconstruido que formaba parte de aquel complejo, estaba vacío y sin uso. Planteé el proyecto al Ayuntamiento hace tres años y lo vieron con muy buenos ojos.

¿Entonces, por qué no se ha llevado a cabo la cesión que han solicitado?

-Yo creía que iban a poner pegas a nuestra petición de crear una entreplanta, pero el problema es que el terreno, aunque es de propiedad municipal, está adscrito al departamento de Educación. Dos tercios del edificio acogen el gimnasio del colegio de Morlans y el tercio restante, donde está el gasomotor, no se puede usar de ninguna manera. Está aislado y es totalmente inútil. Fuimos a verlo con un asesor del Gobierno municipal y nos dijo que no tenían constancia de que estuviera ahí y que perteneciera al Ayuntamiento. Buscaron información y nos dijeron que estaban dispuestos a llegar a un convenio con nosotros y que pudiéramos usar la sala.

¿A cambio de la cesión, proponen llevar a cabo actividades?

-Además de una exposición fija del material, nos comprometemos a hacer una maqueta de cómo era la Fábrica de Gas en su momento; colocar paneles didácticos que expliquen cómo era tanto la fábrica como el gasomotor y encajarlos en su época. También proponemos hacer una exposición al año, como mínimo, relacionada con la arqueología industrial, el ferrocarril o la historia industrial de Donostia y, una vez al mes, abrir la sala y ofrecer una visita guiada. Además, asumimos la obra de la entreplanta. Después del periodo de cesión, la obra quedaría para el Ayuntamiento.

¿Han presentado también su propuesta al Gobierno Vasco?

-Se lo vamos solicitar de modo oficial, ya que algunas gestiones extraoficiales no han avanzado. Ha estado tres años parado por problemas burocráticos y lo vamos a retomar. Creemos que la posición del Ayuntamiento es positiva y que la del departamento de Educación del Gobierno Vasco también lo será.

¿Qué pasos va a dar?

-Además de dirigirme oficialmente al departamento de Educación, voy a intentar hablar con todos los grupos políticos del Ayuntamiento porque es una pena que el edificio esté desaprovechado. La Asociación de Patrimonio Industrial se movió muchísimo en su momento para conseguir que no se perdiera el gasomotor y el polipasto.

¿Donostia podría sacar más jugo a su pasado industrial, aunque sea más modesto que el de otras ciudades y pueblos?

-Una de nuestras ideas es que junto a la sala del gasomotor pueda haber un lugar físico en el que mostrar piezas del pasado industrial. El edificio, situado dentro del recinto de la ikastola, tiene un espacio exterior donde se podría exponer maquinaria industrial. Habría que abrir una puerta para salir desde la sala del gasomotor al exterior y así, además, serviría de salida de emergencia del gimnasio. En la actualidad, el gimnasio tiene una puerta a la sala del gasomotor. Existe material para exponer, aunque cada vez queda menos. Hay elementos arquitectónicos de hierro, maquinaria, vehículos, grúas... dignos de ser conservados y expuestos fuera. Dentro de la sala se podría exponer material de pequeño tamaño.

¿Qué obra proponen hacer?

-Hemos sugerido crear una entreplanta, que ocuparía la mitad de la sala del gasomotor, y en la que se ubicaría la sede de nuestra asociación. También hemos propuesto elevar el muro que separa esta sala del gimnasio para evitar ruidos y colocar una escalera y un ascensor.

Explique qué es un gasomotor.

-Es una máquina que produce electricidad a partir de gas. Tiene un dinamo cuyo giro lo produce la combustión del gas y genera movimiento en una gran rueda. Se usaba para generar iluminación eléctrica para la calle. Para eso se creó la Fábrica de Gas. No hay que confundirlo con el gasómetro, que es un depósito de gas. Uno de los que había se conserva en Morlans, los otros se perdieron. Nuestra propuesta incluye hacer mover el motor, con electricidad, no con gas, para que se pueda ver cómo funcionaba esta máquina en el pasado.

¿Donostia no ha dado la espalda a la cultura más técnica?

-Aquí la gente de la ciudad ha vivido de espaldas a su pasado industrial. La torre de Atotxa era la fábrica de vagones de Herederos de Ramón Múgica, que era importantísima. Había industria en Gros, que era un barrio de talleres. En El Antiguo estaba la fábrica de cervezas el León, Chocolates Suchard... Todo aquello eran industrias muy cercanas a la población y se han olvidado, excepto en el museo de San Telmo.

También han desaparecido ferrocarriles.

-Sí, había un ferrocarril desde el puerto de Pasajes hasta las minas de Arditurri, otro ferrocarril a las minas de Artikutza, un funicular en el paseo de Errondo, el transbordador de Torres Quevedo en Ulia... No queda nada de los viejos trolebuses... es una pena. Tenemos una inquietud por recuperar, si se puede, todas estas piezas y si no, documentarlas para que no se pierda.

Por ahora no se sabe qué va a pasar con el funicular de Igeldo, cuya reforma se anunció.

-Hubo mucha gente que se movió para evitar que se quitasen los vagones antiguos cuando se habló de modernizarlo. Lo mismo que sucedió cuando se retiró el reloj del paso de la Estación del Norte. El encanto del funicular son sus vagones. Se puede modernizar la maquinaria para mejorar la seguridad y mantenerlos, como en Lisboa.