Vuelven las Seis Horas de Euskadi. El velódromo Antonio Elorza celebrará el día 21 su 50º cumpleaños y lo hará con Anoetako Lau Orduak, una nueva versión, más corta, heredera de la cita que ha formado parte del medio siglo de historia del recinto deportivo.

Fue construido en 1965 expresamente para bicicletas, impulsado por la federación guipuzcoana de ciclismo. Tenía como objetivo atraer a Donostia los campeonatos del mundo y al campeón del momento, Guillermo Timoner. Ese primer mundial se celebró pocos días después de inaugurar las instalaciones con la disputa de los campeonatos de España de persecución y medio fondo.

Consiguieron el objetivo y el recién estrenado velódromo fue testigo de la victoria de Timoner, que se proclamó por sexta vez campeón del mundo de medio fondo de ciclismo tras moto en Donostia. “El velódromo se hizo pensando en Timoner, pensando en cómo hacer un sitio adecuado a sus características y sus necesidades”, recuerda el veterano trabajador del recinto Joaquín Gómez. Para su creación también se tuvo en cuenta la inclinación de los peraltes para que las motos (también competían en pista) pudieran circular a mayor velocidad.

Cambios y cubierta

Entre los impulsores de la instalación estaba Antonio Elorza, a quien ese mismo año (1965) se reconoció su trabajo para promocionar el deporte y practicarlo con la medalla de plata de Donostia. Años después se decidió rebautizar la instalación de Anoeta con su nombre.

En 1973 tuvo lugar el segundo campeonato del mundo del velódromo. “Fue entonces cuando se cubrió parte de su cubierta y es esa estructura la que perdura hasta hoy”, recuerda el presidente de la Federación Vasca de Ciclismo, José Luis Arrieta. Aunque los primeros campeonatos de pista eran descubiertos, Arrieta afirma que se exigió a la organización que cubriera el recinto pero que mantuviera un rectángulo central sin cobertura. “Se estudió colocar una cubierta de abrir y cerrar, un cerramiento móvil”, afirma Arrieta. Pero no fue posible.

Pocos años después de que se celebraran esos campeonatos de 1973, empezaron a celebrarse las competiciones de Europa de atletismo de pista cubierta. Para entonces el velódromo ya estaba preparado y toda la cubierta estaba cerrada.

Tras diferentes cambios en el equipamiento y con la inclusión de una pista de atletismo de seis calles, el velódromo se convirtió en el palacio municipal de los deportes, aunque el ciclismo seguía siendo el protagonista. Todos los primero sábados de febrero se llevaba a cabo el gran espectáculo bautizado como Las Seis Horas de Euskadi. Eran una competición basada principalmente en el ciclismo, aunque se acompañaba de otras actividades deportivas como distintas disciplinas de herri kirolak y atletismo. Suponía una gran atracción tanto para los donostiarras como para personas procedentes de otros territorios y países, ya que en la prueba participaban algunos de los ciclistas más importantes del momento, como Gianni Bugno o Abraham Olano, además de grandes atletas. Además, la cita se convirtió en una fiesta para el público. Tras 31 años de historia y 28 ediciones celebradas, acabó por suspenderse en 2008 como consecuencia del descenso de público.

Radio, bertsos y música

Aunque el velódromo fuera creado para grandes competiciones deportivas, también ha sido testigo de actos culturales, políticos y sociales de Donostia durante estos 50 años. Por ejemplo, solo once años después de su construcción, fue escenario de la emisión ininterrumpida de programación radiofónica en euskera de Herri Irratia, el hito bautizado como 24 Orduak Euskaraz que forma parte de la historia de los medios de comunicación vascos.

También ha sido escenario de citas políticas o de actos de lo más variopinto, como espectáculos con animales, motocross o hasta competiciones de patinaje sobre hielo. El velódromo también se llenaba cada cuatro años para acoger la final nacional del campeonato de bertsolaris, hasta que se quedó pequeño y la cita se trasladó al BEC en 2005.

La música también ha hecho temblar el velódromo en más de una ocasión. El concierto de Gato Barbieri en 1980 supuso un momento históricamente relevante, al conseguir llenarlo con más de 12.000 espectadores, lo nunca visto hasta el momento y menos en una ciudad pequeña como Donostia. Durante estos años ha sido el escenario de grandes artistas de música internacionales como U2, Coldplay, Neil Young o Bon Jovi, aunque ahora una nueva normativa restringe los usos de la instalación para espectáculos de más de 5.000 personas.